DIA SIETE
En el séptimo día (I)
“Y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho”
(Génesis 2:2). A ver, maestro, yo vengo descansando hace seis días y no
hago ninguna alharaca.
En el séptimo día (II)
Cuando esto termine, si es que termina, al salir a la calle voy
a sentir agorafobia.
-Dale, Vera, que te tenés que bañar.
-No. Yo me voy a bañar cuando termine la enfermedad.
Tengo un amigo con Covid19. ¿Eso me hace más famoso?
Andrés: “¡Necesito gritar un gol en vivo!”.
Este bello poema de Neruda leyó anoche Pedro Aznar al
finalizar su recital a través de
Facebook Live:
Hoy mi vecino se comió un asado con dos amigos.
“¡Coronavino, coronavino!”, gritaba uno.
Hoy hice de maestro de matemáticas, experto en estadísticas,
crítico de cine, higienista, doctor, supermercadista y cosquillero oficial. El
encierro está potenciando mis cualidades.
“Escucháme, hablamos el mes que viene, que estoy medio hasta
las manos de cosas en estos días” dijo nunca nadie en la última semana.
DIA OCHO
La vida se vuelve por momentos tan monótona que hasta
escasea el material para este diario.
Nota de Paul Auster (intervenida): “El mundo está en mi
cabeza. Mi cuerpo está [no] en el mundo”.
Vemos Robotech (original de 1985) en Netflix: un apocalipsis
inminente hacia el final de la primera temporada que se parece bastante a esto,
sólo que acá el enemigo no viene del espacio exterior.
Vera juega a que se va en triciclo a Buenos Aires. En
cualquier momento le pido que me lleve.
Canción obvia I:
Vera, mirando el cielo: “¡yo quería tener alas para volar!”.
Hace una semana que no uso zapatillas.
Vera salta sola en la cama y dice:
“¡A mí me sale mejor que a vos!”.
Esto se complica: ahora pelea con amigos imaginarios.
Canción obvia II: Charly García tenía razón:
Mi mujer: “¿te acordás cuando pensábamos qué iban a hacer
los niños esos quince días entre la colonia y la escuela?”.
Música reggae de fondo, les nenes gritan mientras juegan a
la pelota, la perra ladra a un gato que cruza el techo del estudio. Fue hace un
rato: el pico máximo de contaminación auditiva de toda la semana.
Compré dos kilos y medio de vacío para dos adultos y dos
niñes. Las ganas de que alguien venga a comer un asado.
La cuarentena como reformulación de un axioma: en sus
múltiples acciones cotidianas y su proyección ideal a largo plazo, con el deseo
como eje, el hombre justifica su existencia para no atender su condición de
finitud. Con el encierro, el hombre no sólo comprueba que su angustia
existencial persiste y aumenta, sino que además tiene vedada la acción.
DIA NUEVE
Me gustaría preguntarles a nuestros vecinos qué nivel
alcanzamos hoy en el vergüenzómetro social.
Como es sábado, me dediqué a cortar el pasto. El lunes no
hubiera podido hacerlo.
Paso por el lavadero y oigo una voz colectiva, casi un
susurro. Me cuesta identificarla. Lo logro, al fin. Son la cañas, que
preguntan: “¿y, cuándo vamo’ a pescá?”.
Después de una breve encuesta entre amigos, se confirma que
crece el índice de irascibilidad general.
Monos en las pasarelas de las Cataratas del Iguazú,
carpinchos en Nordelta, flamencos en Venecia, cardúmenes en las orillas del Río
Paraná. No sé qué es lo que nos llama la atención. La naturaleza está
recuperando los espacios que le pertenecen.
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