Empezamos a despedir el año -un fructífero 2008- con un relato de mi querido amigo "la diosa" Kali (músico, artista plástico, diseñador, de "El Caso Arroyo Dulce"):
Cantores de todos los rincones se arrimaron al festival.
Casi como todos los años, los primeros fueron los locales. Envueltos en ropajes tradicionales sacudieron el escenario con una batería de hits. Claro, los más chicos no sabían más que algún estribillo salteado, pero de todas maneras, el clima era agradable.
Llegó el turno de la elección de la reina y las muchachas más delgadas y sonrientes subieron semidesnudas a intentar conquistar al experto jurado. Una más alta, una más baja. Todas repetían de forma sistemática los ademanes, el tranco, el giro, los saludos.
La gente suele prestar atención dispersa a lo que sucede arriba. Pero vaya uno a saber cual es la razón por la cual se amontona junto al estrado. Luego de la cuenta regresiva y las lágrimas ensayadas bajaron, ahora sí, con caras diferentes según la clasificación que se les había otorgado.
La fiesta siguió entre máscaras y entretenimientos pícaros. Los humildes jugando a codearse con la alcurnia y los empleadores manoseando con intenciones non sanctas tras los mantos que los ocultaban.
Cuando todo se tiñó de la monotonía de la alegría, el hedor del vino se volvió tan común que de solo olerlo uno podía emborracharse. Las personas entregadas a sus placeres paganos poca atención prestaban a los preparativos para el número de cierre. Aunque claro, no se movían del frente del escenario.
Fue entonces cuando el locutor, también entrado en copas, anunció la próxima atracción. El telón subió y ante el despistado público se dibujó la silueta de un hombre sentado. Con su guitarra entre los dedos. La música empezó a surgir por los altoparlantes.
Fueron unas 15 canciones. Durante las cuales el artista no se movió. Las personas aplaudían a rabiar cada vez que las piezas terminaban. Como si el silencio los llamara, como si el vacío los obligara.
Antes de que el sol asomara, todos se esforzaron por llegar caminando a sus casas.
Recién pasado el mediodía, un organizador se percató de que el músico permanecía inmutable sobre el escenario. Sentado como la noche anterior. Con el cuchillo aun en la espalda.
martes, 23 de diciembre de 2008
domingo, 21 de diciembre de 2008
Baño nocturno - Por Nicolás Falcioni
Bajo el círculo de mármol blanco
con los moretones ecográficos
de esa presencia cercana
y a la vez ausente
del feto que nada abstraído
en completo silencio,
la luna
y el reflejo eléctrico de la luna
que hace apenas unas horas
era el recuerdo ideal
de una medalla de plata
debí romper la fina costra
acuarela del mapa inmóvil
de un glaciar (o una foto satelital
de las estrías del Polo)
el afilado hielo de la orilla
con mis pies desnudos
y las cinco temblorosas sombras
de sus vaporosos dedos
fallé en abstraerme del agua cristalina
pero densa como el mercurio
de esta noche que todolo quiere para sí.
Colgado del vallemás allá del último valle,
soy minúsculo en un planeta
que flota en la soledad del peor presagio
del espacio,
con el frío trabajo de mantener
mi respiración
sin que las sólidas paredes azules
(donde la nieve de primavera
limita con el hielo
el hielo con la roca,
y la roca con el verde desértico
del duro musgo)
elevadas como oscuros gigante
se invisibles más allá del bosque
me intimiden.
Llevo en una mano un jabón
que tampoco vive y en otra
una linterna tubular
¿en qué afiebrado instante?
resbala y se zambulle
con un festivo haz fotográfico
en círculos de tirabuzón,
entonces el sudor del terror ajenos
al plano ahí abajodos como muertos
pálidos pies
en una gelatina temblorosa
el centelleo pop
y algo lisérgico a esta altura
de dolorosas estrellas.
He de zambullirme también
y me zambullo
pero como un switch de emergencia
anterior al colapso
salta un recuerdo onírico
aunque tan nítido
como el millón y medio de finas agujas:
armado con un palo macizo
el chico enardecido
por influjos cinematográficos
de Conan u otro bárbaro
destroza cardos en un baldío,
el polvo, el sudor y los jadeos
son una nube con el polendel mediodía,
y los azorados insectos
vuelan amenazantes e impotentes
ante la caída de su mundo,
y los altos cardos son de anchos
como los propios brazos,
pero en la fiebre por destruirlo todo
el héroe puede con ellos
y la belleza
de sus austeras flores.
con los moretones ecográficos
de esa presencia cercana
y a la vez ausente
del feto que nada abstraído
en completo silencio,
la luna
y el reflejo eléctrico de la luna
que hace apenas unas horas
era el recuerdo ideal
de una medalla de plata
debí romper la fina costra
acuarela del mapa inmóvil
de un glaciar (o una foto satelital
de las estrías del Polo)
el afilado hielo de la orilla
con mis pies desnudos
y las cinco temblorosas sombras
de sus vaporosos dedos
fallé en abstraerme del agua cristalina
pero densa como el mercurio
de esta noche que todolo quiere para sí.
Colgado del vallemás allá del último valle,
soy minúsculo en un planeta
que flota en la soledad del peor presagio
del espacio,
con el frío trabajo de mantener
mi respiración
sin que las sólidas paredes azules
(donde la nieve de primavera
limita con el hielo
el hielo con la roca,
y la roca con el verde desértico
del duro musgo)
elevadas como oscuros gigante
se invisibles más allá del bosque
me intimiden.
Llevo en una mano un jabón
que tampoco vive y en otra
una linterna tubular
¿en qué afiebrado instante?
resbala y se zambulle
con un festivo haz fotográfico
en círculos de tirabuzón,
entonces el sudor del terror ajenos
al plano ahí abajodos como muertos
pálidos pies
en una gelatina temblorosa
el centelleo pop
y algo lisérgico a esta altura
de dolorosas estrellas.
He de zambullirme también
y me zambullo
pero como un switch de emergencia
anterior al colapso
salta un recuerdo onírico
aunque tan nítido
como el millón y medio de finas agujas:
armado con un palo macizo
el chico enardecido
por influjos cinematográficos
de Conan u otro bárbaro
destroza cardos en un baldío,
el polvo, el sudor y los jadeos
son una nube con el polendel mediodía,
y los azorados insectos
vuelan amenazantes e impotentes
ante la caída de su mundo,
y los altos cardos son de anchos
como los propios brazos,
pero en la fiebre por destruirlo todo
el héroe puede con ellos
y la belleza
de sus austeras flores.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
sábado, 13 de diciembre de 2008
Obras inacabadas 2: Ni título ni remate
Una mujer gorda, sudada de pies a cabeza, va a estrujarse entre una familia de paisanos: tiran los bolsos, se enredan en abrazos infinitos, saltan, parecen bailar la gaita grotesca de la felicidad.
El resto de la gente se va dispersando de a poco. Sobre el tronco de un árbol alguien ha dejado olvidado un rastrillo. La vereda es angosta y desigual, ajada por la fuerza de las raíces de los árboles. Enfrente, un gran muro vegetal de ligustro, arbustos, pinos y enredaderas no permiten distinguir qué es lo que se esconde al otro lado de las vías y los galpones.
La lluvia chasquea sobre la baldosas. Dos chicos en bicicleta atraviesan los charcos a gran velocidad, en contramano, festivos en su carrera. –¡Ves, gil, que con lluvia o sin lluvia te gano igual!
Abandono esto. Le falta el título. El remate no importa. Antes de este lugar no hay un antes.
El resto de la gente se va dispersando de a poco. Sobre el tronco de un árbol alguien ha dejado olvidado un rastrillo. La vereda es angosta y desigual, ajada por la fuerza de las raíces de los árboles. Enfrente, un gran muro vegetal de ligustro, arbustos, pinos y enredaderas no permiten distinguir qué es lo que se esconde al otro lado de las vías y los galpones.
La lluvia chasquea sobre la baldosas. Dos chicos en bicicleta atraviesan los charcos a gran velocidad, en contramano, festivos en su carrera. –¡Ves, gil, que con lluvia o sin lluvia te gano igual!
Abandono esto. Le falta el título. El remate no importa. Antes de este lugar no hay un antes.
viernes, 12 de diciembre de 2008
Otro texto de mi amigo Marcelo Herrera
“La libertad significa responsabilidad,
por eso es que tantos hombres le temen”.
por eso es que tantos hombres le temen”.
George Bernard Shaw
Una frase que resuma todo un tratado sobre un tema, nos exime de muchos o todos los comentarios. De todas maneras, les quiero hacer llegar un breve pensamiento sobre la responsabilidad social que nos cabe a todos los actores sociales de nuestro pueblo.
El sentido de la responsabilidad de nuestros actos lo da el deseo de que cada hecho por nosotros producido, nos remita a la sensación y también a la conciencia de que lo hicimos sin presiones ni prisiones de la mente acechándonos.
Ante nuestra necesidad de emitir una opinión, un adjetivo, una decisión, un rechazo, una aceptación, es requerido, en nosotros, repito, actores sociales que juegan en la formación de opinión de la gente, un criterio, el cual puede ser afectado por el sesgo de pertenencia o de conveniencia. La pertenencia a cierta corriente de opinión, ideología, partido político o sector social, muchas veces enriquece un criterio, siempre y cuando se manifieste claramente dicha pertenencia. No siempre, para no decir casi nunca, el sesgo de conveniencia produce tal enriquecimiento del criterio o punto de vista; mucho más logra perjudicar a otros, víctimas de una información errónea, engañados en su buena fe.
Acuerdo en que habrá mucha gente que como se dice habitualmente leerá entre líneas, aunque convengamos que la mayoría toma, traga y no digiere la información.
Los invito a ser libres, los invito a que dejen de lado todo sesgo perjudicial, si lo tienen e informen en paz con sus conciencias, a que hagan la pequeña revolución que se autoexigen diariamente los grandes hombres y mujeres, la de mantenerse dignos, aunque vengan degollando. Nada reditúa más que la dignidad. La libertad está ahí, al alcance de todos. Saquémonos el miedo.
jueves, 11 de diciembre de 2008
HAIKU
Mi amigo Wence (alias Wenceslao Bottaro) se ganó un premiecito en un concurso de haikus, organizado por una facultad española. ¡Felicitaciones, chaval! El haiku premiado es este:
Llueve en el monte.
El paisaje inmóvil
en una gota.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Mas opiniones...
a la noticia bizarra (mmmm, que rico que es delía...)
¿Realmente creen que existen los ideales políticos? ¿Por qué deberían responder a estos en vez de al poder? Hace ya tiempo que se murió Palacios.
Palacios está lesionado, por eso juega Figueroa.
Me acuerdo de un amigo de la secundaria que era fanático del fútbol (iba al estudio de "Tribuna Caliente" y hablaba) y, en primer año de la facultad, después de leer un capítulo de "La ideología alemana", no sólo dejó de ir a Tribuna Caliente sino que incluso abandonó los picaditos, porque ahora consideraba al fútbol un "vicio burgués". Qué eficiente el marxismo que cambia tan rápido a la gente, ¿no?
Más noticias bizarras
Pero esta... ¡es verdad! ¡No es inventada!
Noticia:
D'Elía avala la llegada de Aldo Rico: "Los ladrillos también se hacen con bosta". El piquetero citó a Perón para justificar el acuerdo del kirchnerismo con el ex carapintada.
Comentarios:
"Es como Perón con López Rega, ¿se viene el KKK peronista?"
"¿No les suena Perón cagando a los montos, a la izquierda peronista? Dicen que es para frenar a Duhalde en la provincia. Así empiezan a justificar lo injustificable Como decían los viejos anarquista y el pequeño Frodo: el poder degrada".
"Transversalidad, borocotizacion, blanqueo de capitales…"
martes, 9 de diciembre de 2008
Suecos negros
La nota sobre Henning Mankell en La Gaceta Literaria:
http://www.lagaceta.com.ar/nota/304008/LGACETLiteraria/Suecos_negros.html
http://www.lagaceta.com.ar/nota/304008/LGACETLiteraria/Suecos_negros.html
viernes, 5 de diciembre de 2008
NOTICIAS BIZARRAS DE AYER Y DE HOY
(de mañana no, porque aún no sucedieron)
UNO
Tituló Clarín: "Casi un tercio de los alumnos de 5° año se emborrachó dos veces en el último mes".
Afirmó Frías News: "Prácticamente dos quintos de las chicas que petean en fiestas de egresados tragan producto. Dicen que es como llevarse el souvenir".
Dijo El Impopular: "Ay, si te salpiqué, disculpame...".
DOS
Descubren a Santos Biasatti haciendo trampa en campeonato de Ludo-Matic en Tapalqué.
TRES
Cae banda de piratas del asfalto: un grupo de bolivianas se dedicaba a petear a albañiles en obras de construcción, con el fin de robar cemento y arena para asfaltar el patio de la pensión donde vivían.
CUATRO
Dijo Pipo Gorosito al llegar a River como DT: "Es como empezar de abajo". River va último...
jueves, 4 de diciembre de 2008
Cine Posible
Mi gran amigo de la vida, Facundo Lloret, y su querida compañera, nos han dado una gran noticia:
“Para aquellos que nos conocen, y no tanto, pero saben de nuestro trabajo, esfuerzo y ganas por lograr un "Cine Posible" en la Patagonia, nos vemos en el deber de contarles y compartir nuestra alegría. Nuestro proyecto de largometraje documental “Atrapados con salida”, cuyo título refiere a la temática de desmanicomialización en la provincia -es decir, que en Río Negro hay una ley donde los manicomios no existen-, ha sido premiado con el premio mayor del Concurso de Largometrajes Documentales para Proyectos en Desarrollo “A Rodar Río Negro”.
Para mayor información ver la página de Cultura Río Negro.
