DIA DIEZ
Cuarentena. Aislamiento. Encierro. Reclusión. Si sigue así
vamos a terminar en cautiverio.
El que no debe estar preocupado con el aislamiento es el
Indio Solari.
Todo empezó en China. Es el regreso de Mao.
Vamos, vamos, aguantemos hasta el 15, que resucitamos todos cuando
esta garcha termine en Semana Santa.
Wasap: “no quiero ni saber lo que va a ser tu diario al
final de la cuarentena”.
Yo tampoco.
Con Germán estuvimos hablando de Joseph Roth, de Abelardo
Castillo y de Juan Forn. ¿Es posible que dos notas, sobre dos autores
diferentes, lleven el mismo título? Sí, por supuesto.
DIA ONCE
PDE: Ayer jugué a los autitos con Andrés y Vera en el patio.
Volví a tener ocho años.
Las listas de supermercado. Esa forma de conquistar el Asia
sin bajarse del caballo.
PDE: Me he acostado a las once, a la una y media, a las tres.
En unos días me veo contemplando el amanecer fresquito como una lechuga.
Hoy mi señora esposa salió en auto al supermercado, de
vuelta reventó un neumático (no sirve más, no me gusta ese tajo), el auxilio
estaba desinflado (está mírame y no me toqués, como nosotros con el aislamiento,
suerte que me lo infló el vecino del coronavino), no hay un mango para comprar
neumático nuevo. Esto huele a plaga de Egipto. ¡Maldito Flanders!
PDE: Estoy a un paso de convertirme en Charles Manson,
Andrei Chikatilo y Edmund Kemper todo en uno.
El arte nos va a salvar. Idea equívoca aquella de que el
artista es el marinero que se ahoga en las aguas de la coyuntura. Las
transmisiones en vivo de músicos y escritores por redes sociales nos hacen
creer en un mundo mejor, aunque en un mañana subsista aquella máxima
nietzscheana de que los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda
descender de ellos.
DIA DOCE
Fatigosa incompatibilidad entre la apología de asesinos
seriales y el panegírico a favor del arte en tiempos del Colera19. Esa
contradicción, el sello de nuestros días.
PDE: Hemos olvidado completamente de qué se trata levantarse
temprano.
Valeria le saca una porción de comida a Vera de su plato.
Vera: “mamá, la comida no se comparte por la enfermedad”.
Ya pasamos por los Redondos, Virus, Charly, Soda. Y volvemos
a dos de ellos: cómo el rock nacional (eso que, según Charly, no existe) le
cantó a la cuarentena antes de que sucediera: “Atrapado en mi libertad” y “Estoy
verde, no me deja salir”.
Vera: “¿sabés que los espejos no hacen ruido?”. Ni Borges
puso esa carta sobre la mesa.
Al final John y Yoko tenían razón. Había que quedarse en la
cama.