¿Cómo
se hace para “llevar a los chicos a 1816”, un lugar fundacional y necesario de
la historia argentina, desde la literatura? ¿Cómo lo intentaste desde tu libro?
Vos ya lo habías hecho en el Bicentenario de Mayo con El aprendiz.
Con
imaginación, creo yo: la mía propia, y la de los lectores. Me puse a jugar con
la idea del relato de un fantasma, que es el fantasma de Francisca Bazán de
Laguna, con la intención de que los chicos participen de ese juego imaginativo.
En mi novela, pinto a Francisca en vida, cuando se enamora, cuando tiene a su
primer hijo y cuando se enfrenta ella misma a un fantasma, que deberá
reemplazar cuando muera. Mi novela es a
la vez histórica y fantástica y puede ser un vehículo interesante para los
chicos. Ya lo veremos.
¿De
qué trata El fantasma de Francisca?
Es
la historia de Francisca y de la casa, en paralelo: la casa fue la dote que
recibió Francisca Bazán cuando se casó con Miguel Laguna. Eso es histórico,
como lo es que ella alquiló la casa para que sesionara el Congreso. Lo que hice
fue inventar la muerte de uno de los albañiles, Serafín, que se convierte en
fantasma y por una cuestión que tendrán que descubrir los lectores, Francisca
se compromete a reemplazarlo cuando le toque morir. Eso me sirvió como recurso
para contar la batalla de Tucumán, el Congreso, la demolición, la
reconstrucción y además historias ficcionales, que fui creando a partir de los
hechos históricos.
Ya
que también sos editor, ¿cómo ves las ediciones que se preparan especialmente
para determinadas fechas patrias o hechos históricos relevantes?
Me
parece un muy buen recurso editorial. Es sabido que muchos de los libros para chicos que se publican llegan
a los lectores gracias a la escuela. En este caso, las editoriales, que saben
que el tema estará en boga, será seductor para los docentes, intentan llegar a
ellos primero, para así conquistar a los chicos lectores. Y es válido, porque
las malas novelas, aunque sean oportunas en cuanto a las efemérides, no
sobreviven. Solo siguen su ruta las que, más allá de las fechas, conquistan a
los lectores.
Las
edades a las que están dirigidos los libros, ¿cómo se configura eso desde la
escritura a la hora de hablar de hechos de la historia argentina?
Supongo
que es una cuestión de oficio, que tiene que ver con los tonos, con la
extensión total, hasta con la extensión de las oraciones. Pero es medio
inexplicable. Yo la había pensado como una novela para chicos más chicos,
después me di cuenta de que el tono que había usado daba para lectores de
cuarto grado para arriba.
Este
tipo de ediciones, ¿soportan el paso del tiempo y se sostienen en la venta? ¿Las
editoriales promocionan especialmente esos títulos?
Soportan,
como te decía antes, solo si son buenas. Hay casos de sagas a partir de las
novelas que se publicaron en el bicentenario de la Revolución de Mayo, como
Diario de un viaje imposible, de Shua y Laragione. Obviamente, pasado el boom
de la fecha es difícil que se sostenga el mismo ritmo de ventas, pero pueden
seguir circulando. Y claro que hay una promoción especial, las editoriales
apuntan sus cañones a estas colecciones, saben que pueden ser un éxito.
¿Creés
que las movidas editoriales ligadas a circunstancias históricas fomentan y
amplían la posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar
los textos en clase con los niños?
Sí,
muchísimo. Habría que clonarse para ir a visitar todas las escuelas que quieren
la visita del autor. Y habrá, sin duda, que visitar mucho, este año. Pero es un
trabajo agradable, que se disfruta. Y los chicos muchas veces consolidan sus
ganas de leer con estas experiencias.
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