A RODAR RIO NEGRO: El objetivo de este Primer Concurso Provincial de Largometrajes Documentales, es vincular a los realizadores/productores con la instancia de "desarrollo de proyecto", y a la posterior presentación de los largometrajes a fondos nacionales e internacionales. Para esto, los concursantes tomarán clínicas especializadas en las distintas áreas, las cuales ayudaran a la nivelación de conocimientos. Entendiendo que para realizar el objetivo antes mencionado es necesario contar con fondos, el concurso presenta un Premio al Desarrollo, uno por cada región (cinco en total). Instituciones relacionadas: INCAA - Subsecretaría de Medios - Municipios de la Provincia de Río Negro.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Obras inacabadas 1: Beltrán
Quedan flotando, entre otros tantos de los trabajos de Beltrán, las antologías “Alumnos del suspenso – Volumen 1 y 2” (Editorial Bancal, 1992), y la biografía “Antonio Ríos. El as del gas”.
Se trata, en este caso, del ingeniero químico que creó un novedoso sistema de almacenamiento y transporte de gas líquido, uno de los primeros expertos en la materia en concluir que “el gas disuelto en un líquido no es gas, sino parte del líquido”.
Antonio Ríos sufrió, tres años después de editado el libro, un accidente cerebro-vascular que lo dejó paralítico y mudo. Consultado para este artículo, su respuesta llega vía escrita, por correo electrónico: “No sé si quedé conforme con su biografía. Él se portó de maravillas conmigo, aunque en el relato hay algunos errores técnicos propios de un desconocedor de la materia, y que tienen que ver específicamente con las moléculas, el LPG (gas petróleo líquido) y el LNG (gas natural líquido), imposibles de subsanar para una segunda edición. Sobre todo porque me acabo de enterar que Beltrán ha muerto, además de que a mí no me interese para nada reeditar ese libro”.
Se trata, en este caso, del ingeniero químico que creó un novedoso sistema de almacenamiento y transporte de gas líquido, uno de los primeros expertos en la materia en concluir que “el gas disuelto en un líquido no es gas, sino parte del líquido”.
Antonio Ríos sufrió, tres años después de editado el libro, un accidente cerebro-vascular que lo dejó paralítico y mudo. Consultado para este artículo, su respuesta llega vía escrita, por correo electrónico: “No sé si quedé conforme con su biografía. Él se portó de maravillas conmigo, aunque en el relato hay algunos errores técnicos propios de un desconocedor de la materia, y que tienen que ver específicamente con las moléculas, el LPG (gas petróleo líquido) y el LNG (gas natural líquido), imposibles de subsanar para una segunda edición. Sobre todo porque me acabo de enterar que Beltrán ha muerto, además de que a mí no me interese para nada reeditar ese libro”.
martes, 2 de diciembre de 2008
Aquella vieja primera entrevista...
(Fragmentos de -como canta Andrés- 10 años atrás...)
El escritor sin sus fantasmas
El espacio físico donde Gabriel Bañez dicta su taller literario, recibe trabajos de noveles escritores y concede notas, es un salón en los altos de una casa de diagonal 73. En una pared lateral, una biblioteca ocupa el espacio completo a lo ancho; una puerta corrediza convierte a la escena en dos ambientes y permite continuar la nota aun con la llegada de los primeros alumnos; hay cómodos sillones, muebles antiguos, candelabros y floreros; una maravillosa mesa que, algunas tardes de la semana, se convierte en mudo, pero oyente, testigo de diálogos literarios.
-¿Existe una literatura que, de tan aburrida, hace que uno se duerma, o la literatura es el mejor camino hacia los sueños?
-Yo me duermo leyendo un buen libro a veces, ojo. Yo no recomiendo lecturas. Hay libros que a mí me han interesado mucho. Por ejemplo “Pequeño hombrecito”. Para muchos son lecturas no saludables; o políticamente incorrectas, como se dice ahora. Otro que me gustó mucho fue “La conjura de los necios”. Fijáte: Soy muy anárquico; además creo que lo que a uno le cae en las manos, hay que leerlo.
-No seleccionar.
-No, no. Yo creo que no. Siempre he sido un tipo muy famélico en eso; he leído con hambre, te diría. Desde, me acuerdo, un tratado de medicina, hasta cosas disparatadas; de ingeniería.
-Italo Calvino, en “Aventura de un lector”, hace una crítica solapada al lector famélico, por la cuestión de que le hace perder un ímpetu vivencial.
-Yo no sé la postura de Italo Calvino, pero, la lectura forma parte de la vida. Hay gente que divide. Para mí leer es vivir. Yo he crecido leyendo. Y mi vida es leer. Y no hago esa diferencia un poco decimonónica en decir una vida libresca o una vida vivida con muchas experiencias. Para mí es exactamente lo mismo, es como la ficción o la realidad. ¿Qué diferencia hay entre la ficción y la realidad? La ficción es una forma altísima de la realidad; es la forma más lacerante. ¿Cómo puedo diferenciar entre cosas que he vivido y con las cuales ha habido un libro al lado mío? En cuanto a llevar algo a la cama, yo te diría que no lleves un libro, lleva una mujer, que siempre es mucho más provechoso.
-En un anecdotario de tu vida, ¿hay hechos literarios? Una cuestión amistosa, de ganancia por el lado del aprendizaje.
-Tengo anécdotas. Lo que ocurre es que en la escritura misma, tampoco hago diferencias. Yo voy al cine y voy a leer una película. Vivo y veo argumentos ambulantes, más que personas. Detrás de cada persona yo veo un argumento que va andando, que va en gerundio –se ríe–. Y a mí me apasiona descubrir qué hay detrás de esa persona. No sé si anécdotas, porque anécdota es una forma restringida. Yo vivo buscando historias.
-Cada persona es un hecho literario.
-Sí, los personajes son más importantes que las personas. Después, creo que las personas mueren y van a parar al argumento, no al cielo –vuelve a reírse–, y que los personajes tienen mucha más identidad que las personas. Son algo así como planteos ideales de nosotros mismos, con mejores defectos y mejores virtudes. Y es cierto que cuando alguien muere va al argumento, porque lo que quedan de él son versiones de ese argumento: era bueno, era malo, era un hijo de puta. A mí me gustaría ir a un argumento muy piola; yo ya lo tengo escrito, además. Después, no sé si coincide con ese argumento.
Entrevista con dos videntes
“¿Querías anécdotas?”. Gabriel dice que acá hay un par, y buenas. Que fue a hacerle un reportaje a Borges un año antes de que muriera, en su casa de la calle Maipú. “Me atendió él, lo más solícito. Me impresionó la enorme humildad de Borges. Era absolutamente humilde. No era una postura. Nos quedamos hablando dos horas y media, caía la tarde, estaba Fany, que lo atendía, y el gato, que pasaba. Esa charla la reduje después a una carilla, y la publiqué. ¿Sabés por qué la reduje? Porque me parecía mucho pasto, y yo quise guardarme muchas de las cosas que había grabado. Me maravilló la humildad de ese tipo”. Cambia de autor. Pasa a Sábato. “Iba casi todos los sábados a Santos Lugares. Era una especie de peregrinación religiosa, de la cual después renegué. Uno tiene que cortar y matar a los padres. Es una cuestión de parricidio. El amor de hijo es matar al padre, en un sentido simbólico, como dice el hechicero de Viena. Es lo que corresponde si uno quiere crecer; si no, vas a seguir a la sombra.
lunes, 1 de diciembre de 2008
jueves, 27 de noviembre de 2008
Un cuento de Iña
¿De qué habla este relato de Ignacio? ¿Es una forma de contar la vida entera de un hombre en dos páginas (sin que el narrador te diga si es presente, pasado o futuro) o habla de nuestros imprescindibles 10 elementos?
La Historia de Martín Baden
Todo comenzó allá por 1988. En esos tiempos nosotros vivíamos dentro de una gran bolsa, la que algunos llamaban panza. Después de 9 meses salimos a la luz y empezamos a crecer. A buscar la forma de cumplir nuestra funciones.
Las funciones las recibíamos del patrón, Martín. Había que cumplirlas, fueran cuales fueran. No importaba si alguno de nosotros podía morir o lastimarse, sólo cumplíamos las órdenes, fueran cuales fueran
Después de esa etapa llegó la más peligrosa, pero divertida.
Ahora las órdenes eran más rápidas y arriesgadas. Nosotros, con tanto juego y trabajo, nos hicimos mas fuertes y confiables. Cada vez recibíamos más órdenes y las cumplíamos a todas. La responsabilidad para nosotros era mucha.
En la siguiente etapa las cosas seguían difíciles, pero teníamos algo nuevo: las mujeres. Aunque para el patrón había cantidades de conflictos y problemas que resolver, por lo que podíamos escuchar, o al menos eso era lo que nos contaban las muñecas.
Las mujeres eran algo de lo más hermoso. Eran como nosotros, con las cuales jugábamos y nos acariciábamos y muchas otras cosas.
En la siguiente etapa, empezamos a vernos con una mujer casi a diario. Muchas veces hasta dormíamos juntos.
En esa época trabajábamos mucho, constantemente teníamos que apretar teclas, una tras otra, cada vez con más velocidad. Estábamos fuertes pero a su vez cansados, no tan ágiles como en épocas anteriores.
En los años siguientes las cosas cambiaron mucho. Fue donde vivimos un gran cambio. Dejamos de apretar teclas y pasamos a apretar botones, manejar taladros y cuchillos filosos. Los riesgos eran máximos. En muchos de los trabajos sufríamos golpes o cortes.
En uno de ellos sufrimos el peor de todos los dolores: la pérdida de uno de nosotros. Era el gordito tranquilo y trabajador del equipo. Habiéndolo perdido las cosas no fueron las mismas. Todo costaba mucho más.
Después de tanto trabajo, llegó nuestro turno de descansar. Éramos viejos y poco teníamos que hacer, así que disfrutamos del descanso, el cual más tarde se nos hizo eterno.
viernes, 21 de noviembre de 2008
Un escritor autorreferencial
El link del artículo sobre Auster en La Gaceta...
http://www.lagaceta.com.ar/nota/300329/LGACETLiteraria/Paul_Auster_un_escritor_autorreferencial.html
“el mundo esta en mi cabeza. mi cuerpo esta en el mundo”
viernes, 14 de noviembre de 2008
Citas en Tomas Hotel
Gracias a Daniel Medina, Alejandro Kozarts y Maxi Tomas por las respectivas citas de la nota de "Uno a uno" en el blog. Va el link:
http://www.tomashotel.com.ar/archives/1094
http://www.tomashotel.com.ar/archives/1094
viernes, 7 de noviembre de 2008
FILICIDAS
Esto lo escribió mi amigo el Médico Pediatra Marcelo Herrera:
Aquellos que no resguardan el patrimonio más importante que pueda tener sociedad alguna. Los que despilfarran el futuro con actitudes soberbias que tienen respuestas perjudiciales, la más grave de las cuales es mayor desprotección para los más desprotegidos. Los que creyendo ser indispensables e inmunes a la crítica en el accionar político, habitan una nebulosa y luego de caer de ella aplastan los derechos adquiridos y también negados de los niños. Los que alimentan su Ego con gula atronadora y engullen sus crías como el cerdo. Los que priorizan el monumento en vida, en detrimento del bienestar de nuestros hijos. Los que viven del Estado desde siempre, sin conocer riesgo alguno, sin tener la preocupación de llegar a fin de mes. Los que en definitiva matan, sin armas, la esperanza de que la semilla de nuestra sociedad nazca con fuerza, se desarrolle con confianza y nos complete el futuro que no le podemos dar. Ellos son filicidas. Los hay en nuestra dirigencia política nacional, provincial y -por supuesto- en el conspicuo exponente municipal.
Aquellos que no resguardan el patrimonio más importante que pueda tener sociedad alguna. Los que despilfarran el futuro con actitudes soberbias que tienen respuestas perjudiciales, la más grave de las cuales es mayor desprotección para los más desprotegidos. Los que creyendo ser indispensables e inmunes a la crítica en el accionar político, habitan una nebulosa y luego de caer de ella aplastan los derechos adquiridos y también negados de los niños. Los que alimentan su Ego con gula atronadora y engullen sus crías como el cerdo. Los que priorizan el monumento en vida, en detrimento del bienestar de nuestros hijos. Los que viven del Estado desde siempre, sin conocer riesgo alguno, sin tener la preocupación de llegar a fin de mes. Los que en definitiva matan, sin armas, la esperanza de que la semilla de nuestra sociedad nazca con fuerza, se desarrolle con confianza y nos complete el futuro que no le podemos dar. Ellos son filicidas. Los hay en nuestra dirigencia política nacional, provincial y -por supuesto- en el conspicuo exponente municipal.
martes, 28 de octubre de 2008
AUSTER - Identidad y fuga
En la vida, muchas veces se sigue adelante con proyectos y certidumbres no sólo por el valor que ellos implican al mantenerlos, sino por la misma necesidad de justificar el tiempo que se les ha dedicado. Los personajes huidizos de las novelas de Auster (Azul, el investigador privado de Fantasmas; Fanshawe, el escritor sin cara de La habitación cerrada; Sachs, el hombre que se vuela en pedazos al borde de una carretera en Leviatán) rehuyen a esta suave justificación: son los menos, los que prefieren perder absolutamente todo lo que han conseguido para ir en busca de aquello que no tiene ni rostro ni nombre, el porqué de estar en ese lugar en ese momento, la razón de existencia del individuo en este mundo y no en otro. Quien no se lo pregunta, no huye, y quien huye es porque se ha formulado ese interrogante y ha partido en busca o evasión de sí mismo.
En las novelas de Auster, existe siempre alguien que escapa o desaparece. Uno, como mínimo. En Fantasmas, Azul, el personaje narrador, lee o vive (lo que, desde cierta perspectiva austeriana, en poco se diferencia) historias en las que se suceden las evaporaciones corporales: un hombre que estaba esquiando desaparece en la nieve y su hijo, muchos años después, halla el cadáver congelado (la misma anécdota se cuenta en la película Smoke); otro caso es el de Gris, quien pierde la memoria y pasa a llamarse Verde, y trabaja de mozo a dos cuadras de su antigua casa, similar al caso del Wakefield de Hawthorne.
