EL RESCATE
A fines de 2016, casi en paralelo con el tomo II de Los diarios de Emilio Renzi (Los años felices), Ricardo Piglia
publicó en Tenemos Las Máquinas, pequeña editorial independiente de apenas
cinco años de vida, Escritores
norteamericanos, una serie de notas escritas allá por 1967. En su momento
fueron pensadas para acompañar una selección de cuentos que editó Tiempo
Contemporáneo, bajo el pulso del gran Jorge Álvarez y Pirí Lugones.
“Mi entusiasmo por la narrativa norteamericana, comprendo
ahora, fue una reacción frente a la influencia de Borges y Cortázar, que hacían
estragos entre los escritores de mi generación”, confiesa Piglia en la Nota a la edición. “La invasión, mi primer libro de cuentos, publicado también ese año
1967, tiene, creo, la marca de esas lecturas”.
-El libro surgió como un ofrecimiento de Ricardo –cuenta
Julieta Mortati, directora de Tenemos Las Máquinas-. Él conocía la editorial y
yo trabajaba como asistente suya. Como él dice en el libro, escribió esos
perfiles como prólogos a la antología Crónicas
de Norteamérica, y para esta edición decidió sumarle el artículo “Cuentos
policiales norteamericanos”, que también había editado con Jorge Álvarez. Para
el prólogo armó una secuencia de notas del diario y le sumó otras nuevas. El
libro finalmente terminó saliendo en diciembre, con el reciente triunfo de
Trump, en una tapa rojo Mao.
Las entradas del diario a las que se refiere Mortati pertenecen al ‘67, pero se le anexaron una de 2015 y otra de 2016. Escribe
Piglia: “Transcribo aquí los apuntes de mi diario, donde anotaba la marcha del
trabajo y sus condiciones materiales. Espero que el interesado o precavido
lector encuentre ahí el clima de esos tiempos a la vez alegres y fervorosos”.
Escritores
norteamericanos está compuesto, básicamente, por pequeñas biografías
trabajadas por el bisturí de la palabra y atravesadas por la estructura -no el
tono- de aquellos prólogos de prólogos de Borges; reseña bibliográfica a la vez
que crítica literaria, se fusionan Faulkner, Fitzgerlad, Hemingway, Updike y
Capote con Sherwood Anderson, James Purdy, Ring Lardner y Erskine Caldwell.
Queda claro que resulta extraño atenerse a la lectura de un
texto que referencia pero no incluye la obra literaria del autor citado, pero
eso, en algún punto, deja de extrañar: cada nota de Piglia es, de todos modos,
una clase de literatura en sí misma.
LOS APÓCRIFOS
En la página 111 del tomo II de Los diarios..., en una entrada perteneciente al año 1969, se lee:
“‘Sólo se pierde lo que realmente no se ha tenido’, Borges. Usaré esta cita
como epígrafe de mi próximo libro”.
De hecho, Piglia la utilizó, pero de manera apócrifa. El
epígrafe de Nombre falso, su segundo
libro de cuentos, editado en 1975 es exactamente la misma frase, pero está
atribuida a Roberto Arlt.
Trescientas páginas más adelante, en una entrada de ese año
de sus diarios, Piglia aclara: “Colocaré una frase de Borges al frente de mi
libro Nombre falso pero se la
atribuiré a Roberto Arlt: ‘Sólo se pierde lo que realmente no se ha tenido’. La
frase no hace más que sintetizar lo que es para mí el ‘tema’ central de ese
libro: las pérdidas”.
Lo que podría sintetizar este gesto literario (tan borgeano,
por cierto) es una idea que viene desde los orígenes de la literatura argentina,
y que linkea directamente con lo que el propio Piglia escribiría pocos años
después en Respiración artificial,
publicado en 1980:
“La primera página del Facundo: texto fundador de la
literatura argentina. ¿Qué hay ahí? dice Renzi. Una frase en francés: así
empieza. Como si dijéramos la literatura argentina se inicia con una frase
escrita en francés: On ne tue point les
idées (aprendida por todos nosotros en la escuela, ya traducida) (...) Pero
resulta que esa frase escrita por Sarmiento (Las ideas no se matan, en la
escuela) y que ya es de él para nosotros, no es de él, es una cita. Sarmiento
escribe entonces en francés una cita que atribuye a Fourtol (...) Sarmiento se
equivoca. La frase no es de Fourtol, es de Volney. O sea, dice Renzi, que la
literatura argentina se inicia con una frase escrita en francés, que es una
cita falsa, equivocada. Sarmiento cita mal”.
Y unas líneas más abajo: “Ahí está la primera de las líneas
que constituyen la ficción de Borges: textos que son cadenas de citas
fraguadas, apócrifas, falsas, desviadas”. Página y media después, se lee: “El
que abre, el que inaugura, es Roberto Arlt. Arlt empieza de nuevo: es el único
escritor verdaderamente moderno que produjo la literatura argentina del siglo
XX”.
Piglia, podríamos arriesgar, entonces, no sólo pone a Borges
a clausurar el siglo XIX (“Borges es anacrónico”; “clausura por medio de la
parodia la línea de la erudición cosmopolita y fraudulenta que define y domina
gran parte de la literatura argentina del XIX”) y a Arlt a abrir las puertas
del siglo XX, sino que, con su propia cita apócrifa de Nombre falso, donde ambos se conjugan, cierra el siglo XX.
LAS OBRAS PÓSTUMAS
Horas después de la muerte de Piglia, Mortati había confesado
en su cuenta de Facebook: “El ciclo de publicaciones de Ricardo Piglia por
suerte no se cierra, aún queda el tercer tomo de los Diarios y varios textos nuevos. Su muerte nos tomó de sorpresa a
todas las que trabajábamos con él porque su salud estaba estable, pero ahora me
doy cuenta de que se pudo haber ido en cualquier otro momento. Ricardo trabajó
hasta que se le paró el corazón, que es lo mismo que decir que no podía
trabajar de otro modo que no fuera con el corazón”.
Hace apenas unos días, la agencia de Guillermo Schavelzon
(agente literario y amigo de Piglia durante décadas, quien fuera parte de aquel renombrado
conflicto legal por Plata Quemada con
Editorial Planeta) emitió un comunicado donde detalla lo que ha de venir.
Además del tomo III de los Diarios, aparecerá Por un
relato futuro. Conversaciones con Juan José Saer, diálogos con aquel por
quien el autor de Respiración artificial
tenía una marcaba admiración; Los casos
del comisario Croce, cuentos que tienen por protagonista al personaje de Blanco nocturno, algunos de los cuales
formaron parte de Antología personal
(FCE, 2014); y Escenas de la novela
argentina, recopilación de clases que diera a través de la TV Pública. A
ello se agregarían los Ensayos Completos;
el citado viaje a China en 1973; La
Argentina en pedazos y otros prólogos, que linkea a un libro anterior,
ilustrado, donde Piglia aborda a Quiroga, Lugones, Cortázar, Viñas, Echeverría
y demás; y la edición de un texto basado en un seminario dictado en la UBA en
los años ‘90.
(Publicado en La Gaceta Literaria el domingo 26 de marzo de 2017)