jueves, 28 de mayo de 2009

miércoles, 27 de mayo de 2009

lunes, 25 de mayo de 2009

La culpa no es del pájaro


El año pasado, en una entrevista que le hice para La Gaceta Literaria, Samanta Schweblin decía que le desilusionaban “los editores que consideran a los cuentistas promesas de escritores”, y que sentía que su interés estaba “arraigado en la potencia y la precisión del cuento”.
Con la publicación de “Pájaros en la boca” (Emecé, 2009), Schweblin confirma que ya no es una promesa, sino un hecho literario; que quizás, tarde o temprano, escriba una novela, pero que su potencia y su precisión a la hora de abordar el género cuento están en forma.
Los relatos de “Pájaros en la boca” abordan una serie de situaciones extremas, delirantes, ambiguas, que se atienen a aquella teoría pigliana de que en un relato sucede algo más que un argumento, hay más de una historia, flota un sensación; y hacen honor también a la máxima que dice que un relato comienza por el final y todo el resto es pura construcción. Y, en este caso, las construcciones son puramente sólidas.
Una fina capa de ironía lo cubre todo, por momentos, sin que por ello deje de traslucir lo mejor de cada relato: la angustia frente a una circunstancia imprevisible a la vez que inevitable. Tan imprevisible que en ocasiones esas circunstancias son tomadas con una naturalidad apabullante. Aquello de lo que el lector -e incluso los personajes- no saben, ese factor desconocido, se convierte en el motor del relato.
De aires cortazarianos algunos de ellos -en un cruce proporcionado y convincente entre el realismo y lo fantástico-, muchas narraciones abordan el tema de la familia (la pareja, la niñez, la maternidad, la paternidad, los hijos, los hermanos) o se ambientan en paradores a orillas de las rutas (“cuando uno va por la ruta, y se detiene en un lugar, no sabe nada de nada de ese sitio, todo puede suceder, y a la vez, cuando uno retoma la ruta, lo que queda atrás desaparece”: Schweblin dixit).
Las historias varían en sus tramas, aunque van siempre matizadas de un tinte insólito, grotesco, inquietante: gente que cava pozos porque sí (¿porque sí?), chicos que se vuelven mariposas a la puerta de una escuela (¿un canto o una elegía a la libertad?), el aplazamiento de un embarazo con métodos muy particulares (o cómo detener la gestación sin apelar al aborto), la vida que pasa de la infancia a la vejez con sólo un par de vueltas en calesita, la llegada de un Papá Noel muy particular, una chica con un extraño método de alimentación (si en “Cartas a una señorita en París” el personaje vomitaba conejos, aquí una adolescente se mete con los pájaros), un pintor lunático que pinta cuadros con cabezas reventando contra el suelo, un valle donde el hambre es un recuerdo que mejor no despertar, un enano al que se le complica atender su restaurante a orillas de la ruta, un hermano deprimido frente a una familia feliz, un extraño personaje que sufre una regresión a la niñez dentro de una juguetería...
Desde publicado “El núcleo del disturbio” (Planeta, 2002) Schweblin cumplió con una beca en Oaxaca, México; asistió a lecturas y presentaciones de libros propios y ajenos; salió de gira para promocionar las antologías en que ha participado y publicó varios de sus relatos en algunas revistas.
Lo cierto es que una cosa se confirma con “Pájaros en la boca”, su segundo libro: Samanta Schweblin es ya una de las voces, uno de los estilos más originales de la narrativa actual argentina. Algo que tanta falta nos hace cuando -como lectores, como náufragos felices de la próxima página que somos- nos vemos rodeados por miles y miles de repetidas olas que nunca nos dejan en la costa de la estética literaria.

domingo, 24 de mayo de 2009

A pedido de un amigo...

