He escuchado tantas veces la canción Hallelujah, de Leonard Cohen, y he leído tantas veces su letra, que hasta me animé a escribir mi propio aleluya.
empezás mal lo que sabés
que no podría ir tan bien como querrías
no hace falta que lo sepas
te basta intuirlo
el verano es breve
pero el calor es intenso
y sin embargo seguís adelante
cantando tu aleluya
aquellos que estaban cerca se fueron
o enfermaron antes para recordarte
que ninguna partida
es tan sagrada como te dicen
y así arrastran tu propia historia
pero no te queda otra
que cantar un aleluya
los que amás están en peligro
el hombre que ha vivido en las cavernas
te recuerda que ni sos tan débil
como las ciudades te han hecho creer
ni sos tan fuerte ante la madre naturaleza
esa es tu forma
de cantar un aleluya
tus palabras están ciegas
ya no salen de tu garganta
como vos querrías que salieran
lo que te hace hombre está atravesado
por el dolor y te deja mudo
sin embargo, en esa lámina que es tu alma
hay un aleluya
no hay dios que te ampare
simplemente porque no creés en él
freud y lacan son apenas
dos generosos paraguas
para tanta lluvia tan intensa
y ahí vas y te desgarrás y buscas
la forma de cantar tu aleluya
te abrís al medio como un canapé
como un árbol desgajado
por el viento de las tormentas
y el tonto niño que aún sos
tiene ganas de arrodillarse
y llorar y gritar
su propio aleluya
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