domingo, 22 de marzo de 2020

Diario de cuarentena (día 1 a 3)



 DÍA UNO

Siento que vivimos adentro de un cuento de Ray Bradbury.

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Escribir, por ejemplo, la calle está hermosa y yo no puedo salir”.
Pablo Neruda.
Veinte poemas de amor y una cuarentena desesperante.

Producto Del Encierro (de aquí en más PDE): pasé de Miles Davis a los Ramones.

Entramos a principio del otoño. ¿En qué estación del año saldremos?

PDE: necesito reparación de uñas. Arañando las paredes.

Hoy por la tarde caminé durante horas por el patio, las manos en la espalda, cual Napoleón, recitando de memoria a Aristóteles. Faltaba el enfermero.

Anoche volví a ver Joker. Es el capitalismo, estúpido.

Esto confirma lo que sospechaba tempranamente: el mundo es un lugar hostil.

PDE:
-¿Esta noche cenamos en el patio?
-Son las 11 de la mañana.

Pongo en riesgo mi vida para cruzar hasta el almacén y comprar agua tónica para el gin. Me voy a volver zapoi.

PDE: Hay que reconocerlo: uno comparte más tiempo con los hijos. Y con el celular.

DÍA DOS

Los grupos de Whatsapp se volvieron una opción más frecuente para ver el mundo que la ventana que da a la calle.

El Covid19 logró lo que no logró el comunismo (pegarle una buena patada en los huevos al capitalismo) y lo que no logró el capitalismo (que nos agotemos del consumo).

Las cuatro clases de Piglia sobre Borges en YouTube (Televisión Pública 2013). Impresionante. Borges une los conceptos de civilización y barbarie. Nosotros, encerrados, también.

PDE: Mi mujer sube y baja las escaleras. Tras el manto de piedad que ella misma se impone, llama a eso una clase de “gimnasia”.

Opción físicamente imposible: ordenar lo ya ordenado.

DÍA TRES

Lo cierto es que ya no vamos a ser los mismos cuando salgamos de esta. (Si es que “salimos”.)

Nos quieren pacientes, canta el Indio en “Todos a los botes!”.

“Claudio, el cuatrero claustrofóbico”
A Claudio, que era claustrofóbico, lo acusaron de cuatrero y cleptómano. Cobarde, no se escudó en protección constitucional cualquiera, y por delincuente lo encarcelaron. Le cupo una pena cuantiosa: no cooperó la buena conducta. Así, sin custodia ni socorro, lo recluyeron para que escarmiente en un oscuro cuarto de cuatro por cuatro. Pura consternación para Claudio, claustrofóbico como era, encontrarse confinado, incomunicado y sin consuelo.

Vivimos la Era del Meme.

¿Quién grita más, los vecinos o nosotros? ¿Quién grita más nosotros o nosotros?

Dichosos aquellos que tenéis patio grande.

PDE: Mi esposa escucha “Antes” de Drexler: “No entiendo cómo podía vivir antes”. Yo no entiendo cómo puedo vivir ahora.

Germán: “Diario de la peste día 3: ¿qué hice el primer y segundo día?”.

Hay que releer La ciudad ausente de Piglia.

PDE: Hay uno que me respondió a un mensaje enviado el 29 de noviembre pasado. El encierro también acerca.

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