Quiero contarles algo que me tocó vivir en estos días. Resulta que hay un grupo de personas que recuperó al costado de las vías del ferrocarril Sarmiento, un basural, para convertirlo en una huerta. El emprendimiento nació por iniciativa de una asamblea barrial allá por el año 2001. El espacio se llama “huerta orgázmika” (http://orgazmika.blogspot.com/) y es un lugar donde se siembran todo tipo de plantas y hierbas naturales, donde no se le aplica ningún herbicida químico, ni glifosato, ni nada que se le parezca. Además este emprendimiento comunitario y ecológico también incluye cursos de panadería, de plantas medicinales y se les da de comer a chicos que viven en las calles y se matan con el paco, cosa que al Estado no le interesa.
La huerta ha sufrido varios intentos de desalojo, pero mediante la lucha de los vecinos obtuvieron fallos favorables que les permitía usar ese lugar, que antes era basura. Este lunes a las 4hs de la mañana, se produjo el desalojo. Ingresaron policías y miembros de infantería junto a funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Además de golpear a 3 personas que se encontraban en el lugar, con topadoras, destruyeron todas las frutas, un horno de barro, un invernadero, verduras, hierbas, árboles y flores, de la misma manera que se desmonta en el interior del país, para luego sembrar soja y/o pinos. Lo notable de todo esto, fue que al momento de desalojar, no contaban con ninguna orden de desalojo, sino con un informe de Defensoría del Pueblo que adjudicando que el lugar representaba una amenaza de Dengue. Durante ese día se produjeron manifestaciones y acampes en el lugar, con corte de calle.
Al mediodía del martes, un grupo de manifestantes se dirigió al CGP N° 6, donde fueron violentamente reprimidos por la policía. Esto continuó a modo de “cacería humana” por las calles del barrio. Un grupo se refugió en un centro cultural llamado “La Sala”. Los efectivos policiales, ingresaron igual que en la última dictadura, por los techos y por las puertas, sin orden de allanamiento. En el lugar se detuvo y golpeó a mucha gente, incluyendo a una mujer embarazada. Los detenidos fueron mas de 20 y una persona ingresó con fuertes golpes al Hospital Durand. Entonces, al no contar con la mayoría de los medios de comunicación (¿todos?), se hizo una cadena con celulares, Internet y la radio comunitaria “La Tribu”, para convocar gente afuera de la comisaría y repudiar la represión brutal con métodos que se usaron en la dictadura; además de exigir la liberación de los presos. La convocatoria obtuvo resultados: estudiantes, vecinos, trabajadores, incluso medios televisivos. Pasando las horas, liberaron a los detenidos y se hizo otra marcha hacia la huerta con posterior asamblea. Cuando por la noche y luego de un día tan largo, vuelvo a mi casa, prendo la televisión y veo que TN había informado sobre lo ocurrido. La información estaba dentro de la sección “estado del tránsito” y decía: “Tránsito cortado en Caballito, por protesta de un grupo de personas, pidiendo por detenidos acusados de haber usurpado un terreno al lado de las vías donde se sembraba marihuana”. Este (¿todos?) medio independiente, nunca mencionó ni los métodos represión propios de la dictadura, ni la violencia, ni el trabajo que se hacía desde esa huerta orgánica. Minimizó todo a: usurpación y drogas. La persona que lea esto sabrá o no entender, como un medio de comunicación masivo, en 5 segundos de una sección del “estado del transito” tira por la borda, todo el trabajo comunitario, desde abajo, ecológico y lleno de flores, que esta huerta generaba. El Estado reprime y mata, la oposición defiende a los multimedios, otros siembran los surcos para un mundo nuevo.

Leonardo Hayden

jueves, 21 de mayo de 2009

Cuentos del sueño (3)

Cada cincuenta cuadras, la ciudad se corta en pedazos. Por ley, por ocurrencia de no sé qué arquitecto o perito en catastro, la ciudad está obligada a cortarse cada cincuenta cuadras. Lo único que queda, durante esos doscientos metros libres que exige la ley, es descampado, terreno baldío donde a la gente sólo se le permite sembrar árboles o criar ganado. O pollos, o patos, cualquier tipo de animales.

Pero lo mejor es que así puede verse la parte trasera de las cosas, de las casas, de todo lo rodea ojos atrás desde que nos levantamos hasta que volvemos al sueño. Y si de algo uno puede estar seguro, es que con ese agujero en medio de la ciudad, la ciudad respira.

Yo manejo.

martes, 19 de mayo de 2009

Margaritas a los chanchos 5.0


Este jueves 21 de mayo, estará en el aire de la Pura el quinto programa de Margaritas a los chanchos.
En esta oportunidad entrevistaremos al escritor y amigo Gabriel Báñez. Estaremos analizando los contenidos sexuales de las letras de Soda Stéreo. Escucharemos canciones relacionadas con el vecino país del Paraguay. Atenderemos la historia de una banda desconocida. Y -adelantándonos al recital que harán en breve en nuestra ciudad, en el mes de junio- escucharemos algunas canciones de La Doblada.
Che: no se pierdan el jueves 21 de mayo la quinta edición de Margaritas a los chanchos: un rescate emocional. Por la Pura. Y por amor a la inutilidad del arte.

lunes, 18 de mayo de 2009

A 20 AÑOS DEL DESMORONAMIENTO


En 1979, Pink Floyd editó el que sería uno de los mejores discos conceptuales de la historia del rock, platino en más de veinte ocasiones, uno de los más vendido en los años ‘70 y en el tercer lugar de los más vendidos de todos los tiempos: The wall. Traducido como “La pared” o “El muro”, fue escrito por el bajista y vocalista de la banda, Roger Waters, que por entonces contaba con sólo 35 años. Allí, entre otros tópicos, se habla de la pared como modo de protección ante un mundo violento, vejatorio y humillante; de las distancias existentes entre los hombres, los a veces infranqueables abismos internos y aquellos que los dividen entre los unos y los otros, entre el nosotros y el ellos. De hecho, Pink, el personaje de la ópera rock, alucina convertirse en un dictador fascista, la cara opuesta a su verdadera identidad.

