sábado, 28 de marzo de 2020

Diario de cuarentena (día 7 a 9)



DIA SIETE

En el séptimo día (I)
“Y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho” (Génesis 2:2). A ver, maestro, yo vengo descansando hace seis días y no hago ninguna alharaca.

En el séptimo día (II)

Cuando esto termine, si es que termina, al salir a la calle voy a sentir agorafobia.

-Dale, Vera, que te tenés que bañar.
-No. Yo me voy a bañar cuando termine la enfermedad.

Tengo un amigo con Covid19. ¿Eso me hace más famoso?

Andrés: “¡Necesito gritar un gol en vivo!”.

Este bello poema de Neruda leyó anoche Pedro Aznar al finalizar  su recital a través de Facebook Live:

Hoy mi vecino se comió un asado con dos amigos. “¡Coronavino, coronavino!”, gritaba uno.

Hoy hice de maestro de matemáticas, experto en estadísticas, crítico de cine, higienista, doctor, supermercadista y cosquillero oficial. El encierro está potenciando mis cualidades.

“Escucháme, hablamos el mes que viene, que estoy medio hasta las manos de cosas en estos días” dijo nunca nadie en la última semana.

DIA OCHO

La vida se vuelve por momentos tan monótona que hasta escasea el material para este diario.

Nota de Paul Auster (intervenida): “El mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está [no] en el mundo”.

Vemos Robotech (original de 1985) en Netflix: un apocalipsis inminente hacia el final de la primera temporada que se parece bastante a esto, sólo que acá el enemigo no viene del espacio exterior.

Vera juega a que se va en triciclo a Buenos Aires. En cualquier momento le pido que me lleve.

Canción obvia I:

Vera, mirando el cielo: “¡yo quería tener alas para volar!”.

Hace una semana que no uso zapatillas.

Vera salta sola en la cama y dice:
“¡A mí me sale mejor que a vos!”.
Esto se complica: ahora pelea con amigos imaginarios.

Canción obvia II: Charly García tenía razón:

Mi mujer: “¿te acordás cuando pensábamos qué iban a hacer los niños esos quince días entre la colonia y la escuela?”.

Música reggae de fondo, les nenes gritan mientras juegan a la pelota, la perra ladra a un gato que cruza el techo del estudio. Fue hace un rato: el pico máximo de contaminación auditiva de toda la semana.

Compré dos kilos y medio de vacío para dos adultos y dos niñes. Las ganas de que alguien venga a comer un asado.

La cuarentena como reformulación de un axioma: en sus múltiples acciones cotidianas y su proyección ideal a largo plazo, con el deseo como eje, el hombre justifica su existencia para no atender su condición de finitud. Con el encierro, el hombre no sólo comprueba que su angustia existencial persiste y aumenta, sino que además tiene vedada la acción.

DIA NUEVE

Me gustaría preguntarles a nuestros vecinos qué nivel alcanzamos hoy en el vergüenzómetro social.

Como es sábado, me dediqué a cortar el pasto. El lunes no hubiera podido hacerlo.

Paso por el lavadero y oigo una voz colectiva, casi un susurro. Me cuesta identificarla. Lo logro, al fin. Son la cañas, que preguntan: “¿y, cuándo vamo’ a pescá?”.

Después de una breve encuesta entre amigos, se confirma que crece el índice de irascibilidad general.

Monos en las pasarelas de las Cataratas del Iguazú, carpinchos en Nordelta, flamencos en Venecia, cardúmenes en las orillas del Río Paraná. No sé qué es lo que nos llama la atención. La naturaleza está recuperando los espacios que le pertenecen.

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