lunes, 18 de mayo de 2009

A 20 AÑOS DEL DESMORONAMIENTO


En 1979, Pink Floyd editó el que sería uno de los mejores discos conceptuales de la historia del rock, platino en más de veinte ocasiones, uno de los más vendido en los años ‘70 y en el tercer lugar de los más vendidos de todos los tiempos: The wall. Traducido como “La pared” o “El muro”, fue escrito por el bajista y vocalista de la banda, Roger Waters, que por entonces contaba con sólo 35 años. Allí, entre otros tópicos, se habla de la pared como modo de protección ante un mundo violento, vejatorio y humillante; de las distancias existentes entre los hombres, los a veces infranqueables abismos internos y aquellos que los dividen entre los unos y los otros, entre el nosotros y el ellos. De hecho, Pink, el personaje de la ópera rock, alucina convertirse en un dictador fascista, la cara opuesta a su verdadera identidad.

No es de extrañar, entonces, que fuera el propio Waters (inglés y con su padre muerto en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial) quien pusiera en escena The Wall en Berlín el 21 de julio de 1990, junto a otros grandes del género como Bryan Adams, Sinéad O'Connor, Van Morrison, Cyndi Lauper y Scorpions, para conmemorar la caída del Muro, hecho que significó, también, la creación de World War Memorial Fund for Disaster Relief, una fundación que lucha contra las instancias bélicas y sus consecuencias.

El gran merito de The Wall es, entonces, cómo de una experiencia personal devenida en producto artístico, la obra tomó un tinte universal hasta convertirse en símbolo y espejo de aquello que permaneció en pie (física, ya no metafóricamente) durante casi una treintena de años: el Muro de Berlín.

A este y al otro lado del muro

En un principio, el Muro fue parte de las fronteras intra-alemanas: 45 kilómetros que dividían Berlín en dos y 115 kilómetros que separaban Berlín Occidental de la República Democrática Alemana; que se ubicaba entre la Comunidad Económica Europea (predecesora de la UE) y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), entre la OTAN y los integrantes del Pacto de Varsovia, entre las dos ideologías políticas y bloques dominantes en lo económico-cultural que se enfrentaban en la Guerra Fría: el comunismo y capitalismo, Oriente y Occidente.

El plan de la construcción fue un secreto de estado de la administración de la RDA. Fue el Presidente del Consejo de Estado, Walter Ulbricht, quien utilizó por primera vez el concepto de muro, dos meses antes de su construcción. Se dice que, entre 1949 y 1961, unos 3 millones de personas abandonaron la RDA desde Berlín Oriental. Y así, en la noche del 12 al 13 de agosto de ese año, sin previo aviso, se construyó el muro completo.

Hasta su caída, la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, cuando los ciudadanos de una y otra Alemania se recibieron con entusiasmo, bebiendo cerveza en los bares próximos al muro, entre flores, música, picos y martillos, llevándose incluso algunos fragmentos como souvenir.

Más allá del The wall berlinés

Los grandes teóricos de la Historia suelen sostener que los siglos no acaban ni comienzan en un nueve o un cero, sino cuando los grandes hitos de la humanidad los demarcan. Algo así sucede con la caída del Muro de Berlín en 1989, que es, para muchos, cuando termina el siglo XX.

A pesar de que los hombres seguirían construyendo con otros ladrillos, otras paredes en otras partes del mundo (Israel, Estado Unidos de Norteamérica), hace 20 años, una gran barrera humana era deshecha, para que Waters pudiese cantar, parodiando y sobreponiéndose al dictador fascista que le dio origen, “tear down the wall”.


(Nota aparecida en la revista Gabo. Mayo de 2009)

No hay comentarios: