El monstruo del arroyo, de Mario Méndez: una bella aventura en un pequeño pueblo del interior, con políticos corruptos y una historia -terrible y maravillosa- que se revelará al final, más allá de la develación misma del misterio.
El lector, de Bernard Schlink: el amor, la guerra, el nazismo, la vida... todas esas palabras, sencillas y potentes a la vez, en una novela que no puede dejar de leerse. Empezá y probá a dejarla para mañana...
El Viejo Gesell, de Guillermo Saccomanno: la playa gesellina es muy linda, pero detrás del pueblo hay un historia humana genial. Y Saccomanno la cuenta a modo de crónica. Atrapante.
Invisible, de Paul Auster: el neoyorquino vuelve a sus mejores momentos, con una historia que va de las relaciones interpersonales a la política social, y de los tapujos sexuales a la multiplicidad de voces. Vale la pena volver a Auster.
El evangelio según Van Hutten, de Abelardo Castillo: un clásico del clásico Castillo. Una novela sobre la teología y la religión cristiana. Nunca preguntes de que se trata: just read it!