Esta es una canción que escribí hace muchos años... hoy es - ya - otra cosa...
ANTÁRTIDA ARGENTINA
Qué linda está la Antártida Argentina
cuando llueve
qué rara que es la cara de Belgrano
cuando mira al cielo
qué triste que es
bajar de la escalera
y que vos no estés
Y esto es algo que escribió mi amigo Nicolás hace - también - bastante tiempo... Casi un revisionismo revisitado...
El Calamaro de Carbonel
Por Nicolás Falcioni
Cuánto de real o de ficticio tiene el Calamaro de Carbonel poco importa.
Lo que sí, verdadero es, para la rica intuición del periodista, que arriesga de Calamaro que es músico que “no quiere dejar de serlo”. Por eso el cantor se mete a la lucha que lo lleva a abandonar este mundo, el “real” (las comillas son de él, de Carbonel), por uno propio, “diestro en su condición de particular” (acá son mías). “Con una letra sin canción puede confundirse sencillez con vulgaridad”, dice Calamaro. Y Carbonel denuncia: “el impulso latente de la escritura que, por positivamente simple, lo acerca peligrosamente a la simpleza negativa”.
Carbonel se fija en la mecánica creativa del profuso creador argentino de rockandroles, la desmenuza, y le hace a ello una crónica poética. Calamaro aparece escribiendo canciones como desaforado, y defendiéndolo con potentes argumentos. A Carbonel lo fascina la técnica y también los argumentos: “¿Por qué un músico no va a componer una o más canciones diarias?”. Carbonel hace preguntas geniales, grandes, que apuntan a lo medular de su personaje, de las que esta que cito, quizá sea la mejor: “¿Cuál es el dolor que aqueja a Calamaro?”.
El periodista se detiene también en las imágenes patéticas, en las postales posteriores a los excesos, en “la cuchara usada, las botellas vacías”. Ahora el que pregunta es este otro periodista: ¿Qué ve Carbonel ahí? Y una comprobación: Carbonel tiende a esa zona como algunas estadísticas tienden a la media. En Carbonel hay sentencias calamarianas que terminan embelleciendo la falta de rigor y la chapucería en la que circunstancialmente cae la poesía del propio Calamaro. Por ejemplo, esta: “Al fin y al cabo, hay mujeres que nos recuerdan que hay que ser hombre para olvidar una mujer” ¿Tiene Calamaro una verdad así de real como la de Carbonel?
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