La
novela histórica es el género con el que más trabajás. ¿Cómo se hace para “llevar
a los chicos a 1816”, un lugar fundacional y necesario de la historia
argentina, desde la literatura? ¿Cómo lo intentaste desde tus dos libros?
Yo
escribo ficción: me gusta enmarcarla en contextos del pasado, porque esto me
induce a investigar y me produce mucho placer. Me fascina conocer lo que pasó
antes, más que nada para tratar de entender el hoy. No sé si llevaré a alguien
a 1816, o algún lado. Tampoco sé si el Congreso de Tucumán fue fundacional. Sé
que intento recrear el pasado a través de mis novelas, para tratar de contar
cosas que me impresionan del presente.
Sos
una de las pocas autoras que en estos meses publica dos libros con esta
temática: Final cantado y Moreno. ¿De qué va cada uno?
Mariano
Moreno es una figura admirada y amada por mí, desde que tengo memoria. El libro
es un guión que escribí en el 2008, con
la esperanza de que lo produjera Lita Stantic, que estaba interesada en el
proyecto. Finalmente no filmé la película. Tenía guardado el guión en un
archivo de la computadora, pero a la editorial Edelvives, especialmente a David
Morrison, su jefe editorial de Latinoamérica, le interesó publicarlo. El libro
cinematográfico cuenta la vida cotidiana y la revolución que intentó hacer
Moreno en 1810. Es una historia de amor mezclada con una mirada de cómo fue el
nacimiento de lo que hoy llamamos país. Ahí está el principio de todo, esos dos
pensamientos que se enfrentan hasta el día de hoy. Es una historia triste pero
muy hermosa de leer.
"Final
cantado" salió en 2013, es una
novela que recrea al coro de niños que cantaba con Blas Parera, el autor de la
música de la canción patriótica que hoy llamamos Himno. Esteban Buch,
investigador, autor de un libro crítico y hermoso, "O juremos con gloria
morir" cuestionaba en esas páginas el hecho de que siempre se pensara en
el Himno cantado por primera vez en casa de Mariquita Sánchez de Thompson, una
mujer rica, con un piano importado, con pocos invitados, todos vecinos. En
realidad, el Himno se estrenó en el Coliseo Provisional, interpretado por un
coro de niños acompañado por músicos esclavos libertos, como el violinista
Apolinario Pimienta. Me gustó ese hecho.
Traté de contar esas infancias cantoras que se soslayaron para contar otra
Historia. Decidí hacer cantar a ese coro enmudecido. El libro es para niños: tiene
mucho humor y lo siento muy dinámico y muy sencillo de leer.
Este
año, que se cumplen 200 de la declaración de la Independencia, sale "Los
espantados" un libro que habla acerca de la relación entre Laureano
Medina, un chico de buena familia, blanco,
y la de Trinidad, la esclava de la casa. También habla de los mitos
populares, del duende que se roba a las niñas en Tucumán. Y entre todo ese
clima, como telón de fondo, se ve la instalación del Congreso y el germen de
dos proyectos de país. El tono de este libro, de la editorial edebé, es de cartoon,
de dibujo animado, casi. De hecho, la historia original parte de un guión de
animación que escribí para una serie que se llama "Historias Chicas",
que tuve el enorme vértigo de producir artísticamente.
Moreno
está encarada de una manera muy original: es un guion de cine que, incluso, se
puede leer como novela. Teniendo en cuenta que, además de novelista, estudiaste
cine, ¿cómo encaraste ese proceso de escritura?
Como
pude. Traté de que fuera entretenido. Del cine me viene la tradición de
espectáculo fluido, de que para que algo funcione tiene que tener una
estructura que se sostenga y un lenguaje accesible. Lo mío, por el momento, no
son historias de gente pensando, sino de personajes haciendo. Todo bien
dinámico, para que nadie se duerma en la butaca.
¿Cómo
ves las ediciones que se preparan especialmente para determinadas fechas
patrias o hechos históricos relevantes? ¿Creés este tipo de ediciones soportan
el paso del tiempo y se sostienen en la venta?
No
me gustan las publicaciones de efemérides. Pero las editoriales las piden. Creo que el noventa por ciento de lo que se
publica en general no va a ser recordado como obra literaria, pero quizás sí
como fenómeno cultural. En cierta forma, la ficción histórica es una manera novedosa,
en formato de novela infantil, de
abordar la historia con nuestros hijos. Son textos que abren un espacio de
charla, de relectura.
¿Creés
que estas decisiones editoriales ligadas a circunstancias históricas fomentan y
amplían la posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar
los textos en clase con los niños?
No
sé. Un buen libro debería sostenerse solo, incluso para gente que no conozca el
contexto histórico donde sucede. Es bueno que los autores nos encontremos con
los lectores, pero para charlar de literatura, no para trabajar los textos. Los
textos se trabajan adentro de cada uno.
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