lunes, 17 de mayo de 2010

Acerca de sus tres últimos libros, por Adela Basch.

-Usted suele trabajar mucho con la historia para los más chiquitos. Belgrano, San Martín... ¿Cómo es bajar temas a veces tan complicados, como es la historia argentina, para chicos de tan poca edad?

Desde mi punto de vista, muchas veces los temas relacionados con la historia nos resultan muy complicados. Pero creo es así sobre todo por las cantidad de ideas hechas de antemano que tenemos sobre ellos. Cuando se busca lo que estos temas tienen de esencial, de medular, de central (mejor dejo de buscar sinónimos) y, de acuerdo con los criterios que cada uno tiene, se encuentra lo que late en el corazón de cada tema, toda complicación pareciera disolverse. En el fondo, lo fundamental es sencillo.
Tomemos, por ejemplo, a Belgrano y San Martín. Se destacan en ellos, siempre desde mi manera de ver, algunos rasgos sobresalientes: el amor a la libertad; el actuar pensando en el beneficio de su pueblo y no de sí mismos o de su bolsillo; el desinterés por adquirir poder, riquezas o prestigio; la capacidad de entrega total a un ideal y la osadía de desafiar lo establecido.
Contrariamente a lo que muchas personas creen, los chicos no son tontos. Pueden captar estas ideas y relacionarlas con su vida y con el mundo.
Por otra parte, es necesario mencionar la cuestión del lenguaje. Creo que para acercar a los chicos a cualquier tema, por complicado o solemne que parezca, es conveniente usar un lenguaje coloquial, familiar, divertido y, si es posible, que tenga magia.
-¿Cómo fue pensar estos tres libros para Alfaguara, teniendo en cuenta que la historia parece tomar otra relevancia en el Bicentenario?

Pensar los tres libros que escribí para Alfaguara significó para mí, por un lado, ver qué aspectos del pasado se mantienen actuales en este momento y, por el otro, cómo se percibe lo que sucedió hace doscientos años desde la perspectiva del hoy.
También fue una búsqueda que apuntó a desolemnizar o desacartonar sucesos y figuras históricas que suelen presentarse de una manera muy rígida, muy estructurada y plagada de lugares comunes. Y creo yo que esta manera tan remanida de presentar la historia opaca el significado que pueden haber tenido los hechos y el extraordinario valor de sus protagonistas. Es decir, en el fondo, nos da una visión de la historia que nos estafa.
Y al mismo tiempo, escribir estos libros para Alfaguara fue un ejercicio de ampliar mi propia manera de ver para poder presentar el mismo tema en tres diferentes obras de teatro dirigidas cada uno a chicos de distintas edades.

-¿Abran Cancha editó algo respecto al Bicentenario?

Abran Cancha no editó nada respecto del Bicentenario. Para resumir las razones podría decirte esta frase: “No se puede estar en dos lugares al mismo tiempo”. Si me comprometo a escribir sobre un tema para una editorial determinada, lo hago solo para esa editorial. Por un lado, porque mi capacidad no es tan grande como para escribir muchos libros sobre la misma temática sin empezar a repetirme. Y por el otro, creo que es una cuestión de ética.

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