En los personajes huidizos nunca se logra desentrañar del todo si están más cerca del lugar al que se dirigen de aquel del cual partieron, pero en ellos vive la condición épica del abandono. Y no sólo eso: se duplican. Si alguien huye, también deberá haber otro, el personaje narrador -pues quien se ausenta nunca narra- que se convertirá en su perseguidor para relatar la historia de la huida y ser testigo a distancia de ese hecho nominal. La huida tiene que ver estrictamente con la ausencia: si alguien se va, ya no está; entonces, se vuelve estrictamente necesario la presencia de su doble, antítesis y espejo a la vez, alguien que tome la voz del ausente para narrar las historias. Las ausencias “en cuerpo” de los personajes de Auster tiene que ver con el “no estar pero ser”. Quien está, está para cegar, y nadie puede decir que no está si no está. “El mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo”.
(...)
En las novelas de Auster, existe siempre alguien que escapa o desaparece. Uno, como mínimo. En Fantasmas, Azul, el personaje narrador, lee o vive (lo que, desde cierta perspectiva austeriana, en poco se diferencia) historias en las que se suceden las evaporaciones corporales: un hombre que estaba esquiando desaparece en la nieve y su hijo, muchos años después, halla el cadáver congelado (la misma anécdota se cuenta en la película Smoke); otro caso es el de Gris, quien pierde la memoria y pasa a llamarse Verde, y trabaja de mozo a dos cuadras de su antigua casa, similar al caso del Wakefield de Hawthorne.
En los personajes huidizos nunca se logra desentrañar del todo si están más cerca del lugar al que se dirigen de aquel del cual partieron, pero en ellos vive la condición épica del abandono. Y no sólo eso: se duplican. Si alguien huye, también deberá haber otro, el personaje narrador -pues quien se ausenta nunca narra- que se convertirá en su perseguidor para relatar la historia de la huida y ser testigo a distancia de ese hecho nominal. La huida tiene que ver estrictamente con la ausencia: si alguien se va, ya no está; entonces, se vuelve estrictamente necesario la presencia de su doble, antítesis y espejo a la vez, alguien que tome la voz del ausente para narrar las historias. Las ausencias “en cuerpo” de los personajes de Auster tiene que ver con el “no estar pero ser”. Quien está, está para cegar, y nadie puede decir que no está si no está. “El mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo”.
(...)
lunes, 27 de octubre de 2008
Los guerreros del patíbulo
Encontré el artículo que había perdido (los viejos backups son como un tesoro escondido en isla innominadas...), sobre concursos literarios...
De buscarle comparaciones, lo primero que aparece es la imagen de las arenas romanas. Dos o más guerreros desconocidos mirándose con odio, o, lo que es peor, con el aturdimiento y el desencanto de quien debe matar al otro aún en la ausencia del odio. Más perverso todavía el juego cuando el adversario es uno solo, el león al que nadie ama ni detesta pero que se convierte en el enemigo común en pro de la supervivencia. Otra imagen vendría de aquella película de nuestra niñez, Los doce del patíbulo, en la que los personajes negociaban con sus opresores la libertad a cambio de la participación en una misión secreta en plena Segunda Guerra Mundial. Seguramente los ejemplos, las alegorías, sobren. Y todas estas evocaciones tienen un porqué, a modo de reflejo, de comparación.
Hace varios años, un escritor amigo (anónimo es mejor) con una veintena de libros publicados, editor además, al ver los resultados de un concurso literario que de provincial había pasado a ser de alcance nacional, me decía sucintamente: “Yo se los dije”. Estaba claro: la mayoría de los autores seleccionados pertenecían a la Capital Federal. Lo cual no era nocivo en sí aunque, ya se sabe, Dios está en todos lados pero atiende...
En ese mismo concurso había actuado como pre-jurado otro amigo (cuando digo amigo quiero decir no más que cierto casual conocimiento, que no deriva exactamente de la nobleza y la sinceridad de la amistad de años, sino que ronda la confianza de dos que bien pueden llamarse conocidos), docente, escritor, corrector y director de una revista que a los ponchazos veía la luz. Un día fui a visitarlo a su departamento, un tres ambientes recién estrenado y con buenos muebles, sobre todo por la proporción y la variedad de la biblioteca. En el piso del comedor, bajo la ventana que daba al “pulmón”, dormían su sueño lento dos altas pilas de fotocopias. Le pregunté qué eran. ontestó que se trataba de los duplicados de los trabajos presentados al concurso en el que había intervenido como pre-jurado; los fallos ya se habían dado a conocer, así que él había decidido quedarse con las copias y utilizarlas como grandes libretas para apuntes.
No era un mal destino, después de todo: hay ciertos abonos para la tierra que están compuestos por organismos en proceso de descomposición. (Algo que me recordó aquello fue a las bases de aquellos certámenes que expresan: “los trabajos que no sea retirados por sus autores serán destruidos”).
El tercer caso que me viene a la memoria es el de otro escritor reconocido, mucho más premiado y publicado (anónimo es mejor, insisto). En uno de nuestros encuentros, allá en el pueblo natal y en un esfuerzo de tolerancia, este hombre aceptó leer un par de relatos míos. Quedamos en que pasaría a dejárselos por su casa de la gran ciudad. Allá fui, con un sobre repleto de lo que hoy no son otras cosa que bosquejos de una cosa blanda, fragmentaria e inconclusa, porciones de un universo incoherente y superpoblado por una acumulación de plagios y de citas sueltas.
Como este hombre no se encontraba en su casa, el portero, en un acto de riesgoso desatino que ponía en jaque la seguridad del edificio (¿o es que los escritores y sus amigos no son peligrosos?), me permitió que entrara, subiera los seis pisos y tirase el sobre por debajo de la puerta.
Un par de semanas después, me enteré que este hombre con el que había estado charlando y al que le había llenado el piso de papeles, sería jurado en un concurso al que pensaba presentarme con alguno de esos textos. Recuerdo haberlos trascripto en una computadora prehistórica, en DOS. “Puta”, pensé; “va a sospechar que lo hice a propósito”. Así que hubo un llamado, un mensaje en el contestador y el pedido que no los leyera, que cabía la posibilidad de que tuviera que hacerlo en otro momento, en otras circunstancias. ¿Cómo volverse creíble ante los hechos? ¿Cómo no sonar sugestivo en esa situación?
Lo más extraño es que, en aquellas charlas pueblerinas, este escritor me había recomendado varias veces: “Tenés que insistir con los concursos, es una forma de llegar”. Uno a veces cree saber adónde. A veces.
Con todo, y para no rechazar sugerencias, seguí presentándome a concursos literarios. La mayoría en los que fui seleccionado por aquellos años (luego vinieron otros...) se constituían, según ellos mismos, como “ediciones cooperativas”. La definición es simple: cada uno pone un poquito (más de dinero que de poesía) para publicar todos juntos y en familia a través de una rara especie de socialismo dominado menos por la camaradería que por las colaboraciones. Incluso llegué a elaborar una carta de respuesta, de la que guardo una también arcaica copia en algún disquete perdido, y de la cual hoy apenas se puede rescatar un párrafo: “sólo deberé objetar que mi política editorial me lleva a rechazar las publicaciones antológicas, cooperativas o pagas, como quiera llamárseles. Es la cuarta propuesta que recibo en un año, y a todas he comunicado lo mismo. No se sientan ustedes ofendidos por mi negativa; así como espero también seguir fiel a mis convicciones”. Bien testarudo, enérgico y utópico.
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De buscarle comparaciones, lo primero que aparece es la imagen de las arenas romanas. Dos o más guerreros desconocidos mirándose con odio, o, lo que es peor, con el aturdimiento y el desencanto de quien debe matar al otro aún en la ausencia del odio. Más perverso todavía el juego cuando el adversario es uno solo, el león al que nadie ama ni detesta pero que se convierte en el enemigo común en pro de la supervivencia. Otra imagen vendría de aquella película de nuestra niñez, Los doce del patíbulo, en la que los personajes negociaban con sus opresores la libertad a cambio de la participación en una misión secreta en plena Segunda Guerra Mundial. Seguramente los ejemplos, las alegorías, sobren. Y todas estas evocaciones tienen un porqué, a modo de reflejo, de comparación.
Hace varios años, un escritor amigo (anónimo es mejor) con una veintena de libros publicados, editor además, al ver los resultados de un concurso literario que de provincial había pasado a ser de alcance nacional, me decía sucintamente: “Yo se los dije”. Estaba claro: la mayoría de los autores seleccionados pertenecían a la Capital Federal. Lo cual no era nocivo en sí aunque, ya se sabe, Dios está en todos lados pero atiende...
En ese mismo concurso había actuado como pre-jurado otro amigo (cuando digo amigo quiero decir no más que cierto casual conocimiento, que no deriva exactamente de la nobleza y la sinceridad de la amistad de años, sino que ronda la confianza de dos que bien pueden llamarse conocidos), docente, escritor, corrector y director de una revista que a los ponchazos veía la luz. Un día fui a visitarlo a su departamento, un tres ambientes recién estrenado y con buenos muebles, sobre todo por la proporción y la variedad de la biblioteca. En el piso del comedor, bajo la ventana que daba al “pulmón”, dormían su sueño lento dos altas pilas de fotocopias. Le pregunté qué eran. ontestó que se trataba de los duplicados de los trabajos presentados al concurso en el que había intervenido como pre-jurado; los fallos ya se habían dado a conocer, así que él había decidido quedarse con las copias y utilizarlas como grandes libretas para apuntes.
No era un mal destino, después de todo: hay ciertos abonos para la tierra que están compuestos por organismos en proceso de descomposición. (Algo que me recordó aquello fue a las bases de aquellos certámenes que expresan: “los trabajos que no sea retirados por sus autores serán destruidos”).
El tercer caso que me viene a la memoria es el de otro escritor reconocido, mucho más premiado y publicado (anónimo es mejor, insisto). En uno de nuestros encuentros, allá en el pueblo natal y en un esfuerzo de tolerancia, este hombre aceptó leer un par de relatos míos. Quedamos en que pasaría a dejárselos por su casa de la gran ciudad. Allá fui, con un sobre repleto de lo que hoy no son otras cosa que bosquejos de una cosa blanda, fragmentaria e inconclusa, porciones de un universo incoherente y superpoblado por una acumulación de plagios y de citas sueltas.
Como este hombre no se encontraba en su casa, el portero, en un acto de riesgoso desatino que ponía en jaque la seguridad del edificio (¿o es que los escritores y sus amigos no son peligrosos?), me permitió que entrara, subiera los seis pisos y tirase el sobre por debajo de la puerta.
Un par de semanas después, me enteré que este hombre con el que había estado charlando y al que le había llenado el piso de papeles, sería jurado en un concurso al que pensaba presentarme con alguno de esos textos. Recuerdo haberlos trascripto en una computadora prehistórica, en DOS. “Puta”, pensé; “va a sospechar que lo hice a propósito”. Así que hubo un llamado, un mensaje en el contestador y el pedido que no los leyera, que cabía la posibilidad de que tuviera que hacerlo en otro momento, en otras circunstancias. ¿Cómo volverse creíble ante los hechos? ¿Cómo no sonar sugestivo en esa situación?
Lo más extraño es que, en aquellas charlas pueblerinas, este escritor me había recomendado varias veces: “Tenés que insistir con los concursos, es una forma de llegar”. Uno a veces cree saber adónde. A veces.
Con todo, y para no rechazar sugerencias, seguí presentándome a concursos literarios. La mayoría en los que fui seleccionado por aquellos años (luego vinieron otros...) se constituían, según ellos mismos, como “ediciones cooperativas”. La definición es simple: cada uno pone un poquito (más de dinero que de poesía) para publicar todos juntos y en familia a través de una rara especie de socialismo dominado menos por la camaradería que por las colaboraciones. Incluso llegué a elaborar una carta de respuesta, de la que guardo una también arcaica copia en algún disquete perdido, y de la cual hoy apenas se puede rescatar un párrafo: “sólo deberé objetar que mi política editorial me lleva a rechazar las publicaciones antológicas, cooperativas o pagas, como quiera llamárseles. Es la cuarta propuesta que recibo en un año, y a todas he comunicado lo mismo. No se sientan ustedes ofendidos por mi negativa; así como espero también seguir fiel a mis convicciones”. Bien testarudo, enérgico y utópico.
Gugl
Antes, los escritores, cuando dudábamos, la imagen oficial de la incerteza era la página en blanco. Esa versión, casi romántica, derivó en la praxis de la sensación misma: se escribieron novelas acerca de la imposibilidad de escribir.
Luego devino el Word y sus herramientas básicas, pero el fondo de pantalla seguía con el blanco, conservando la pureza del martirio. Hoy también, aunque pavimentándolo con las ya consabidas siete letras: primera y cuarta del mismo color; también segunda y sexta.
Google (“Gugl”, para nosotros, que venimos de los diaguitas) es nuestra imagen oficial, la saturación de la pureza, la verdad contemporánea del conocimiento: la necesidad, la búsqueda fácil -un sopapo a la vez que caricia- de las ideas.
Respuesta a la nota “Donde la ficción encuentra asidero en lo real” de Revista Ñ
Escribo a modo de respuesta a la nota “Donde la ficción encuentra asidero en lo real” de Ñ número 265, acerca de la Feria del Libro de Junín de septiembre pasado. La nota contiene inmejorables errores periodísticos. Cito dos muy notorios: En primer lugar, Franco Vaccarini no es oriundo de Junín, sino que nació y se crió en el campo, yendo y viniendo entre Chacabuco y Lincoln. Si bien es cierto que Junín queda a mitad de camino, eso de ninguna manera podría cambiar el acta de nacimiento del Sr. Vaccarini. Luego, que Sylvia Iparraguirre -si bien figuraba en el programa de la Feria- no pudo concurrir, puesto que su esposo, Abelardo Castillo, fue operado días antes, y ella, razonablemente, eligió permanecer con él.
Estuve en esa Feria; presentando mi libro, incluso. Y, más allá del loable y fructífero esfuerzo de la gente de la organización, que mucho y muy bien ha trabajado para que todo saliera de la mejor manera, tal como salió, dudaría que las 15.000 personas fueran más reales que imaginarias. Por otra parte, la presencia de la ciudad de Junín en los textos de Borges daría, creo, más para un artículo literario que para una crónica ferial.
Errores, en definitiva, que sólo hubiesen podido subsanarse de antemano enviando un periodista al lugar de los hechos.
