domingo, 29 de mayo de 2016

Bicentenario 2016: Laura Ávila


La novela histórica es el género con el que más trabajás. ¿Cómo se hace para “llevar a los chicos a 1816”, un lugar fundacional y necesario de la historia argentina, desde la literatura? ¿Cómo lo intentaste desde tus dos libros?

Yo escribo ficción: me gusta enmarcarla en contextos del pasado, porque esto me induce a investigar y me produce mucho placer. Me fascina conocer lo que pasó antes, más que nada para tratar de entender el hoy. No sé si llevaré a alguien a 1816, o algún lado. Tampoco sé si el Congreso de Tucumán fue fundacional. Sé que intento recrear el pasado a través de mis novelas, para tratar de contar cosas que me impresionan del presente.

Sos una de las pocas autoras que en estos meses publica dos libros con esta temática: Final cantado y Moreno. ¿De qué va cada uno?

Mariano Moreno es una figura admirada y amada por mí, desde que tengo memoria. El libro es un guión que escribí  en el 2008, con la esperanza de que lo produjera Lita Stantic, que estaba interesada en el proyecto. Finalmente no filmé la película. Tenía guardado el guión en un archivo de la computadora, pero a la editorial Edelvives, especialmente a David Morrison, su jefe editorial de Latinoamérica, le interesó publicarlo. El libro cinematográfico cuenta la vida cotidiana y la revolución que intentó hacer Moreno en 1810. Es una historia de amor mezclada con una mirada de cómo fue el nacimiento de lo que hoy llamamos país. Ahí está el principio de todo, esos dos pensamientos que se enfrentan hasta el día de hoy. Es una historia triste pero muy hermosa de leer.

"Final cantado" salió en  2013, es una novela que recrea al coro de niños que cantaba con Blas Parera, el autor de la música de la canción patriótica que hoy llamamos Himno. Esteban Buch, investigador, autor de un libro crítico y hermoso, "O juremos con gloria morir" cuestionaba en esas páginas el hecho de que siempre se pensara en el Himno cantado por primera vez en casa de Mariquita Sánchez de Thompson, una mujer rica, con un piano importado, con pocos invitados, todos vecinos. En realidad, el Himno se estrenó en el Coliseo Provisional, interpretado por un coro de niños acompañado por músicos esclavos libertos, como el violinista Apolinario Pimienta. Me gustó  ese hecho. Traté de contar esas infancias cantoras que se soslayaron para contar otra Historia. Decidí hacer cantar a ese coro enmudecido. El libro es para niños: tiene mucho humor y lo siento muy dinámico y muy sencillo de leer.

Este año, que se cumplen 200 de la declaración de la Independencia, sale "Los espantados" un libro que habla acerca de la relación entre Laureano Medina, un chico de buena familia, blanco,  y la de Trinidad, la esclava de la casa. También habla de los mitos populares, del duende que se roba a las niñas en Tucumán. Y entre todo ese clima, como telón de fondo, se ve la instalación del Congreso y el germen de dos proyectos de país. El tono de este libro, de la editorial edebé, es de cartoon, de dibujo animado, casi. De hecho, la historia original parte de un guión de animación que escribí para una serie que se llama "Historias Chicas", que tuve el enorme vértigo de producir artísticamente.

Moreno está encarada de una manera muy original: es un guion de cine que, incluso, se puede leer como novela. Teniendo en cuenta que, además de novelista, estudiaste cine, ¿cómo encaraste ese proceso de escritura?

Como pude. Traté de que fuera entretenido. Del cine me viene la tradición de espectáculo fluido, de que para que algo funcione tiene que tener una estructura que se sostenga y un lenguaje accesible. Lo mío, por el momento, no son historias de gente pensando, sino de personajes haciendo. Todo bien dinámico, para que nadie se duerma en la butaca.

¿Cómo ves las ediciones que se preparan especialmente para determinadas fechas patrias o hechos históricos relevantes? ¿Creés este tipo de ediciones soportan el paso del tiempo y se sostienen en la venta?

No me gustan las publicaciones de efemérides. Pero las editoriales las piden.  Creo que el noventa por ciento de lo que se publica en general no va a ser recordado como obra literaria, pero quizás sí como fenómeno cultural. En cierta forma, la ficción histórica es una manera novedosa, en formato de novela infantil,  de abordar la historia con nuestros hijos. Son textos que abren un espacio de charla, de relectura.

¿Creés que estas decisiones editoriales ligadas a circunstancias históricas fomentan y amplían la posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar los textos en clase con los niños?


No sé. Un buen libro debería sostenerse solo, incluso para gente que no conozca el contexto histórico donde sucede. Es bueno que los autores nos encontremos con los lectores, pero para charlar de literatura, no para trabajar los textos. Los textos se trabajan adentro de cada uno.

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