domingo, 12 de octubre de 2008

Salutacion a Gabriel Báñez



El amigo Gabriel se ha alzado con el Primer Premio Internacional Novela Letra Sur con su nouvelle "La cisura de Rolando". Para festejarlo desde acá -ambito web- una entrevista reciente, fresquita, fragmentos de la que aun no ha sido editada en La Gaceta, donde se cita a la bestia ganadora...


¿Cómo viene esto de la edición / reedición en francés de algunas de tus obras para Francia, Bélgica y Suiza? Si no me equivoco, se trata de “Hacer el odio”, “El curandero del cuarto oscuro”, “Los chicos desaparecen” y “Virgen”.

Viene como una carambola. La carambola de una generosa lectora y asesora en Bretaña (Irene) que, habiéndome leído, insistió y entusiasmó a estos editores para que compraran parte de la obra que yo tenía publicada aquí. Los libros son esos, pero en orden al estricto azar de las cuatro bandas aparece primero “Los chicos desaparecen”, luego “Hacer el odio”, sigue “El curandero del cuarto oscuro” y por último “Virgen”. “Los chicos desaparecen” va con prólogo de Luis Chitarroni. Y el contrato es hasta el 2014

“Los chicos desaparecen” se reedita después de la versión fílmica de la novela. ¿Cómo viste el hecho de que una historia tuya se volviera película?

Aquí la editó Atlántida, en Francia ya había sido publicada por Alfil Editions, y ahora la reedita nuevamente con otra traducción “La dernière goutte”. Ver que una historia propia se vuelva película forma parte de un argumento de ajenidad, no creo en las pertenencias. En el cine tengo la pésima costumbre de leer argumentos. ¿Es mío ese film? La apropiación intelectual trasluce siempre una vulgata personal. Fue lo que le dije al director a Norman Briski, durante el rodaje: “Es de ustedes”. Yo ya tengo mi versión de la historia, ellos la suya. Para mí, sin embargo, la profundidad de campo de la escritura es mayor que la de cualquier lente.

Tu novela anterior, “Cultura”, dio que hablar, sobre todo por la relación con tu trabajo como editor en La Comuna, la editorial de la Municipalidad de La Plata. ¿Cómo fue esa búsqueda paródica? Y: ¿en qué consiste, estrictamente, tu trabajo como editor en La Comuna?

Ibáñez, el personaje, es un disociado. Y si dio que hablar es porque es escritor y editor. Pero las simetrías no me recuperan. La clave de la novela quizá sea paródica, entendiendo al humor como un recurso de la desesperación. Luego, ¿no es uno un desesperado, y no es la cultura el make-up de esa desesperación? Sangre de utilería, repetía Mishima. Mi lectura errada de “Cultura” es que trata sobre el encarnizamiento, la psiquiatrización farmacológica. Yo tengo una versión en miligramos de la historia; en la superficie hay pasos de comedia y hasta de absurdo. Pero no sé. Como editor, dos cosas: abrir el juego a inéditos y jamás hacer una biblioteca personal.

El común de la gente cree que las nuevas herramientas de comunicación están circunscriptas a las nuevas generaciones. Desdiciéndolos, te creaste un blog. Por qué “corte y confección”. ¿Es un gesto irónico sobre tu propia calva?

Mi madre cosía para afuera. Yo hago lo mismo: escribo para afuera. Costuras, hechuras como decía ella. Es un homenaje. Pero nunca nada queda bien: allá una manga que chinga, acá un ruedo que cae mal o la sisa que hay que tomar. La calvicie, en cambio, es la culminación de un muy efectivo tratamiento capilar que hice hace algunos años. Lo inicié para poder quedar calvo, precisamente. Satisfacción garantizada: hoy puedo mostrar los resultados.


Como parado sobre la idea de que la realidad copia al arte –a la literatura, en este caso– vos te adelantaste a la Guerra de Malvinas con “El Capitán Tres Guerras va a la guerra”; con la ficcionalización de “Octubre amarillo” al juicio oral de Barreda; con “Paredón paredón”, a los muros que dividen Estados Unidos de México e Israel de Palestina. ¿Hay una cualidad oculta en el hombre que le asigna profecías para contarlas?

¿Me adelanté? Es raro, siempre me parece estar tarde de todas las cosas. Los efectos animan a las causas y el azar, en el que creo como dogma, alentó esos títulos. Me gustaría poder decir que tengo el don de la percepción, pero no. Pasa que la existencia –que es una cuestión de tiempos verbales-, a veces coincide, conjuga, con la escritura. En “Paredón paredón” la que se divide es Buenos Aires, algunos muros son invisibles también, no sólo de concreto.

Cómo es eso de tu reivindicación de los errores a la hora de la escritura. Y por qué “la escritura” y no “la literatura”.

Literatura me suena a canon, cosa juzgada o fósil. Escritura es palabra imperfecta, orgánica, anárquica y tumultuosa. Soy un fanático del error, un hijo creciente. Escritura es proteica; literatura, enciclopedia.

¿Qué se puede adelantar de tus dos nouvelles que se editarán en Argentina el próximo año? Si no me equivoco, una de ellas –“Cisura”– es sobre un chico que no puede hablar, de la que fuiste adelantando algo en el blog.

“Cisura” es autobiográfica en el sentido de que uno escribe porque no sabe hablar. Sobre esta disfunción –afasia temporal alojada en la Cisura de Rolando, tal el diagnóstico-, trata la historia. La otra nouvelle, “Terapia”, cuenta los lacanianos esfuerzos que hace una primera persona a fin de volverse homosexual. Es una historia parecida a la de la calvicie. Lo mismo: creo que en poco tiempo se van a poder mostrar los primeros resultados.

Blog en sí:

Escribe Gabriel Báñez en su blog: “Lo que veo es que el blog respira mejor, porque no está esa idea fatal de perfección. Incluso uno se expone más también, y eso es bueno eso, se torna más vulnerable. Es menos patrimonial también. Son nuevas formas de escritura, soportes diferentes, más al acceso y al alcance de todos. Una comunidad democrática más amplia, más pluralista, más caótica”. “Hay gente que tiene sus temores, que se siente vulnerada. A mí me encanta; que me roben, me encanta. La voy subiendo por capítulos por una cuestión de mecánica del blog, en el medio van otras cosas, pero… si la quieren robar, que la roben. Ya tuve el placer de escribirla”.

La cosa parece tener que ver con su reivindicación de los errores a la hora de la escritura y de porqué “escritura” y no “literatura”.

–Literatura me suena a canon, cosa juzgada o fósil. Escritura es palabra imperfecta, orgánica, anárquica y tumultuosa. Soy un fanático del error, un hijo creciente. Escritura es proteica; literatura, es enciclopedia.



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