Estuve en esa Feria; presentando mi libro, incluso. Y, más allá del loable y fructífero esfuerzo de la gente de la organización, que mucho y muy bien ha trabajado para que todo saliera de la mejor manera, tal como salió, dudaría que las 15.000 personas fueran más reales que imaginarias. Por otra parte, la presencia de la ciudad de Junín en los textos de Borges daría, creo, más para un artículo literario que para una crónica ferial.
Errores, en definitiva, que sólo hubiesen podido subsanarse de antemano enviando un periodista al lugar de los hechos.
Escritores de literatura juvenil en Salto
El pasado jueves 23 de octubre, estuvieron en nuestra ciudad los escritores de literatura infantil y juvenil Mario Méndez y Jorge Grubissich.
Mario Méndez dio sus charlas en la Escuela 29 (para chicos de 1° a 6° grado) y en la Escuela Nuestra Señora del Rosario (donde los alumnos, durante buena parte del año, leyeron sus libros “El monstruo de las frambuesas”, “El partido y otros cuentos”, y “Patagonia, tres viajes de misterio”).
Jorge Grubissich, autor de “El caso del robo al correo” (Editorial Amauta), se hizo presente en la Escuela 6 y en la Escuela 30 (donde se hizo representó la adaptación teatral de su novela), y en la Escuela 27, en la que Grubissich participó de la Maratón de Lectura.
Ambos escritores dialogaron con los chicos, respondieron a sus preguntas, se sacaron fotos y firmaron ejemplares. Además, alumnos y maestras les retribuyeron su presencia con aplausos y obsequios varios.
Es válido señalar que la presencia de estos autores en Salto (que se suma a las visitas de Lucía Laragione y Emilio Saad la semana anterior a las escuelas San José y Nuestra Señora del Rosario, y de Carolina Tosi en el mes de agosto a la Escuela 2) se da gracias al esfuerzo conjunto de las editoriales independientes Abran Cancha, Crecer Creando y Amauta.
Los autores
Mario Méndez nació en Mar del Plata y vive en Buenos Aires. Es escritor, maestro, tallerista y editor. Ha publicado numerosos cuentos y más de diez novelas, entre las que pueden destacarse “Cabo Fantasma” (Premio Fantasía 1998), “El monstruo del arroyo” (también publicada en México, Chile y Uruguay), “El tesoro subterráneo”, “Brujas en el bosque” y “Pedro y los lobos”.
Jorge Grubissich nació en Buenos Aires en 1962. Ha estudiado las carreras de Filosofía y Edición en la Universidad de Buenos Aires. Es músico, periodista, escritor y editor. Fue colaborador de las revistas 3 puntos, TXT y Clásica. Ha publicado dos novelas para adultos. “El caso del robo al correo” es su primera novela para jóvenes lectores; actualmente, tiene una segunda a punto de editarse.
Lucía Laragione nació y creció en Buenos Aires. Algunos títulos de sus libros son: “Amores que matan”, “Tratado universal de monstruos”, “El mar en la piedra”, “El gran Brancaleone y otros cuentos”. También ha publicado obras de teatro para adultos. En el extranjero, sus libros han sido publicados en Chile, México, España y Francia y sus obras de teatro estrenadas en España, Francia y Portugal.
Emilio Saad nació en Tucumán y vive en Buenos Aires. Es periodista, autor de historietas, dibujante, escritor, dramaturgo y trabajador social. En 1990 su cuento “La regadera que jugaba al carnaval” ganó el segundo premio en un concurso realizado por la “Fundación El Libro”, ALIJA y editorial Colihue, y fue publicado en la antología “¡Ufa!, seis cuenteros más”. Ha publicado los cuentos “El recreo del sombrero” en la antología ¡Todos al recreo! y “El ovillo del destino”, en La última rebelión, libro que reúne cuentos de nuestra historia, ambos publicados por la editorial Amauta.
Carolina Tosi nació en 1975 en la ciudad de Buenos Aires. Se recibió de profesora y licenciada en Letras en la UBA y actualmente está cursando la maestría de Análisis del Discurso en esa universidad. Se desempeña como editora y docente en los niveles terciario y universitario, participa de proyectos de investigación y es colaboradora de la revista literaria Ñ. Es autora de libros de texto para el nivel primario y secundario, así como de artículos académicos de literatura, lingüística y edición. Ha dictado numerosos cursos de especialización en lectura y escritura para docentes, y también talleres literarios para chicos. “Cerro Dulce, el pueblo de la magia” es su primera novela.
http://www.e-amauta.com.ar/
http://www.crecercreando.com.ar/
http://www.abrancancha.com/
lunes, 20 de octubre de 2008
Entrevista a Samanta Schweblin
Hay en los personajes de “El núcleo del Disturbio” una idea de quiebre, de necesidad de cambio; perciben un destino pero o no saben cuál es, o lo saben y no se animan a enfrentarlo. Uno puede oír el murmullo de cuando se preguntan a ellos mismos si creer en lo que hacen o lo que esperan, si es cierto que están tan perdidos y vacíos como parecen.
Si, por lo general mis personajes no toman decisiones, ni llevan adelante las historias. Más bien sucede lo contrario, es la historia la que lleva al personaje agarrado de las narices. Supongo que sobreviven en un mundo sin libre albedrío, más o menos como el nuestro.
Cuando vos lo ganaste, el Concurso Haroldo Conti todavía gozaba de prestigio y repercusión. En estos años decayó. ¿Cómo ves ahora el tema de los concursos literarios?
Hay concursos que todavía gozan de prestigio, y son justamente los concursos en los que los jurados se manejan con más transparencia, como los del Fondo Nacional de las Artes, o mismo el Casa de las Américas (que ahora muchos confunden con “Casa de América”, pero no tienen absolutamente nada que ver). Es verdad que en cualquier concurso, por más transparentes y profesionales que sean los jurados, la suerte tiene también su peso, pero a la larga son promotores de las nuevas voces. Yo particularmente, hace ocho años atrás, siendo inédita, cuentista y teniendo 23 años me acerqué a una gran editorial y logré que me editaran, y creo que en ese sentido lo que me abrió las puertas -al menos a la lectura del material por parte de ellos, que ya es gran cosa en estos días-, fueron justamente los premios.
No hace mucho hablaba con Pablo Ramos de su experiencia de haber ganado el premio Casa de las Américas. El lo definía como algo incomparable. ¿Cómo fue para vos? ¿Te quedaste un tiempo en la isla, cómo viste a Cuba? Y: ¿quién va a editar “La furia de las pestes”?
Viajé inmediatamente a la isla, pero no por el premio, sino porque unos meses antes, el Centro Onelio -que es en Cuba algo así como “la escuela oficial de escritores”-, ya me había convocado al Primer Encuentro de Jóvenes Narradores Latinoamericanos, junto a otros 26 escritores de distintos países. Fue un encuentro increíble, ocho días de Festival donde lo único que se hizo fue tomar ron y hablar de literatura. Veintisiete latinoamericanos y cien cubanos de todas las provincias.
Quiero contar un detalle –no tan menor- que nos impactó mucho a todos los latinoamericanos. En un panel de discusión del festival sobre literatura y mercado, un cubano señaló “la facilidad que tienen para editar su material inmediatamente después de ser escrito”. Por supuesto, no criticaba “la facilidad de edición”, sino la edición sin filtro, incluso del propio escritor, que a veces esto generaba. Pero más allá de eso, me acuerdo de nuestras caras –me refiero al resto de los latinoamericanos-, no podíamos creerlo.
Después me quedé unos doce días más, y aproveché para conocer gran parte del equipo de Casa de las Américas, y pasear por el interior, fuera de La Habana.
“La furia de las pestes”, que ahora se llamará “Pájaros en la boca”, se editará por Planeta en Mayo del 2009. En realidad estaba programado para Mayo de este año, pero como el libro ganó el concurso, las bases indican que es Cuba quien tiene la prioridad de edición, así que tuvimos que posponer la edición en Argentina para el año que viene.
Hace unos días, le preguntaba también a Cucurto sobre qué aportan a la escritura nuevos registros como la historieta, la tele, el blog, el video. Vos estudiaste Imagen y Sonido. ¿Opera en tu literatura ese cruce entre diferentes discursos?
Seguramente mis estudios de cine deben haber influenciado, puede que mi literatura sea bastante visual, aunque tampoco es algo que yo vea particularmente, lo digo más bien porque es algo que suele señalarse. Pero no creo que ni la historieta, ni la tele, ni el blog me aporten particularmente a la hora de escribir. No creo que formen parte de la literatura a no ser que alguna historia en particular los precise como personajes, claro. Esta polémica nueva de si el blog viene o no a quitarle un espacio la literatura… No, por supuesto que no. Puede que, en algunos blogs, se escriba literatura, pero un blog no es un cuento ni es una novela, es otra cosa distinta, con sus propias reglas y excepciones.
Cómo enfrentas tu proyección cuentística frente a un mercado que adora y se enrola detrás de la novela.
Me desilusionan un poco los editores que consideran a los cuentistas “promesas de escritores”, les tienen fé, confían en que, tarde o temprano, escribirán una novela. Creo que incluso hay algo de eso en algunos lectores. Pero fuera de eso, a nivel personal, siento que mi interés está arraigado en la potencia y la precisión del cuento. Me es un género tan atractivo, que más de los dos tercios de mi biblioteca son cuentos. No poder vivir de la literatura, tiene una gran ventaja: uno escribe lo que quiere, y el mercado hace su camino.
En muchos de los relatos de “El núcleo del disturbio” –entre otras tantas cosas– está muy presente la idea del viaje: la valija, la estación de servicio, la estación de tren, el campo, la ruta.
En muchos de los relatos de “El núcleo del disturbio” –entre otras tantas cosas– está muy presente la idea del viaje: la valija, la estación de servicio, la estación de tren, el campo, la ruta.
Sí, me gusta la ruta como idea. Cuando uno va por la ruta, y se detiene en un lugar, no sabe nada de nada de ese sitio, todo puede suceder, y a la vez, cuando uno retoma la ruta, lo que queda atrás desaparece. En el nuevo libro hay más ruta y más campo también.
¿Qué esperás de esta estadía mexicana?
¿Qué esperás de esta estadía mexicana?
Estoy contentísima. Estaré en Oaxaca, del 15 de Septiembre al 15 de Diciembre escribiendo en una residencia de artistas. La idea es avanzar con el tercer libro, pasear un poquito si los tiempos y el dinero alcanzan, y leer mucho. Nunca antes había participado en una beca de este tipo, y la idea de esta estancia paradisíaca me suena tan inverosímil, que estoy ya hace varios días esperando que algún ruso me diga que todo es un engaño y el plan es “trata de blancas”, como en la películas, o que alguien llame diciendo que todo es un error de tipeo, y mi beca está suspendida. Pero nada de eso sucede por ahora.
http://www.lagaceta.com.ar/nota/294586/LGACETLiteraria/Samanta_Schweblin.html
http://www.lagaceta.com.ar/nota/294586/LGACETLiteraria/Samanta_Schweblin.html
domingo, 12 de octubre de 2008
Salutacion a Gabriel Báñez
El amigo Gabriel se ha alzado con el Primer Premio Internacional Novela Letra Sur con su nouvelle "La cisura de Rolando". Para festejarlo desde acá -ambito web- una entrevista reciente, fresquita, fragmentos de la que aun no ha sido editada en La Gaceta, donde se cita a la bestia ganadora...
¿Cómo viene esto de la edición / reedición en francés de algunas de tus obras para Francia, Bélgica y Suiza? Si no me equivoco, se trata de “Hacer el odio”, “El curandero del cuarto oscuro”, “Los chicos desaparecen” y “Virgen”.
Viene como una carambola. La carambola de una generosa lectora y asesora en Bretaña (Irene) que, habiéndome leído, insistió y entusiasmó a estos editores para que compraran parte de la obra que yo tenía publicada aquí. Los libros son esos, pero en orden al estricto azar de las cuatro bandas aparece primero “Los chicos desaparecen”, luego “Hacer el odio”, sigue “El curandero del cuarto oscuro” y por último “Virgen”. “Los chicos desaparecen” va con prólogo de Luis Chitarroni. Y el contrato es hasta el 2014
“Los chicos desaparecen” se reedita después de la versión fílmica de la novela. ¿Cómo viste el hecho de que una historia tuya se volviera película?
Aquí la editó Atlántida, en Francia ya había sido publicada por Alfil Editions, y ahora la reedita nuevamente con otra traducción “La dernière goutte”. Ver que una historia propia se vuelva película forma parte de un argumento de ajenidad, no creo en las pertenencias. En el cine tengo la pésima costumbre de leer argumentos. ¿Es mío ese film? La apropiación intelectual trasluce siempre una vulgata personal. Fue lo que le dije al director a Norman Briski, durante el rodaje: “Es de ustedes”. Yo ya tengo mi versión de la historia, ellos la suya. Para mí, sin embargo, la profundidad de campo de la escritura es mayor que la de cualquier lente.
Tu novela anterior, “Cultura”, dio que hablar, sobre todo por la relación con tu trabajo como editor en La Comuna, la editorial de la Municipalidad de La Plata. ¿Cómo fue esa búsqueda paródica? Y: ¿en qué consiste, estrictamente, tu trabajo como editor en La Comuna?
Ibáñez, el personaje, es un disociado. Y si dio que hablar es porque es escritor y editor. Pero las simetrías no me recuperan. La clave de la novela quizá sea paródica, entendiendo al humor como un recurso de la desesperación. Luego, ¿no es uno un desesperado, y no es la cultura el make-up de esa desesperación? Sangre de utilería, repetía Mishima. Mi lectura errada de “Cultura” es que trata sobre el encarnizamiento, la psiquiatrización farmacológica. Yo tengo una versión en miligramos de la historia; en la superficie hay pasos de comedia y hasta de absurdo. Pero no sé. Como editor, dos cosas: abrir el juego a inéditos y jamás hacer una biblioteca personal.
El común de la gente cree que las nuevas herramientas de comunicación están circunscriptas a las nuevas generaciones. Desdiciéndolos, te creaste un blog. Por qué “corte y confección”. ¿Es un gesto irónico sobre tu propia calva?
