viernes, 7 de septiembre de 2007

¡SOS UN BALA!

Un par de amigos han opinado en relación a esto que leerán a continuación: “Hay que ser muy pelotudo o muy egocéntrico”. “Así da gusto salir a buscar argumentos. Se sugiere no copiar el método”. En breve, un ensayo literario al respecto... (La nota es de Clarín, como comprobarán en la extensión del título)

Condenan a un escritor polaco que convirtió en novela
el crimen del amante de su ex mujer

Kristian Bala fue sentenciado a 25 años de cárcel tras ser hallado culpable del asesinato cometido en diciembre de 2000. El escritor publicó una obra titulada Cólera, en la que narra el homicidio con tantos detalles que lo terminó convirtiendo en principal sospechoso.

El crimen conmovió a Polonia en diciembre de 2000. El cadáver mutilado de un empresario apareció flotando en el río Oder, en la ciudad de Wroclaw, cerca de la frontera con Alemania. Tenía las manos atadas detrás de la nuca y signos de haber sido torturado.

Tres años después, el polaco Krystian Bala publicó Amok, una novela en la que narra el asesinato con demasiados detalles. Tantos, que el escritor se convirtió en sospechoso del homicidio. Era un crimen casi perfecto, hasta que apareció en las librerías.

Bala fue condenado ahora a 25 años de prisión por matar al amante de su mujer y utilizar el crimen como argumento para escribir la obra. "Amoku", o "Cólera" en español, fue publicada en 2004 y pronto alcanzó gran popularidad en Polonia por las precisas descripciones.

El escritor se declaró en todo momento inocente, aunque la Justicia halló claras similitudes entre el crimen del libro y el verídico, cuya víctima, Dariusz J., mantenía un romance con la esposa del escritor.

En la novela, como también sucedió en la realidad, los celos llevan al protagonista a secuestrar al amante de su mujer por tres días. Lo mantiene encerrado en un sótano y finalmente lo apuñala y lo tira atado al río Odra, donde muere ahogado.

La policía comenzó su investigación en 2005 y la similitud entre los dos homicidios fue fundamental para acusar a Bala. ¿Un escritor tozudo que busca hasta los datos más ínfimos, o un asesino tan satisfecho con su crimen que decide volcarlo en una obra de ficción?

Fue esto lo que trataron de dilucidar los investigadores que, casi siete años después, decidieron no dar por cerrado el macabro caso. Dariusz J. era dueño de una pequeña agencia de publicidad. La novela cuenta detalles que sólo podía conocer la policía o el asesino.

Si bien Bala siempre dijo ser inocente, otras "coincidencias" complicaron al autor. Tras el hallazgo del cuerpo del empresario, las investigaciones determinaron que era un hombre respetado, exitoso y solvente. A primera vista, no había motivos para el brutal asesinato.

En su momento, la investigación policial no dio resultados concretos. Tal vez la pista más significativa fueron unos correos electrónicos que llegaron a un programa de la TV polaca desde Indonesia y Corea del Sur, que describían el asesinato como el "crimen perfecto".

Cinco años después, la policía recibió una llamada anónima. "Lean el libro Amok", sugería. El inspector jefe Jacek Wroblewski quedó helado con lo que encontró en esas páginas.

Contenían detalles realmente íntimos sobre el homicidio. Investigaciones posteriores mostraron que el empresario muerto era amigo de la ex esposa del escritor. Bala fue arrestado e interrogado, pero tres días después quedó libre por falta de pruebas.

El denuncia que fue golpeado e insultado. "Parecía que habían aprendido el libro de memoria. Me preguntaban sobre cada detalle", contó luego. "La policía tomó mi libro como si fuera una autobiografía y no una obra de ficción", se defendió.

Su ex esposa declaró en el juicio que el joven "era un obsesivo" que quería controlarla todo el tiempo. Además, los investigadores descubrieron que cuatro días después del crimen Bala vendió por Internet un teléfono celular igual al que tenía la víctima, que nunca apareció.

Y que estuvo en Indonesia y Corea del Sur, practicando buceo, justo cuando se recibieron aquellos sugestivos mensajes. Bala fue sometido a un detector de mentiras, digno de una novela policial, y salió airoso.

Su abogado afirma que las evidencias contra su cliente son pobres, pero el fiscal pidió 25 años de cárcel y ahora la Justicia lo teminó condenando dándole un broche final a este crimen que parecía perfecto.

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