No es de extrañar, entonces, que fuera el propio Waters (inglés y con su padre muerto en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial) quien pusiera en escena The Wall en Berlín el 21 de julio de 1990, junto a otros grandes del género como Bryan Adams, Sinéad O'Connor, Van Morrison, Cyndi Lauper y Scorpions, para conmemorar la caída del Muro, hecho que significó, también, la creación de World War Memorial Fund for Disaster Relief, una fundación que lucha contra las instancias bélicas y sus consecuencias.

El gran merito de The Wall es, entonces, cómo de una experiencia personal devenida en producto artístico, la obra tomó un tinte universal hasta convertirse en símbolo y espejo de aquello que permaneció en pie (física, ya no metafóricamente) durante casi una treintena de años: el Muro de Berlín.

A este y al otro lado del muro

En un principio, el Muro fue parte de las fronteras intra-alemanas: 45 kilómetros que dividían Berlín en dos y 115 kilómetros que separaban Berlín Occidental de la República Democrática Alemana; que se ubicaba entre la Comunidad Económica Europea (predecesora de la UE) y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), entre la OTAN y los integrantes del Pacto de Varsovia, entre las dos ideologías políticas y bloques dominantes en lo económico-cultural que se enfrentaban en la Guerra Fría: el comunismo y capitalismo, Oriente y Occidente.

El plan de la construcción fue un secreto de estado de la administración de la RDA. Fue el Presidente del Consejo de Estado, Walter Ulbricht, quien utilizó por primera vez el concepto de muro, dos meses antes de su construcción. Se dice que, entre 1949 y 1961, unos 3 millones de personas abandonaron la RDA desde Berlín Oriental. Y así, en la noche del 12 al 13 de agosto de ese año, sin previo aviso, se construyó el muro completo.

Hasta su caída, la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, cuando los ciudadanos de una y otra Alemania se recibieron con entusiasmo, bebiendo cerveza en los bares próximos al muro, entre flores, música, picos y martillos, llevándose incluso algunos fragmentos como souvenir.

Más allá del The wall berlinés

Los grandes teóricos de la Historia suelen sostener que los siglos no acaban ni comienzan en un nueve o un cero, sino cuando los grandes hitos de la humanidad los demarcan. Algo así sucede con la caída del Muro de Berlín en 1989, que es, para muchos, cuando termina el siglo XX.

A pesar de que los hombres seguirían construyendo con otros ladrillos, otras paredes en otras partes del mundo (Israel, Estado Unidos de Norteamérica), hace 20 años, una gran barrera humana era deshecha, para que Waters pudiese cantar, parodiando y sobreponiéndose al dictador fascista que le dio origen, “tear down the wall”.


(Nota aparecida en la revista Gabo. Mayo de 2009)

Aguante Gimnasia y Esgrima de Jujuy


domingo, 3 de mayo de 2009

Margaritas 4


El próximo jueves 7 de abril, estará en el aire de la Pura el programa número 4 de Margaritas a los chanchos. En el bloque literario, cerraremos el tema de los escritores bartleby, con un invitado especial como partenaire en el bloque.
Luego, entrevistaremos a Raúl Porchetto, y escucharemos, por supuesto, un par de canciones suyas. Vamos a tener también dos canciones de un alto contenido erótico a la vez que humorístico. Y le daremos un espacio a una banda con fuertes nexos locales: Teleporter.
De regalo para nuestros oyentes, irán un disco con las canciones de los tres primeros programas de Margaritas a los chanchos, y un rico trago: Margaritas (¿cuál otro?) preparado en vivo en el estudio de la Pura por un barman muy especial.

sábado, 2 de mayo de 2009

Cuentos del sueño (2)

En eso estoy pensando cuando golpean la puerta. Bajo y veo que es Marta. Está ebria, muy ebria. Para decirlo mejor, tiene un pedo que no se puede mantener en pie. Está al borde del llanto, se le frunce la cara, las arrugas se le amontonan en una mueca chueca y parecen cambiársele de lugar. Todo eso en la puerta de mi casa.

-Vengo de una cena con amigos -me dice-, con el Chueco, ¿te acordás del Chueco? -como si yo pudiese encontrar un vínculo entre una cosa y otra-. Estuvimos cenando en 21, un bar, ¿lo conocés?

Claro que lo conozco. Pero miente. Marta miente. Puedo darme cuenta perfectamente de que está mintiendo. Ni fue al bar ni estuvo con el tal Chueco ese.

- Me compré una casa -dice-. Toda blanca, cuatro habitaciones, con escaleras... como esta -y mira hacia arriba, la ventana de mi habitación-. Tenés que conocerla, no sabés qué linda que es... Tomá. Te traje un disco de regalo.

Estira la mano, con timidez pero también con sorna. Es un disco pirata, de esos truchos, grabado en casa, marca Acme. Sobre la tapa hay algo escrito con fibra solvente: “Jorgelina Lurnet y los dioses del sueño”.

-Te lo regalo -dice Marta. Y no dice más, y desaparece.