Mi madre cosía para afuera. Yo hago lo mismo: escribo para afuera. Costuras, hechuras como decía ella. Es un homenaje. Pero nunca nada queda bien: allá una manga que chinga, acá un ruedo que cae mal o la sisa que hay que tomar. La calvicie, en cambio, es la culminación de un muy efectivo tratamiento capilar que hice hace algunos años. Lo inicié para poder quedar calvo, precisamente. Satisfacción garantizada: hoy puedo mostrar los resultados.
Como parado sobre la idea de que la realidad copia al arte –a la literatura, en este caso– vos te adelantaste a la Guerra de Malvinas con “El Capitán Tres Guerras va a la guerra”; con la ficcionalización de “Octubre amarillo” al juicio oral de Barreda; con “Paredón paredón”, a los muros que dividen Estados Unidos de México e Israel de Palestina. ¿Hay una cualidad oculta en el hombre que le asigna profecías para contarlas?
¿Me adelanté? Es raro, siempre me parece estar tarde de todas las cosas. Los efectos animan a las causas y el azar, en el que creo como dogma, alentó esos títulos. Me gustaría poder decir que tengo el don de la percepción, pero no. Pasa que la existencia –que es una cuestión de tiempos verbales-, a veces coincide, conjuga, con la escritura. En “Paredón paredón” la que se divide es Buenos Aires, algunos muros son invisibles también, no sólo de concreto.
Cómo es eso de tu reivindicación de los errores a la hora de la escritura. Y por qué “la escritura” y no “la literatura”.
Cómo es eso de tu reivindicación de los errores a la hora de la escritura. Y por qué “la escritura” y no “la literatura”.
Literatura me suena a canon, cosa juzgada o fósil. Escritura es palabra imperfecta, orgánica, anárquica y tumultuosa. Soy un fanático del error, un hijo creciente. Escritura es proteica; literatura, enciclopedia.
¿Qué se puede adelantar de tus dos nouvelles que se editarán en Argentina el próximo año? Si no me equivoco, una de ellas –“Cisura”– es sobre un chico que no puede hablar, de la que fuiste adelantando algo en el blog.
“Cisura” es autobiográfica en el sentido de que uno escribe porque no sabe hablar. Sobre esta disfunción –afasia temporal alojada en la Cisura de Rolando, tal el diagnóstico-, trata la historia. La otra nouvelle, “Terapia”, cuenta los lacanianos esfuerzos que hace una primera persona a fin de volverse homosexual. Es una historia parecida a la de la calvicie. Lo mismo: creo que en poco tiempo se van a poder mostrar los primeros resultados.
¿Qué se puede adelantar de tus dos nouvelles que se editarán en Argentina el próximo año? Si no me equivoco, una de ellas –“Cisura”– es sobre un chico que no puede hablar, de la que fuiste adelantando algo en el blog.
“Cisura” es autobiográfica en el sentido de que uno escribe porque no sabe hablar. Sobre esta disfunción –afasia temporal alojada en la Cisura de Rolando, tal el diagnóstico-, trata la historia. La otra nouvelle, “Terapia”, cuenta los lacanianos esfuerzos que hace una primera persona a fin de volverse homosexual. Es una historia parecida a la de la calvicie. Lo mismo: creo que en poco tiempo se van a poder mostrar los primeros resultados.
Blog en sí:
Escribe Gabriel Báñez en su blog: “Lo que veo es que el blog respira mejor, porque no está esa idea fatal de perfección. Incluso uno se expone más también, y eso es bueno eso, se torna más vulnerable. Es menos patrimonial también. Son nuevas formas de escritura, soportes diferentes, más al acceso y al alcance de todos. Una comunidad democrática más amplia, más pluralista, más caótica”. “Hay gente que tiene sus temores, que se siente vulnerada. A mí me encanta; que me roben, me encanta. La voy subiendo por capítulos por una cuestión de mecánica del blog, en el medio van otras cosas, pero… si la quieren robar, que la roben. Ya tuve el placer de escribirla”.
La cosa parece tener que ver con su reivindicación de los errores a la hora de la escritura y de porqué “escritura” y no “literatura”.
La cosa parece tener que ver con su reivindicación de los errores a la hora de la escritura y de porqué “escritura” y no “literatura”.
–Literatura me suena a canon, cosa juzgada o fósil. Escritura es palabra imperfecta, orgánica, anárquica y tumultuosa. Soy un fanático del error, un hijo creciente. Escritura es proteica; literatura, es enciclopedia.
martes, 30 de septiembre de 2008
Juan Sasturain y sus mil vidas
Cuando uno se pregunta en qué andará alguien, es que quiere dar con su paradero, saber de su presencia. En este caso, y operando a través de los opuestos, podríamos decir que el sujeto en cuestión, Juan Sasturain, está en todos lados. O, al menos, en muchos al mismo tiempo.
Sasturain es, por estos días, director de Negro Absoluto, un sello de literatura policial recientemente creado, con cuatro títulos en la calle. Conduce “Ver para leer”, el único programa sobre libros en televisión abierta, que acaba de ganar un premio Martín Fierro (justamente: un libro). Dirige la nueva generación de Revista Fierro; es colaborador de P12, donde hace un par de años reeditó gran parte de su obra a través de la editorial del diario, además de hacerse presente en concursos como jurado (por ejemplo, en el Premio Internacional de Novela Letra Sur, en proceso de resolución), presentaciones de libros, charlas, festivales literarios, ferias y congresos. Dicen que quien mucho abarca poco aprieta. Quizás no sea tan así.
Lo cierto es que Juan Sasturain acaba de editar “Pagaría por no verte” (Sudamericana), tercera parte de la saga protagonizada por el inefable detective Julio Etchenike y sus surreales laderos, el Gallego y el Negro Sayago, que sigue a la inaugural e imperdible “Manual de perdedores” y su secuela, “Arena en los zapatos”, reeditada a principios de año (amén de un papel secundario de Etchenike en “La lucha continúa”, 2003).
La cosas es que, entre el verano y el otoño del ’80, Etchenike es invitado a una fiesta en el Tigre, cumpleaños de un viejo amigo, y con eso comienza una serie de aventuras y desventuras en las que a este antihéroe veterano con alma de quijote cínico, terco y justiciero, se le mezclarán su historia personal con su ética profesional. Un pasado oscuro, irresuelto y tramposo que conjuga los recuerdos dolorosos con las piñas, tiros y sopapos propios del caso.
A esta versión tanguera, vernácula del policial, concurre, en la cita inicial y el título, aquella milonga de Celedonio Flores: “Me revienta tu presencia, pagaría por no verte”. Bien argentina, la historia narrada no desatiende las circunstancias históricas en que está emplazado la trama: la dictadura militar. Hay “milicos para rato”, Falcon verdes, Habeas corpus, ejércitos en la noche, militantes perseguidos, emigrantes urgentes.
Así, entre citas directas e indirectas a Chandler, Hammett, Cain y otros grandes del género, en una sociedad corrompida, con mujeres bellas y malas, un muerto que presuntamente nada tiene que ver con el argumento, el infaltable sentido de la amistad y la baba sucia del dinero, Sasturain reconstruye un argumento clásico del policial negro (¿homenaje, parodia, influencia?) donde vuelve a su máxima de que “la literatura no se escribe con hechos, se escribe con palabras”, siempre del lado de las novelas que cuentan historias y no de las que se dedican a coquetear con el estilo.
Sasturain ha trabajado gran parte de su carrera con lo que se suele llamar “géneros marginales”: policial, infantil, historieta, fútbol, folletín. Medios muchas veces tildados de “evasivos”. Lo cual trae a la memoria aquella declaración de –justamente– Raymond Chandler: “todo lo que se lee por placer es una evasión”. “Pagaría por no verte” no es excepción. Pero confirma la regla.
http://www.lagaceta.com.ar/vernota.asp?id_seccion=109&id_nota=291305
Sasturain es, por estos días, director de Negro Absoluto, un sello de literatura policial recientemente creado, con cuatro títulos en la calle. Conduce “Ver para leer”, el único programa sobre libros en televisión abierta, que acaba de ganar un premio Martín Fierro (justamente: un libro). Dirige la nueva generación de Revista Fierro; es colaborador de P12, donde hace un par de años reeditó gran parte de su obra a través de la editorial del diario, además de hacerse presente en concursos como jurado (por ejemplo, en el Premio Internacional de Novela Letra Sur, en proceso de resolución), presentaciones de libros, charlas, festivales literarios, ferias y congresos. Dicen que quien mucho abarca poco aprieta. Quizás no sea tan así.
Lo cierto es que Juan Sasturain acaba de editar “Pagaría por no verte” (Sudamericana), tercera parte de la saga protagonizada por el inefable detective Julio Etchenike y sus surreales laderos, el Gallego y el Negro Sayago, que sigue a la inaugural e imperdible “Manual de perdedores” y su secuela, “Arena en los zapatos”, reeditada a principios de año (amén de un papel secundario de Etchenike en “La lucha continúa”, 2003).
La cosas es que, entre el verano y el otoño del ’80, Etchenike es invitado a una fiesta en el Tigre, cumpleaños de un viejo amigo, y con eso comienza una serie de aventuras y desventuras en las que a este antihéroe veterano con alma de quijote cínico, terco y justiciero, se le mezclarán su historia personal con su ética profesional. Un pasado oscuro, irresuelto y tramposo que conjuga los recuerdos dolorosos con las piñas, tiros y sopapos propios del caso.
A esta versión tanguera, vernácula del policial, concurre, en la cita inicial y el título, aquella milonga de Celedonio Flores: “Me revienta tu presencia, pagaría por no verte”. Bien argentina, la historia narrada no desatiende las circunstancias históricas en que está emplazado la trama: la dictadura militar. Hay “milicos para rato”, Falcon verdes, Habeas corpus, ejércitos en la noche, militantes perseguidos, emigrantes urgentes.
Así, entre citas directas e indirectas a Chandler, Hammett, Cain y otros grandes del género, en una sociedad corrompida, con mujeres bellas y malas, un muerto que presuntamente nada tiene que ver con el argumento, el infaltable sentido de la amistad y la baba sucia del dinero, Sasturain reconstruye un argumento clásico del policial negro (¿homenaje, parodia, influencia?) donde vuelve a su máxima de que “la literatura no se escribe con hechos, se escribe con palabras”, siempre del lado de las novelas que cuentan historias y no de las que se dedican a coquetear con el estilo.
Sasturain ha trabajado gran parte de su carrera con lo que se suele llamar “géneros marginales”: policial, infantil, historieta, fútbol, folletín. Medios muchas veces tildados de “evasivos”. Lo cual trae a la memoria aquella declaración de –justamente– Raymond Chandler: “todo lo que se lee por placer es una evasión”. “Pagaría por no verte” no es excepción. Pero confirma la regla.
http://www.lagaceta.com.ar/vernota.asp?id_seccion=109&id_nota=291305
lunes, 29 de septiembre de 2008
Escribe Joaquín Frías sobre "El Caso Arroyo Dulce"
Los asaltos al banco de Arroyo Dulce, durante1971, son tan improbables como un sitio al que le caen dos rayos. Es por lo menos curioso que un pueblito perdido del norte de la provincia de Buenos Aires sea el blanco de una banda profesional -que hasta fuga en avioneta- y que cuatro meses después prácticamente se calque la operación. Pero más curiosa todavía es la trama secreta que conecta los dos asaltos, vislumbrada por el periodista Hernán Carbonel. Una anécdota parroquial que se convierte en sinécdoque de la tormenta política que en breve azotará la Argentina. Porque al frente de la primera banda está Aníbal Gordon, futuro líder de la AAA (Alianza Anticomunista Argentina), grupo paramilitar de ultraderecha que desde 1973 cometería múltiples asesinatos políticos. Y militantes de la Juventud Peronista realizan el segundo robo, entre ellos dos guardaespaldas de Héctor Cámpora, delegado de Juan D. Perón, que en 1973 sería elegido presidente de la nación. Jóvenes que ya son o serán montoneros, la mayor organización político militar de la izquierda argentina. ¿Cómo se conectaron? ¿Alguien participó en los dos asaltos? ¿Delincuentes comunes o robo para financiar un ideal? El caso de Arroyo Dulce intenta respuestas a partir de estos materiales ambiguos característicos de la Argentina de los años 70.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Iba a escribir algo, pero...
martes, 9 de septiembre de 2008
Crítica en diario El Día de La Plata
"El caso Arroyo Dulce"
Hernán Carbonel, EPG Ediciones, 2008.
Los hechos: entre julio y diciembre de 1971, el Banco de Crédito Rural de Arroyo Dulce (partido de Salto, provincia de Bs.As.) fue asaltado dos veces. Partiendo de una cita bibliográfica (en La Voluntad), Carbonel inicia una investigación periodística sobre los hechos, no del todo aclarados debidamente. Es que si para la justicia son caso olvidado y cerrado, para muchos pobladores y testigos de la zona aún quedan puntos oscuros que persisten en el imaginario. En el primer caso actuó la banda de Aníbal Gordon, jefe de la tristemente célebre Triple A, circunstancia no del todo conocida. En el segundo asalto, un par de posibles cuadros montoneros habría dejado su huella en el paso por Arroyo Dulce. Testimonios, datos, fechas y una profunda investigación periodística reconstruye los dos asaltos y expone nuevamente los hechos. Si bien se trata de casos muy puntuales, los hechos en su momento tuvieron gran repercusión nacional. El mérito del trabajo de Carbonel, escritor y periodista, no se reduce a un mero acopio de datos o a relevar la palabra de testigos, sino que por detrás de las opiniones y los hechos emerge en el libro la imagen de un país sacudido por la violencia, confrontado a la intolerancia política y presa del deterioro de las instituciones. Ese cuadro de situación está expuesto lúcidamente como telón de fondo, y aun hasta en los diálogos que apuntalan los hechos es perceptible el "tono", la temperatura de una época signada por la inestabilidad política, económica y social. Un excelente trabajo con apéndice y notas que ayudan a revisitar ese tiempo.
http://www.eldia.com.ar/edis/20080907/revistadomingo66.htm
Hernán Carbonel, EPG Ediciones, 2008.
