domingo, 29 de mayo de 2016

Bicentenario 2016: Cecilia Repetti


¿Cómo se pensó la colección y cuál fue el proceso?

Los libros que pertenecen al proyecto del Bicentenario se integraron dentro de la colección El Barco de Vapor, no se creó una serie ad hoc. Esta colección tiene ganado su lugar en el campo de la literatura infantil y juvenil, con autores de prestigio y gracias a su calidad literaria y estética.

¿Cómo se seleccionó a los autores? ¿Fueron obras a pedido o entregadas anteriormente?

Conocer la obra y el estilo de un autor y de qué modo construye su mundo literario es lo que permite al editor “elegir” de algún modo quién escribirá sobre el tema. Esto no es excluyente ni determina el resultado final, que está en relación directa con el proceso creativo. En el caso del Bicentenario, hubo una invitación inicial, pero la obra terminada tiene la impronta del autor, que decidió libremente qué y cómo contar su historia. Así es el caso de La maldición del arribeño, de Sebastián Vargas, o de El fantasma de Francisca, de Mario Méndez; ambas de la serie naranja de El Barco de Vapor aunque muy diferentes.

¿Y las edades y el género literario a abordar?

Se construye del mismo modo y no es determinante. Muchas veces un catálogo precisa fortalecer cierta franja, y luego del pedido, el tratamiento o la temática obligan a repensar la edad del lector. En cuanto al género, predominantemente narrativo, no invalida otras propuestas. Como el caso de Me contaron de Tucumán, de Florencia Esses, en el que aparecen cuentos, coplas, cielitos y hasta recetas del arroz con leche.

Este tipo de ediciones, ¿soportan el paso del tiempo y se sostienen en la venta? ¿Las editoriales promocionan especialmente esos títulos?

Por supuesto que soportan el paso del tiempo, en tanto se trata de literatura. Si bien hay un contexto histórico, que genera mayores ventas en una época específica (en este caso, hablamos del Bicentenario), las obras, si son de calidad, permanecen en el catálogo por muchos años.

Este tipo de movimientos editoriales ligados a circunstancias históricas, ¿fomentan y amplían la posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar los textos en clase con los niños?

Las visitas de autores a las escuelas son parte del encuentro de los autores con sus lectores, una práctica que se sostiene desde hace años. Obviamente que la demanda de los autores que escriben sobre el Bicentenario es mayor. Contar sobre cómo se documentaron, qué decisiones tomaron a la hora de escribir y cuál fue el resultado final es fascinante.

¿Cómo se hace para “llevar a los chicos a 1816”, un lugar fundacional y necesario de la historia argentina, desde la literatura?

Si bien puede ser complejo explicar la realidad de la historia argentina, la literatura se permite evocar libremente y convocar como sabe hacerlo. Contando una buena historia más o menos cercana a los hechos. Aquel baile del 10 de julio de 1816, de Ricardo Lesser, recrea un hecho festivo que efectivamente sucedió al día siguiente de la Declaración, y para ello se convoca a protagonistas de la época, como el general Manuel Belgrano o el niño Juan B. Alberdi.


No hay comentarios: