¿Cómo se pensó la
colección y cuál fue el proceso?
Los
libros que pertenecen al proyecto del Bicentenario se integraron dentro de la
colección El Barco de Vapor, no se creó una serie ad hoc. Esta colección tiene ganado su lugar en el campo de la
literatura infantil y juvenil, con autores de prestigio y gracias a su calidad
literaria y estética.
¿Cómo se seleccionó a
los autores? ¿Fueron obras a pedido o entregadas anteriormente?
Conocer
la obra y el estilo de un autor y de qué modo construye su mundo literario es lo
que permite al editor “elegir” de algún modo quién escribirá sobre el tema.
Esto no es excluyente ni determina el resultado final, que está en relación
directa con el proceso creativo. En el caso del Bicentenario, hubo una invitación
inicial, pero la obra terminada tiene la impronta del autor, que decidió libremente
qué y cómo contar su historia. Así es el caso de La maldición del arribeño, de
Sebastián Vargas, o de El fantasma de Francisca, de Mario Méndez; ambas de la
serie naranja de El Barco de Vapor aunque muy diferentes.
¿Y las edades y el
género literario a abordar?
Se
construye del mismo modo y no es determinante. Muchas veces un catálogo precisa
fortalecer cierta franja, y luego del pedido, el tratamiento o la temática
obligan a repensar la edad del lector. En cuanto al género, predominantemente
narrativo, no invalida otras propuestas. Como el caso de Me contaron de Tucumán,
de Florencia Esses, en el que aparecen cuentos, coplas, cielitos y hasta
recetas del arroz con leche.
Este tipo de
ediciones, ¿soportan el paso del tiempo y se sostienen en la venta? ¿Las
editoriales promocionan especialmente esos títulos?
Por
supuesto que soportan el paso del tiempo, en tanto se trata de literatura. Si
bien hay un contexto histórico, que genera mayores ventas en una época específica
(en este caso, hablamos del Bicentenario), las obras, si son de calidad,
permanecen en el catálogo por muchos años.
Este tipo de movimientos
editoriales ligados a circunstancias históricas, ¿fomentan y amplían la
posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar los textos en
clase con los niños?
Las
visitas de autores a las escuelas son parte del encuentro de los autores con
sus lectores, una práctica que se sostiene desde hace años. Obviamente que la
demanda de los autores que escriben sobre el Bicentenario es mayor. Contar
sobre cómo se documentaron, qué decisiones tomaron a la hora de escribir y cuál
fue el resultado final es fascinante.
¿Cómo se hace para
“llevar a los chicos a 1816”, un lugar fundacional y necesario de la historia
argentina, desde la literatura?
Si
bien puede ser complejo explicar la realidad de la historia argentina, la
literatura se permite evocar libremente y convocar como sabe hacerlo. Contando
una buena historia más o menos cercana a los hechos. Aquel baile del 10 de
julio de 1816, de Ricardo Lesser, recrea un hecho festivo que efectivamente sucedió
al día siguiente de la Declaración, y para ello se convoca a protagonistas de
la época, como el general Manuel Belgrano o el niño Juan B. Alberdi.