Los hechos: entre julio y diciembre de 1971, el Banco de Crédito Rural de Arroyo Dulce (partido de Salto, provincia de Bs.As.) fue asaltado dos veces. Partiendo de una cita bibliográfica (en La Voluntad), Carbonel inicia una investigación periodística sobre los hechos, no del todo aclarados debidamente. Es que si para la justicia son caso olvidado y cerrado, para muchos pobladores y testigos de la zona aún quedan puntos oscuros que persisten en el imaginario. En el primer caso actuó la banda de Aníbal Gordon, jefe de la tristemente célebre Triple A, circunstancia no del todo conocida. En el segundo asalto, un par de posibles cuadros montoneros habría dejado su huella en el paso por Arroyo Dulce. Testimonios, datos, fechas y una profunda investigación periodística reconstruye los dos asaltos y expone nuevamente los hechos. Si bien se trata de casos muy puntuales, los hechos en su momento tuvieron gran repercusión nacional. El mérito del trabajo de Carbonel, escritor y periodista, no se reduce a un mero acopio de datos o a relevar la palabra de testigos, sino que por detrás de las opiniones y los hechos emerge en el libro la imagen de un país sacudido por la violencia, confrontado a la intolerancia política y presa del deterioro de las instituciones. Ese cuadro de situación está expuesto lúcidamente como telón de fondo, y aun hasta en los diálogos que apuntalan los hechos es perceptible el "tono", la temperatura de una época signada por la inestabilidad política, económica y social. Un excelente trabajo con apéndice y notas que ayudan a revisitar ese tiempo.
http://www.eldia.com.ar/edis/20080907/revistadomingo66.htm
domingo, 24 de agosto de 2008
Raro tour
Las ruinas de Escobar Gaviria
Hay un capítulo de Los Simpson en el que Homero, después de comer un chile 5 estrellas, picante como pocos, tiene un viaje lisérgico a lo más profundo del desierto, que, luego se verá, es una simple cancha de golf. Parodiando a The Doors, Homero viaja por su mente, se encuentra con criaturas extrañas y choca con paisajes irreales en continua transformación.
En un hipotético paseo por las calles y las huellas de la vida de Pablo Escobar Gaviria en Medellín, podría decirse pasa más o menos lo mismo: los efectos no son los de los narcóticos, pero el lugar esta marcado, metafórica o directamente, por ambos.
Pablo Escobar Gaviria murió en 1993. Había comenzado su carrera siendo ladrón de lápidas; fue diputado, estuvo en la asunción de Felipe González en la España de 1982 y llegó a ser la séptima persona más rica del mundo. Filántropo o idealista, generoso facilitador de placeres bacanales o sencillo benefactor de las clases bajas para unos; despiadado, inescrupuloso, asesino y vil capitalista para otros, lo que resulta innegable es su influencia en los avatares de la sociedad colombiana de los últimos 30 años.
Por la magnitud de su figura, y porque el turismo es también el arte y el negocio de lo impredecible, existe el Paisa Tours: un recorrido por la Medellín de Pablo Escobar Gaviria.
El tour comienza en uno de los sectores residenciales más elegantes de la ciudad. Específicamente, el Edificio Mónaco, un bloque de departamentos de lujo que fuera la residencia oficial de la familia Escobar hasta enero de 1988, cuando una bomba destruyó buena parte del penthouse pero no logró quitarle la vida ni al Jefe ni a su mujer ni a sus hijos, y que fuera el punto de partida para la guerra entre los carteles de Cali y Medellín.
El tour comienza en uno de los sectores residenciales más elegantes de la ciudad. Específicamente, el Edificio Mónaco, un bloque de departamentos de lujo que fuera la residencia oficial de la familia Escobar hasta enero de 1988, cuando una bomba destruyó buena parte del penthouse pero no logró quitarle la vida ni al Jefe ni a su mujer ni a sus hijos, y que fuera el punto de partida para la guerra entre los carteles de Cali y Medellín.
Todo sigue en el edificio Ovni, parte de lo que hoy es definido como “narc-decó”, un tipo de arquitectura que por estos días desata visiones enfrentadas en la sociedad colombiana. El “narc-decó” o “traqueta” es tildado de mal gusto o “basura”, pero forma parte, irremediablemente, del gusto popular.
La ruta turística continúa en el edificio Dallas, otro lugar cuyas paredes han sido pintarrajeadas con graffiti –tanto a favor como en contra del implicado– y donde alguna vez también explotaron bombas. Deteriorado, mezcla de evocación en pie con armatoste arquitectónico venido a menos, es un remedo de la época en la que el narco rico, con un solo chasquido de los dedos, podía decretar el toque de queda en la ciudad.
Le sigue el Medallo, en el barrio Los Pinos. Y no es cualquier cosa: es el edificio donde el Al Capone sudamericano se encontró con aquello que venía esquivando con fortuna y esmero: la muerte. Y es no sólo la última parada de la vida del homenajeado, sino la más extensa del recorrido para los turistas.
El lugar es catalogado como “una chimba” (cuando las cosas salen mal o alguien las hace salir mal) porque fue ahí donde Escobar cometió su más fatal error: hablar por teléfono con su hijo durante veinte minutos, tiempo suficiente para que la llamada fuera localizada. Fue en el tejado del Medallo donde las balas lo despidieron para siempre.
De ahí a la tumba. Altamente cuidada, flores infaltables. Como si fuera Père-Lachaise, Recoleta o Plainpalais, es uno de los lugares más visitados de la ciudad. A ese lugar asistieron miles personas el 2 de diciembre de 1993, día de su entierro. Ahí, hoy, puede encontrarse a simples curiosos, vagos reflexivos, pobres que se abalanzan sobre el mármol para llorar a su padre santo e incluso extravagantes turistas extremos que se dan un pase de coca sobre la lápida. Todo fue y sigue siendo posible en el mundo Pablo Escobar.
Ya en las afueras de la ciudad, en Envigado, a pocos kilómetros de Medellín, el tour puede incluir la cárcel cinco estrellas que este hombre se hizo construir a idea y semejanza de sus deseos en 1991, cuando su vida corría peligro por los ataques de sus enemigos y luego de entregarse a las autoridades colombianas con la condición de no ser extraditado a EE.UU. Ahí tuvo personal de vigilancia propio, una vista completa de los alrededores, cerca electrificada, espacio aéreo protegido, una casa de muñecas para su hija y una cancha de fútbol en la que jugó, entre otros, el escorpión René Higuita. El lugar, por entonces, fue bautizado la Catedral. Hoy, por esas raras analogías del destino, es habitado por una comunidad benedictina.
O Hacienda Nápoles, a unas cuatro horas de Medellín, un paraíso de más de tres mil hectáreas donde alguna vez Escobar tuvo su propio zoológico con más de 200 especies, animales que, una vez muerto su dueño patrón, huyeron o fueron muriendo también ellos.
Lo cierto es que Pablo Escobar Gaviria existió, y vaya cómo, y dejó su huella. Pero pocas cosas contienen tanta verdad en sí mismas para marcar a los pueblos como las que no existieron. Es el caso de un edificio a medio construir que, dicen, fue financiado por el cartel de Medellín. Tras disputas legales, devendrá en estacionamiento. Al frente, una gran valla que hace las veces de resguardo contiene una sentencia inapelable: “Este edificio nunca perteneció a Pablo Escobar”.
En breve, quizás, o en día lejanos, quién dice, tomemos un vuelo y nos adentremos en la selva colombiana, y un guía tour nos explique que “aquí estuvo Ingrid”, “aquí vivió Tirofijo”, “en esta cama dormía Clara Rojas”.
jueves, 21 de agosto de 2008
Presentación de “El Caso Arroyo Dulce”
El próximo 30 de agosto, Hernán Carbonel presentará su libro “El Caso Arroyo Dulce” en dicha localidad.
“El Caso Arroyo Dulce”, es el producto de una investigación de dos años, relacionada con dos asaltos al Banco de Crédito Rural llevados a cabo en 1971 y que surgiera a partir de la presencia del hecho en el tomo 2 del libro “La Voluntad”, de Eduardo Anguita y Martín Caparrós.
La historia aborda una temática que, por estos días, la Argentina está revisionando: la década del ’70. Y, a la vez, se remite a contar lo sucedido en los lugares en los que hemos crecido y ante los cuales nuestra vida está ligada.
La cita es a las 20 horas en la Escuela Nº 16 de Arroyo Dulce.
“En un recuadrito, titulado con un simple signo de interrogación, se insinuaba la hipótesis alternativa de 'accionar subversivo'. Se insinuaba”. Juan Sasturain. Pagaría por no verte.
martes, 19 de agosto de 2008
Dibujos de Diego Molina
Mi primo se metió con la Casa Usher del Gran Poe...
Más en su blog http://diegodibujetis.blogspot.com/
jueves, 7 de agosto de 2008
Entrevista a Leonardo Oyola
¿Cómo podrías resumir "Santería"? ¿Es cierto que es la primera parte de una saga de cuatro novelas cortas? ¿Cómo es laburar con Juan en Negro Absoluto?
En efecto la saga de la Víbora Blanca van a ser cuatro libros que va a editar Negro Absoluto, del que ya se encuentra publicado el primero, Santería. Sí, son novelas cortas de no más de doscientas páginas y la idea es aportarle al policial negro el argot de la calle, el de los pibes, además del misticismo de nuestros santos criollos. Mi ambición es terminar creando una especie de otro far west, apostando cada vez más a los duelos finales en sus desenlaces. Y laburar con Sasturain es un privilegio. Se aprende mucho de él. Y lo mejor son esas ganas y esa fuerza tan contagiosa que te trasmite Juan para jugarte en lo que sea que estás craneando. Le metemos mucho laburo, sí. Pero también la pasamos muy bien, nos divertimos bastante.
Vos siempre trabajás con la marginalidad, la violencia…
La violencia, como la maldad, es algo que todos tenemos latente. Lamentablemente es moneda corriente en la marginalidad. O por lo menos más visible. Yo, en mis textos, coqueteo constantemente con otros géneros. Me gusta mucho lo fantástico y el humor. Pero en lo que no transo es en mis temores: los fantasmas y monstruos no me asustan. Un tipo con un arma cargada, sí.
¿Qué sensación te dio ganar el Premio Hammett en la Semana Negra?
Todavía sigo en curda de tantas emociones. El Hammett básicamente es un aliento enorme a seguir laburando en lo mío, a bancar pase lo que pase esta apuesta. Una vez dijeron que más que escribir policiales yo hago westerns -locro western-. Esa me cabe mucho, ¿sabés? Por eso el reconocimiento que me dieron en la Semana Negra de Gijón -donde se abandera el mestizaje del género- me obliga a morir con las botas puestas.
“Siete y el Tigre Harapiento” recibió muy buenas críticas desde todos lados. Incluso fue catalogada de “soberbia”. Desde tu humilde parecer, ¿por qué crees que fue así?
Me gusta mucho pensar o considerarme antes que escritor, narrador. "Siete..." tiene todo la fuerza y a la vez ingenuidad de una primera novela. Se le nota. Pero el ancho de espada creo que fue haber respetado el género para contar lisa y llanamente una historia. Entretener, sí. Y de paso ver si podía robar también algunas emociones. Parece que salió. Primero a mí me tiene que generar algo lo que escribo. Después algunos lectores lo sentirán o no. De ahí que yo crea e impulse al género, el contar historias. Que no todo se agote en lo autobiográfico. Volver si querés a lo lúdico, al juego sin que esto signifique una mala palabra. Estoy orgulloso de escribir policiales y me hincha bastante las pelotas que se lo considere como literatura menor.
¿A que atribuís que la mayor parte de la nueva generación narrativa argentina caiga en el blog?
El tema creo que pasa por la ansiedad y por la inmediatez de respuestas que genera el postear. Cuando uno escribe existe una urgencia a saciar que es la necesidad de saber que opinan los demás de nuestros textos, eso no se puede negar. Me parece un error subir a blogs el work in progress de lo que uno está laburando. Que para difundir el trabajo de uno hay otros medios más acordes. En un espacio como el blog no hay una verdad sobre lo que escribimos y sobre el rumbo de nuestras escrituras. El blog en ese aspecto, para mi, es solo un placebo. Es algo que resta. Somos narradores, no bloggers. Hay una diferencia. Tengo un blog para difundir básicamente lo que hago y ciclos y libros que me interesan de otros colegas. No admito comentarios. No posteo en el sentido clásico que le dan los bloggers locales. De hecho, si tuviera la plata, la tecnología y el conocimiento para subir una página web, creo que estaría más conforme con un dominio punto com.
¿Qué podrías decir de "Hacé que la noche venga", de próxima publicación?
"Hacé que la noche venga" sale en septiembre. Cuento la historia de cuatro tipos que en el invierno del 39, bajan a la estación de Canning en el subte D para buscar y enfrentarse con lo que está matando obreros y cirujas durante las madrugadas. Unos dicen que es el mismísimo demonio. Otros que se trata de un mensaje mafioso. Es mi homenaje a la Kiss Army y a Clint Eastwood.
En efecto la saga de la Víbora Blanca van a ser cuatro libros que va a editar Negro Absoluto, del que ya se encuentra publicado el primero, Santería. Sí, son novelas cortas de no más de doscientas páginas y la idea es aportarle al policial negro el argot de la calle, el de los pibes, además del misticismo de nuestros santos criollos. Mi ambición es terminar creando una especie de otro far west, apostando cada vez más a los duelos finales en sus desenlaces. Y laburar con Sasturain es un privilegio. Se aprende mucho de él. Y lo mejor son esas ganas y esa fuerza tan contagiosa que te trasmite Juan para jugarte en lo que sea que estás craneando. Le metemos mucho laburo, sí. Pero también la pasamos muy bien, nos divertimos bastante.
Vos siempre trabajás con la marginalidad, la violencia…
La violencia, como la maldad, es algo que todos tenemos latente. Lamentablemente es moneda corriente en la marginalidad. O por lo menos más visible. Yo, en mis textos, coqueteo constantemente con otros géneros. Me gusta mucho lo fantástico y el humor. Pero en lo que no transo es en mis temores: los fantasmas y monstruos no me asustan. Un tipo con un arma cargada, sí.
