domingo, 29 de mayo de 2016

Bicentenario 2016: Liliana Cinetto


¿Cómo creés que se puede llevar a los chicos lectores a un lugar fundacional y necesario de la historia argentina como es 1816? ¿Cómo lo intentaste desde tu libro?

Justamente se puede llegar a través de la literatura. Un libro de historia que solo repite fechas, nombres, hechos... puede tornarse frío, volverse distante para un pequeño lector. Pero la literatura nos hace conocer épocas que no vivimos, nos hace viajar a sitios que no conocemos, nos sumerge en circunstancias reales o imaginarias de la mano de los protagonistas, nos hace sentir, emocionarnos, reír o llorar con ellos. Creo que ese es el secreto y eso es lo que intenté en mi libro Un misterio en Tucumán. Llevar a los chicos de este siglo de la mano de la ficción a ser testigos de ese momento fundacional de la Argentina, como si hubieran estado allí.

¿De qué se trata Misterio en Tucumán?

Es la historia de dos chicos amigos, muy traviesos que se meten en líos siempre. Uno de ellos es José Ignacio, el hijo de Bernabé Áraoz, el gobernador de Tucumán en 1816. Por eso y porque Tucumán era muy pequeño en aquella época, apenas un puñado de manzanas, él y Gregorio, su amigo, se enteran de todo lo que ocurre. No hay que olvidar que incluso los congresales tuvieron que alojarse en casas de familias y conventos. Lo cierto es que los dos descubren un misterio y tratarán de develarlo entre confusiones y enredos graciosos que divierten y mantienen en suspenso al lector.

¿Es esta tu primera novela histórica? En ese caso, ¿qué significó para vos encarar ese género?

Es mi primera novela histórica, pero no mi primer libro histórico porque antes escribí la serie Perros con historia, cuentos de los parientes del perro Ambrosio, que vivieron en la Prehistoria, en el antiguo Egipto, en la Antigua Grecia y entre los vikingos. Cuando uno escribe un texto histórico, primero debe investigar mucho para tener datos que permitan crear el contexto en el que se va a desarrollar la ficción. Ese es el límite, la frontera que uno no puede atravesar. Pero dentro de este marco se puede crear, imaginar, inventar... En este caso tuve que ser muy estricta. Porque en Un misterio en Tucumán hay personajes reales, fechas ciertas, sucesos que ocurrieron y eso no puedo modificarlo. Fue como armar un rompecabezas. Las piezas reales las tenía al investigar. Las de la ficción las inventé.

¿Cómo ves las ediciones que se preparan especialmente para determinadas fechas patrias o hechos históricos relevantes? ¿Creés que este tipo de proyectos editoriales soportan el paso del tiempo y se sostienen en la venta? 

Creo que es una excelente opción, si esas ediciones son literarias, es decir, si cuentan historias y no pretenden enseñar nada ni ser didácticas. La novela histórica es muy bien recibida por el público incluso el infantil. Pero siempre siempre debe primar la literatura. En ese caso soportan el paso del tiempo. Ocurrió con excelentes libros que se escribieron para el bicentenario del 25 de mayo hace ya varios años que se siguieron vendiendo muy bien. Además  hay miles de ejemplos de novelas historias que son best sellers en el mundo. Por supuesto las editoriales deben aprovechar este momento, pero no sacan del catálogo esos títulos el año que viene. Saben que este año es solo un buen momento para presentarlas. Pero el 9 de julio y la declaración de la independencia se recuerda todos los años.

Estas propuestas editoriales ligadas a circunstancias históricas, ¿fomentan y amplían la posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar los textos en clase con los niños?

Hay autores como yo que visitamos muchas escuelas siempre. Tal vez esto amplíe las posibilidades con otros que no lo hacen. Pero lo más importante para mí es que el chico disfrute de la lectura, que quiera leer ese libro aunque se lo haya pedido la maestra ,una mediadora de lectura, imprescindible en literatura infantil. Mucho más que conocer al autor, lo importante es que el autor cautive con su libro para que los chicos se conviertan en lectores por elección. Porque la vida es mejor con libros y porque los libros nos hacen más libres.

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