jueves, 27 de noviembre de 2008

Un cuento de Iña


¿De qué habla este relato de Ignacio? ¿Es una forma de contar la vida entera de un hombre en dos páginas (sin que el narrador te diga si es presente, pasado o futuro) o habla de nuestros imprescindibles 10 elementos?

La Historia de Martín Baden

Todo comenzó allá por 1988. En esos tiempos nosotros vivíamos dentro de una gran bolsa, la que algunos llamaban panza. Después de 9 meses salimos a la luz y empezamos a crecer. A buscar la forma de cumplir nuestra funciones.

Las funciones las recibíamos del patrón, Martín. Había que cumplirlas, fueran cuales fueran. No importaba si alguno de nosotros podía morir o lastimarse, sólo cumplíamos las órdenes, fueran cuales fueran

Después de esa etapa llegó la más peligrosa, pero divertida.

Ahora las órdenes eran más rápidas y arriesgadas. Nosotros, con tanto juego y trabajo, nos hicimos mas fuertes y confiables. Cada vez recibíamos más órdenes y las cumplíamos a todas. La responsabilidad para nosotros era mucha.

En la siguiente etapa las cosas seguían difíciles, pero teníamos algo nuevo: las mujeres. Aunque para el patrón había cantidades de conflictos y problemas que resolver, por lo que podíamos escuchar, o al menos eso era lo que nos contaban las muñecas.

Las mujeres eran algo de lo más hermoso. Eran como nosotros, con las cuales jugábamos y nos acariciábamos y muchas otras cosas.

En la siguiente etapa, empezamos a vernos con una mujer casi a diario. Muchas veces hasta dormíamos juntos.

En esa época trabajábamos mucho, constantemente teníamos que apretar teclas, una tras otra, cada vez con más velocidad. Estábamos fuertes pero a su vez cansados, no tan ágiles como en épocas anteriores.

En los años siguientes las cosas cambiaron mucho. Fue donde vivimos un gran cambio. Dejamos de apretar teclas y pasamos a apretar botones, manejar taladros y cuchillos filosos. Los riesgos eran máximos. En muchos de los trabajos sufríamos golpes o cortes.

En uno de ellos sufrimos el peor de todos los dolores: la pérdida de uno de nosotros. Era el gordito tranquilo y trabajador del equipo. Habiéndolo perdido las cosas no fueron las mismas. Todo costaba mucho más.

Después de tanto trabajo, llegó nuestro turno de descansar. Éramos viejos y poco teníamos que hacer, así que disfrutamos del descanso, el cual más tarde se nos hizo eterno.

1 comentario:

Fede dijo...

Justo entraba a quejarme (de quejón nomás) de que hacía rato que no actualizabas... y me encuentro con varias cositas que leer. Gracias Carbo.