¿Qué sensación te dio ganar el Premio Hammett en la Semana Negra?
Todavía sigo en curda de tantas emociones. El Hammett básicamente es un aliento enorme a seguir laburando en lo mío, a bancar pase lo que pase esta apuesta. Una vez dijeron que más que escribir policiales yo hago westerns -locro western-. Esa me cabe mucho, ¿sabés? Por eso el reconocimiento que me dieron en la Semana Negra de Gijón -donde se abandera el mestizaje del género- me obliga a morir con las botas puestas.
“Siete y el Tigre Harapiento” recibió muy buenas críticas desde todos lados. Incluso fue catalogada de “soberbia”. Desde tu humilde parecer, ¿por qué crees que fue así?
Me gusta mucho pensar o considerarme antes que escritor, narrador. "Siete..." tiene todo la fuerza y a la vez ingenuidad de una primera novela. Se le nota. Pero el ancho de espada creo que fue haber respetado el género para contar lisa y llanamente una historia. Entretener, sí. Y de paso ver si podía robar también algunas emociones. Parece que salió. Primero a mí me tiene que generar algo lo que escribo. Después algunos lectores lo sentirán o no. De ahí que yo crea e impulse al género, el contar historias. Que no todo se agote en lo autobiográfico. Volver si querés a lo lúdico, al juego sin que esto signifique una mala palabra. Estoy orgulloso de escribir policiales y me hincha bastante las pelotas que se lo considere como literatura menor.
¿A que atribuís que la mayor parte de la nueva generación narrativa argentina caiga en el blog?
El tema creo que pasa por la ansiedad y por la inmediatez de respuestas que genera el postear. Cuando uno escribe existe una urgencia a saciar que es la necesidad de saber que opinan los demás de nuestros textos, eso no se puede negar. Me parece un error subir a blogs el work in progress de lo que uno está laburando. Que para difundir el trabajo de uno hay otros medios más acordes. En un espacio como el blog no hay una verdad sobre lo que escribimos y sobre el rumbo de nuestras escrituras. El blog en ese aspecto, para mi, es solo un placebo. Es algo que resta. Somos narradores, no bloggers. Hay una diferencia. Tengo un blog para difundir básicamente lo que hago y ciclos y libros que me interesan de otros colegas. No admito comentarios. No posteo en el sentido clásico que le dan los bloggers locales. De hecho, si tuviera la plata, la tecnología y el conocimiento para subir una página web, creo que estaría más conforme con un dominio punto com.
¿Qué podrías decir de "Hacé que la noche venga", de próxima publicación?
"Hacé que la noche venga" sale en septiembre. Cuento la historia de cuatro tipos que en el invierno del 39, bajan a la estación de Canning en el subte D para buscar y enfrentarse con lo que está matando obreros y cirujas durante las madrugadas. Unos dicen que es el mismísimo demonio. Otros que se trata de un mensaje mafioso. Es mi homenaje a la Kiss Army y a Clint Eastwood.
domingo, 3 de agosto de 2008
Otros Poemas Encontrados
“Pero los microscopios son prudentes en una emergencia”
Emily Dickinson
Soy el hombre...
Soy el hombre
de las cosas
negadas
tengo en cada uno
de mis siete escritorios
una vela.
Bienvenido
Llego y festejo
veredas en tus ojos
guardo tu sangre
buscando en el ropero
brújula sola
repisas en el tiempo
nada más fácil
nada más perro
Constelación
sol de metal viajará
luz augural cobijó
siempre arderá con fruición
siempre será Paraná
un autito recorrió
todo el sedal de neón
siempre será de verdad
siempre será de ficción
Mujer
Una mujer rubia
de mediana estatura
sale del baño
huele su perfume a Edén
siempre jamás clamaría a voces
que me pensara
llevo en el índice su aroma
y en los pies
sus medias.
Sol
cuántas veces habrá sucedido
esta mañana
radiante vientre de Rah
con el Universo como toda cosa
allá por encima
Emily Dickinson
Soy el hombre...
Soy el hombre
de las cosas
negadas
tengo en cada uno
de mis siete escritorios
una vela.
Bienvenido
Llego y festejo
veredas en tus ojos
guardo tu sangre
buscando en el ropero
brújula sola
repisas en el tiempo
nada más fácil
nada más perro
Constelación
sol de metal viajará
luz augural cobijó
siempre arderá con fruición
siempre será Paraná
un autito recorrió
todo el sedal de neón
siempre será de verdad
siempre será de ficción
Mujer
Una mujer rubia
de mediana estatura
sale del baño
huele su perfume a Edén
siempre jamás clamaría a voces
que me pensara
llevo en el índice su aroma
y en los pies
sus medias.
Sol
cuántas veces habrá sucedido
esta mañana
radiante vientre de Rah
con el Universo como toda cosa
allá por encima
viernes, 1 de agosto de 2008
Re-versos
Encontré estos poemas en un viejo backup.
Datan -algunos- de la década anterior.
Otros, de años apenas recién pasados...
Cristiana desnuda
Cristiana dormida,
precisa ceniza del nombre que te ama;
seguro arrullo
el río recorre;
planta, pez,
orgullo cualquiera
el río que corre;
princesa desnuda del nombre que llama.
diatriba
todo puedo verlo
delicado,
pétalo rosa,
pedestal de bronce,
ambiente.
Agua
efluvio transparente
víctima de mi desarrollo
placer
dame vida.
Saber.
Despierto
Me quedo
despierto
solo para fumar
porque fumar
es mucho
menos
que
estar
des
pier
to.
Datan -algunos- de la década anterior.
Otros, de años apenas recién pasados...
Cristiana desnuda
Cristiana dormida,
precisa ceniza del nombre que te ama;
seguro arrullo
el río recorre;
planta, pez,
orgullo cualquiera
el río que corre;
princesa desnuda del nombre que llama.
diatriba
todo puedo verlo
delicado,
pétalo rosa,
pedestal de bronce,
ambiente.
Agua
efluvio transparente
víctima de mi desarrollo
placer
dame vida.
Saber.
Despierto
Me quedo
despierto
solo para fumar
porque fumar
es mucho
menos
que
estar
des
pier
to.
domingo, 27 de julio de 2008
PELIGRO DE GOL
Sucede que vivimos en una sociedad; no somos seres aislados, ermitaños, lúmpenes de nuestra propia soledad. O sí lo somos, pero, además, vivimos en una sociedad. Por ende, hay ciertas reglas que debemos cumplir, en base a nuestros derechos y, muchas veces, en contra de nuestras obligaciones. Pero que debemos cumplir, al fin y al cabo.
Sucede también que tenemos sueños, deseos, ansias. Nuestros sueños son personales; únicos, por el solo motivo de que son nuestros. Pero en ocasiones, también, nuestros sueños, que son únicos porque son nuestros, necesitan de los otros para cumplirse, para realizarse, para llevarse a cabo. En definitiva: para hacerse "realidad".
Es ahí cuando la cosa se pone pegajosa: ya no necesitamos sólo de nuestra propia capacidad (que, como decía un personaje televisivo, suele fallar) sino que es menester que los demás se hagan carne de nuestros anhelos. No tanto como si fuera de ellos; suficiente con que cumplan con su parte. Y luego, como un efecto bumerang, somos nosotros mismos los que debemos estar a la altura de nuestros propios intereses: subir los actos a la talla de los hechos. O, en el peor de los casos, cabeza gacha, ristre en mano, bajar los hechos a la altura de los dichos.
Estas son sólo ideas descocidas, ciertas pero vagas. Nos pasa todo el tiempo; cada día de todos los días de nuestras vidas. Y ahí estamos nosotros, y seguimos.
Lo único que no tienen solución, ya se sabe, son el gol, y la muerte.
domingo, 20 de julio de 2008
Los jóvenes narradores escriben sobre los '90
Por Hernán Carbonel . Para La Gaceta de Tucumán.
A veces de manera política, casi siempre literariamente, la historia dice que toda nueva generación busca el parricidio: autodesheredarse de las influencias de aquellos que los precedieron, o tomar algunas partes y mixturarlas de manera tal que las marcas se vuelvan borrosas, imprecisas. Aplicar, en todo caso, ipso facto, la noción de recambio.
Algo de eso sucede con la antología Uno a uno: los mejores narradores de la nueva generación escriben sobre los ‘90 (Reservoir Books, Sudamericana, 2008), un libro con un buen diseño de tapa pop y selección y prólogo a cargo de Diego Grillo Trubba.
El libro abarca “una década larga” que va desde la caída del alfonsinismo y entrada de Carlos Menem, en 1989, hasta la caída de De La Rúa y el derrumbe del modelo neoliberal y la paridad cambiaria en 2001. En medio, el desmantelamiento del Estado, la impunidad, la farandulización, los viajes al exterior y los consabidos etcéteras.
Uno a uno es un libro escrito por jóvenes que eran más jóvenes aún en los ‘90. Nacidos la mayoría en los violentos ‘70 (1983 los más tiernos, 1969 el más veterano) y con una adolescencia cruzada por el menemismo, muchos de estos autores empezaron a escribir en plena crisis de 2001; muchos llevan publicada una, dos o más novelas (sobre todo en pequeñas editoriales o autogestionados) y los encuentran varios puntos en común: colaboraciones en revistas y suplementos culturales, literarios, musicales o de crónicas; muchos de ellos son cuentistas, editores, traductores o bloggers.
Pero, ¿hay ya una identidad narrativa en ellos como generación? Dice Diego Grillo Trubba al respecto:
- Definitivamente, no es un grupo conformado y estable. Al tratarse de escritores nuevos, los nombres se multiplican. Lo más probable es que la cantidad de gente se vaya reduciendo y ampliando con el correr del tiempo. Sólo el tiempo dirá quiénes continúan escribiendo y quiénes continúan siendo leídos. Por ahora, son “promesas que asoman”.
La antología parece estar de moda para esta generación. Varios de los autores han participado ya en otras selecciones de este tipo: En celo (con el sexo como temática), In fraganti (de casos policiales) y Buenos Aires / Escala 1:1 (la metrópoli como eje). Para Grillo Trubba, el de las antologías es “un fenómeno extraño”.
- Podría decirse que son un submercado dentro del campo de la narrativa de ficción. Está comprobado -por lo menos eso dicen los editores- que el libro de cuentos de un autor no funciona comercialmente, y sin embargo las antologías temáticas sí. En ambos casos se trata de cuentos, con la diferencia que en las antologías, al peso de la firma, se agrega un núcleo temático por lo general convocante. Quizás, arriesgo, sea que el lector promedio argentino ya no se guíe por las firmas sino por lo que se escribe o los temas que se tratan. Quizás, también, existe la posibilidad de que la gente de marketing de las editoriales aún no haya aprendido a comercializar obras de un autor y sí temáticas. Pero, claro, son hipótesis.
Los criterios de selección que utiliza el editor en estos casos tiene, según Grillo Trubba, dos momentos: “Primero, relevar quiénes están escribiendo, quiénes surgen, qué escriben, cómo lo hacen. En el segundo, cuando ya se sabe sobre qué va a tratar la antología, armar un listado potencial de autores tomando en cuenta algunos factores: que sea similar la cantidad de escritores y escritoras; que haya pluralidad de estilos; que haya nombres ‘más consagrados’ y otros menos. Que sean nuevos y buenos”.
Para Uno a uno, se le envió a cada autor un listado de sesenta ítems, con hechos acontecidos durante la década, y a su vez cada uno eligió o propuso uno que no estuviera en carpeta.
Entonces: ¿qué temas se encierran en esos hechos? La desocupación, la corrupción, la frivolidad, la fugacidad, la humillación, el eterno volver a empezar tan argentino después de cada cíclica crisis. Abordados, en general, con un humor cáustico, corrosivo, y mayormente desde la primera persona del singular, como un modo de recuperar aquellos años desde la experiencia.
Leonardo Oyola, por ejemplo, recorre la márgenes lingüísticos, los de la cultura popular, la farandulización y los decretos duhaldistas. Maximiliano Tomas habla, sin nombres propios, del caso Yabrán. Lucía Puenzo, de secuestros virtuales, vaciamientos de empresas, chimentos en televisión y chicos felices que tienen tristeza.
Ariel Magnus, de la identidad, las funciones padre-hijo, de gente sin trabajo rendidos ante el neoliberalismo. Hernán Casciari, en lo más profundo de una crisis personal alentada por el doping mundial de Maradona, emprende un viaje iniciático (anterior al que lo lleve definitivamente a vivir en Barcelona) y conoce en Córdoba a su escritor favorito.
Mariana Enriquez se mete con el Riachuelo, ese monstruo dormido, la marginalidad que lo rodea y las promesas políticas nunca consumadas. Diego Máteryn, en un gran acierto de la imaginación, organiza un pollódromo en el patio de un parripollo. Pablo Toledo se mete en lo más hondo de la debacle de una pareja que se sepulta económicamente con un “Todo por dos pesos”, mientras sobrevive en la mentira, viaja a Miami, paga en cuotas y apela al “deme dos”.
Sonia Budassi hace sus primeras experiencias laborales: una forma de la precarización llamada pasantía. Washington Cucurto pasa penurias financieras, amorosas y espirituales en una Berlín lejana y bella donde conoce a Luciano Perezlindo, el agente literario de las grandes estrellas literarias de Latinoamérica: un verdadero delirio, una inmensa fantochada.
Cecilia Boullosa describe a una fanática del cuerpo y la ropa, los boliches de onda, el sexo, los Guns’n Roses. Ana Cecchi habla de un gurú. Joaquín Linne no sabe si chatear o comprarse un perro. Nicolás Mavrakis viaja a Punta del Este y Sebastián Daniell juega al paddle.
Una gran idea la de esta antología, editada a modo de fogueo y oportunidad para nuevos autores, escrita para no perder no ya la memoria lejana, sino la reciente, y para lectores de un país que, eternamente, parece estar a punto de morirse púber, nunca hacerse grande, siempre propenso a mirar de costado a las nuevas generaciones.
Algo de eso sucede con la antología Uno a uno: los mejores narradores de la nueva generación escriben sobre los ‘90 (Reservoir Books, Sudamericana, 2008), un libro con un buen diseño de tapa pop y selección y prólogo a cargo de Diego Grillo Trubba.
