¿Cómo
se pensó la colección y cuál fue el proceso?
En
Santillana tenemos un proyecto que se inició en 2010 y llega hasta 2016 para
celebrar el bicentenario de todo el proceso histórico de la revolución de mayo
a la independencia de nuestro país.Trabajamos
con un equipo interdisciplinario de editores, historiadores y escritores para
pensar una propuesta que fuera atractiva para los chicos, que tuviera rigor
histórico pero cuyo eje central estuviera en lo literario. Este
proyecto está garantizado por una editorial que reúne calidad literaria y
solidez académica. De esa manera, surgieron obras de ficción que tienen como
marco los acontecimientos históricos.
¿Cómo
se seleccionó a los autores? ¿Fueron obras a pedido o entregadas anteriormente?
Los
autores son de primera línea, consagrados en la LIJ, y que tienen otras obras
en nuestro catálogo, como Silvia Schujer, Ricardo Mariño, Ana María Shua, María
Inés Falconi, Adela Basch, entre otros, con quienes trabajamos desde hace
muchos años.
¿Y
las edades y el género literario a abordar?
Para
celebrar la Independencia de 1816, proponemos cuatro libros que pueden ser
leídos por chicos de 7 a 12 años, y que, a través de personajes y aventuras
escritos por los mejores autores, acercan a los lectores aquellos sucesos
que, hace doscientos años, llevaron a la independencia de nuestra Nación.
Hay
diversos géneros: cuentos, novelas, obras de teatro, algunas sagas, y también
variedad de estilos, tipologías y temáticas: aventura, viajes en el tiempo,
fantasía, romance, humor, etc.
¿Cómo
se hace para “llevar a los chicos a 1816”, un lugar fundacional y necesario de
la historia argentina, desde la literatura?
Trabajar
los procesos históricos desde la literatura permite recrear el clima de la
época, reviviendo los momentos de tensión, ansiedad, temor o alegría de los
protagonistas. Desde ese punto de vista, abordar el tema a partir de textos
literarios facilitará un acercamiento a los protagonistas desde un costado más
humano, abriendo a los chicos un espacio para animarse a imaginar los
sentimientos de aquellos que participaron de esos momentos que recordamos como
hechos articulares de la construcción de nuestra patria.
Este
tipo de ediciones, ¿soportan el paso del tiempo y se sostienen en la venta? ¿Las
editoriales promocionan especialmente esos títulos?
A
través de la literatura cobran vida las microhistorias que, como pequeñas
piezas de un gran rompecabezas, van construyendo la historia narrada en los
grandes relatos. Los textos que se brindan en esta propuesta son textos
literarios que merecen ser abordados desde el placer de descubrir los mundos
que la literatura ofrece. Pero también son disparadores para iniciar una
reconstrucción del pasado a través de la investigación de los hechos
históricos. Son libros que se sostienen en el tiempo y forman parte del
catálogo vivo de nuestra editorial. Para decirlo en términos numéricos, de los
libros editados para el bicentenario de 1810, hemos vendido a lo largo de 5
años más de 300.000 ejemplares. Significa que para nosotros no es una movida
esporádica ni oportunismo a partir de una efeméride: los libros son buenos,
gustan, se leen y se siguen leyendo.
Este
tipo de movimientos editoriales ligados a circunstancias históricas, ¿fomentan
y amplían la posibilidad de que los autores visiten las escuelas para trabajar
los textos en clase con los niños?
Por
supuesto que las visitas de autores a colegios son una actividad enriquecedora
y estimulante, y muchos de ellos lo hacen. Pero no debería ser la condición
para seleccionar y leer una buena obra literaria en clase: el libro se debería
sostener por sí solo.
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