Estado de excepción (J. H.)
La idea de generar un estado de excepción en un texto es lo que lo hace vivo. Y cada registro, cada historia que uno elige contar, merece un estilo, una forma y personajes que hagan verosímil ese estado. Si la historia está bien contada, cosa que no siempre se logra, el texto adquiere vida propia y eso es el estado de excepción: salir de donde estaba para, ahora, ser otra cosa.
Escribir o rescribir (E. R. E.)
“Eso” es rescribir, tarea ingrata si las hay. Similar, a lo mejor, a parir un hijo, tanto con placer como con trabajo, y que vengan tus amigos, lo vean y te digan: No está mal pero le falta esto, lo otro, lo de más allá. ¿Por qué no lo hacés de nuevo? Pero... otra vez a parir lo mismo... Y tienen razón y sabés que tienen razón, pero es difícil escribir diferente algo que ya está escrito (obviamente por uno mismo) ¿Uno puede escribir dos veces? Si parece que cuando lo hace se le caen las palabras con una incontinencia absoluta. Resulta imposible tener duplicada esa energía para un mismo escrito. Pero la realidad es que existen dos tipos de relatos: los efectivos y los no efectivos. Probablemente sea necesario, además de escribir con esa calentura y disfrute casi sexual, jugar al ajedrez con las palabras. Ser un estratega y jugar con el otro. Porque de eso se trata: de proponerle un juego a alguien y que se enganche. Para cuando se quiera dar cuenta va a estar disfrutando más nuestra historia que la mismísima realidad. No conozco nada mejor que contar historias.
La idea de generar un estado de excepción en un texto es lo que lo hace vivo. Y cada registro, cada historia que uno elige contar, merece un estilo, una forma y personajes que hagan verosímil ese estado. Si la historia está bien contada, cosa que no siempre se logra, el texto adquiere vida propia y eso es el estado de excepción: salir de donde estaba para, ahora, ser otra cosa.
Escribir o rescribir (E. R. E.)
“Eso” es rescribir, tarea ingrata si las hay. Similar, a lo mejor, a parir un hijo, tanto con placer como con trabajo, y que vengan tus amigos, lo vean y te digan: No está mal pero le falta esto, lo otro, lo de más allá. ¿Por qué no lo hacés de nuevo? Pero... otra vez a parir lo mismo... Y tienen razón y sabés que tienen razón, pero es difícil escribir diferente algo que ya está escrito (obviamente por uno mismo) ¿Uno puede escribir dos veces? Si parece que cuando lo hace se le caen las palabras con una incontinencia absoluta. Resulta imposible tener duplicada esa energía para un mismo escrito. Pero la realidad es que existen dos tipos de relatos: los efectivos y los no efectivos. Probablemente sea necesario, además de escribir con esa calentura y disfrute casi sexual, jugar al ajedrez con las palabras. Ser un estratega y jugar con el otro. Porque de eso se trata: de proponerle un juego a alguien y que se enganche. Para cuando se quiera dar cuenta va a estar disfrutando más nuestra historia que la mismísima realidad. No conozco nada mejor que contar historias.
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