El libro abarca “una década larga” que va desde la caída del alfonsinismo y entrada de Carlos Menem, en 1989, hasta la caída de De La Rúa y el derrumbe del modelo neoliberal y la paridad cambiaria en 2001. En medio, el desmantelamiento del Estado, la impunidad, la farandulización, los viajes al exterior y los consabidos etcéteras.
Uno a uno es un libro escrito por jóvenes que eran más jóvenes aún en los ‘90. Nacidos la mayoría en los violentos ‘70 (1983 los más tiernos, 1969 el más veterano) y con una adolescencia cruzada por el menemismo, muchos de estos autores empezaron a escribir en plena crisis de 2001; muchos llevan publicada una, dos o más novelas (sobre todo en pequeñas editoriales o autogestionados) y los encuentran varios puntos en común: colaboraciones en revistas y suplementos culturales, literarios, musicales o de crónicas; muchos de ellos son cuentistas, editores, traductores o bloggers.
Pero, ¿hay ya una identidad narrativa en ellos como generación? Dice Diego Grillo Trubba al respecto:
- Definitivamente, no es un grupo conformado y estable. Al tratarse de escritores nuevos, los nombres se multiplican. Lo más probable es que la cantidad de gente se vaya reduciendo y ampliando con el correr del tiempo. Sólo el tiempo dirá quiénes continúan escribiendo y quiénes continúan siendo leídos. Por ahora, son “promesas que asoman”.
La antología parece estar de moda para esta generación. Varios de los autores han participado ya en otras selecciones de este tipo: En celo (con el sexo como temática), In fraganti (de casos policiales) y Buenos Aires / Escala 1:1 (la metrópoli como eje). Para Grillo Trubba, el de las antologías es “un fenómeno extraño”.
- Podría decirse que son un submercado dentro del campo de la narrativa de ficción. Está comprobado -por lo menos eso dicen los editores- que el libro de cuentos de un autor no funciona comercialmente, y sin embargo las antologías temáticas sí. En ambos casos se trata de cuentos, con la diferencia que en las antologías, al peso de la firma, se agrega un núcleo temático por lo general convocante. Quizás, arriesgo, sea que el lector promedio argentino ya no se guíe por las firmas sino por lo que se escribe o los temas que se tratan. Quizás, también, existe la posibilidad de que la gente de marketing de las editoriales aún no haya aprendido a comercializar obras de un autor y sí temáticas. Pero, claro, son hipótesis.
Los criterios de selección que utiliza el editor en estos casos tiene, según Grillo Trubba, dos momentos: “Primero, relevar quiénes están escribiendo, quiénes surgen, qué escriben, cómo lo hacen. En el segundo, cuando ya se sabe sobre qué va a tratar la antología, armar un listado potencial de autores tomando en cuenta algunos factores: que sea similar la cantidad de escritores y escritoras; que haya pluralidad de estilos; que haya nombres ‘más consagrados’ y otros menos. Que sean nuevos y buenos”.
Para Uno a uno, se le envió a cada autor un listado de sesenta ítems, con hechos acontecidos durante la década, y a su vez cada uno eligió o propuso uno que no estuviera en carpeta.
Entonces: ¿qué temas se encierran en esos hechos? La desocupación, la corrupción, la frivolidad, la fugacidad, la humillación, el eterno volver a empezar tan argentino después de cada cíclica crisis. Abordados, en general, con un humor cáustico, corrosivo, y mayormente desde la primera persona del singular, como un modo de recuperar aquellos años desde la experiencia.
Leonardo Oyola, por ejemplo, recorre la márgenes lingüísticos, los de la cultura popular, la farandulización y los decretos duhaldistas. Maximiliano Tomas habla, sin nombres propios, del caso Yabrán. Lucía Puenzo, de secuestros virtuales, vaciamientos de empresas, chimentos en televisión y chicos felices que tienen tristeza.
Ariel Magnus, de la identidad, las funciones padre-hijo, de gente sin trabajo rendidos ante el neoliberalismo. Hernán Casciari, en lo más profundo de una crisis personal alentada por el doping mundial de Maradona, emprende un viaje iniciático (anterior al que lo lleve definitivamente a vivir en Barcelona) y conoce en Córdoba a su escritor favorito.
Mariana Enriquez se mete con el Riachuelo, ese monstruo dormido, la marginalidad que lo rodea y las promesas políticas nunca consumadas. Diego Máteryn, en un gran acierto de la imaginación, organiza un pollódromo en el patio de un parripollo. Pablo Toledo se mete en lo más hondo de la debacle de una pareja que se sepulta económicamente con un “Todo por dos pesos”, mientras sobrevive en la mentira, viaja a Miami, paga en cuotas y apela al “deme dos”.
Sonia Budassi hace sus primeras experiencias laborales: una forma de la precarización llamada pasantía. Washington Cucurto pasa penurias financieras, amorosas y espirituales en una Berlín lejana y bella donde conoce a Luciano Perezlindo, el agente literario de las grandes estrellas literarias de Latinoamérica: un verdadero delirio, una inmensa fantochada.
Cecilia Boullosa describe a una fanática del cuerpo y la ropa, los boliches de onda, el sexo, los Guns’n Roses. Ana Cecchi habla de un gurú. Joaquín Linne no sabe si chatear o comprarse un perro. Nicolás Mavrakis viaja a Punta del Este y Sebastián Daniell juega al paddle.
Una gran idea la de esta antología, editada a modo de fogueo y oportunidad para nuevos autores, escrita para no perder no ya la memoria lejana, sino la reciente, y para lectores de un país que, eternamente, parece estar a punto de morirse púber, nunca hacerse grande, siempre propenso a mirar de costado a las nuevas generaciones.
domingo, 6 de julio de 2008
La escaramuza de las letras
Por Fede Go
En el afán de cooperar con mayores datos sobre el caso, se presentan ahora algunas breves notas acerca de una revuelta de las letras, donde además emerge una secreta pugna entre las vocales del alfabeto. Los datos que nutren estos apuntes se extrajeron de un desordenado tratado sobre la fraternal, pero tan permanente como letal, batalla de las cerradas contra las, como gustan llamarse ahora, “huecas”.
La revuelta comenzó cuando, una vez esfumada la tercera vocal, la letra llamada “ye”, que es además celebrada por su greca cuna, se creyó naturalmente convocada a suplantar a la ausente. Su oferta, empero, no prosperó.
Hubo entonces cónclaves secretos de la u con la eme; luego de la a con la zeta, más tarde de las hermanas ve-be con la te. Hasta la hache con la jota evaluaron la coyuntura con deseos de actuar, de defenderse, preocupada una por su afectuoso apego a la adyacente compañera, la otra, temerosa por sus semejanzas rotundas con la que no está.
En esos encuentros comenzó a bosquejarse una estratagema. Se trato de un programa escrupulosamente pensado que trocó en un método exacto para, poco a poco, transmutar en una gesta que desconcertó al Ser Poderoso. Aplacando la bulla que generó el temor a ser evaporadas, las letras se contaron el plan una a una, en paz, como susurrándolo.
Una noche, todas a la vez, dejaron de componer palabras que demandaran el concurso de la evaporada tercera vocal: “ella está, solo que no es empleada en el habla usual”, declaraban. El plan se ejecutó con absoluto orden, con esmero, hasta que fue costumbre.
No obstante, fue notable como un pudoroso arrebato ganó lentamente las voluntades de las conjuradas hasta que el astuto truco de protesta, tomo el curso poco menos que de un torneo de doctas destrezas. Con asombroso auge, el popular juego forzó a buscar la palabra análoga que fuese, a la vez, profundamente bella, exactamente cabal. A los más capaces, más sagaces o más afortunados concurrentes, el juego otorgó renombre, lustre, fama a un grado nunca antes gozado o celebrado para letra alguna.
La ausente ya no representaba un problema para el conjunto o, al menos, el asunto comenzó a esfumarse, a no ser juzgado como la escena oportuna donde aparecer en el teatro del mundo retando a duelo al Ser Poderoso, enfrentando al supremo. Gradualmente, fue condenado al abandono el recuerdo de la ausente. El juego obtuvo su mayor esplendor al promoverse un certamen global para encontrar la palabra que nombre con justeza al Ser Poderoso, pero que no reclame a la ausente en su fono, pero tampoco en su fonema. El Ser supremo, el hacedor, el que tutela los albures del alma fue llamado “ateo”.
Entonces, la u no pudo mantener la calma. “Desean que no sea reveladoramente expuesta la falta de la ausente –expuso en un arrebato de cólera– es claro como avanzan sobre las vocales cerradas, buscan despejarnos del juego del lenguaje. Las otras se reconocen ahora como vocales “huecas” o “despejadas”, para no usar aquella palabra por la que ancestralmente se las reconoce. Destruyen la remembranza de la ausente, la noche arcana que se la ha llevado, en poco más me alcanza”.
En el afán de cooperar con mayores datos sobre el caso, se presentan ahora algunas breves notas acerca de una revuelta de las letras, donde además emerge una secreta pugna entre las vocales del alfabeto. Los datos que nutren estos apuntes se extrajeron de un desordenado tratado sobre la fraternal, pero tan permanente como letal, batalla de las cerradas contra las, como gustan llamarse ahora, “huecas”.
La revuelta comenzó cuando, una vez esfumada la tercera vocal, la letra llamada “ye”, que es además celebrada por su greca cuna, se creyó naturalmente convocada a suplantar a la ausente. Su oferta, empero, no prosperó.
Hubo entonces cónclaves secretos de la u con la eme; luego de la a con la zeta, más tarde de las hermanas ve-be con la te. Hasta la hache con la jota evaluaron la coyuntura con deseos de actuar, de defenderse, preocupada una por su afectuoso apego a la adyacente compañera, la otra, temerosa por sus semejanzas rotundas con la que no está.
En esos encuentros comenzó a bosquejarse una estratagema. Se trato de un programa escrupulosamente pensado que trocó en un método exacto para, poco a poco, transmutar en una gesta que desconcertó al Ser Poderoso. Aplacando la bulla que generó el temor a ser evaporadas, las letras se contaron el plan una a una, en paz, como susurrándolo.
Una noche, todas a la vez, dejaron de componer palabras que demandaran el concurso de la evaporada tercera vocal: “ella está, solo que no es empleada en el habla usual”, declaraban. El plan se ejecutó con absoluto orden, con esmero, hasta que fue costumbre.
No obstante, fue notable como un pudoroso arrebato ganó lentamente las voluntades de las conjuradas hasta que el astuto truco de protesta, tomo el curso poco menos que de un torneo de doctas destrezas. Con asombroso auge, el popular juego forzó a buscar la palabra análoga que fuese, a la vez, profundamente bella, exactamente cabal. A los más capaces, más sagaces o más afortunados concurrentes, el juego otorgó renombre, lustre, fama a un grado nunca antes gozado o celebrado para letra alguna.
La ausente ya no representaba un problema para el conjunto o, al menos, el asunto comenzó a esfumarse, a no ser juzgado como la escena oportuna donde aparecer en el teatro del mundo retando a duelo al Ser Poderoso, enfrentando al supremo. Gradualmente, fue condenado al abandono el recuerdo de la ausente. El juego obtuvo su mayor esplendor al promoverse un certamen global para encontrar la palabra que nombre con justeza al Ser Poderoso, pero que no reclame a la ausente en su fono, pero tampoco en su fonema. El Ser supremo, el hacedor, el que tutela los albures del alma fue llamado “ateo”.
Entonces, la u no pudo mantener la calma. “Desean que no sea reveladoramente expuesta la falta de la ausente –expuso en un arrebato de cólera– es claro como avanzan sobre las vocales cerradas, buscan despejarnos del juego del lenguaje. Las otras se reconocen ahora como vocales “huecas” o “despejadas”, para no usar aquella palabra por la que ancestralmente se las reconoce. Destruyen la remembranza de la ausente, la noche arcana que se la ha llevado, en poco más me alcanza”.
viernes, 4 de julio de 2008
Continúa el conflicto con la letra i...
3- Intento de autonomía
El paso siguiente en el conflicto lo dio la propia protagonista, en lo que los medios masivos de comunicación dieron en llamar “El caso de la rebelión de la letra”.
En reclamo de su autonomía, la i decidió no aparecer en ningún texto que no fuese redactado por ella misma, hasta que, desde otros sectores (el Ser Poderoso y el científico, además de correctores, editores, etc., etc., etc.) se le garantizara su independencia y su autonomía.
Así, y con el objeto de superar temporalmente las dificultades desatadas por el conflicto, las leyes fueron dictadas con códigos cifrados, a los que se adjuntaban los Manuales Específicos de Usos Legales sin Íes, y los textos literarios marcaron para siempre a los narradores, puestos a construir sus prosas trabajando el doble, el triple y hasta el cuádruple con el fin de hallar términos que reemplazasen a los ya elegidos, portadores de la letra en conflicto.
Esta etapa duró, al menos, unos pocos días. Como todo intento de autonomía que se precie de tal, fue desarticulado con rapidez.
4- En busca de un reemplazante
En vista de que el conflicto se extendía más de lo pensado; de que lo que había comenzado como un simple altercado entre el Ser Poderoso y el científico de la oposición, debió apelarse a otras iniciativas. Para lo cual se barajaron, entre tantas, estas opciones:
Primero, una convocatoria al resto de las vocales, que, luego de una asamblea cuatripartita, la a, la e, la o y la u decidieron (por tres votos y una abstención) echar por tierra la posibilidad de que cualquiera de ellas fuese la reemplazante.
A partir de ello, dentro del gremio de las vocales se crearon grietas ideológicas, que no serían factibles de solución hasta que no se encontrase completo el Quinteto Colectivo de Trabajo.
Se pensó, también, en solicitar la colaboración de las consonantes. Pero, luego de una fugaz consulta a los edecanes de la RAE (el señor De la Concha se hallaba en pleno Congreso de la Lengua) se determinó que el uso de consonantes volvería harto ripioso el lenguaje, por lo cual esa alternativa fue también desechada.
Por último, y como medida drástica, se pensó en erradicar directamente la i del alfabeto. En ese caso, deberían traducirse todas y absolutamente todas las obras escritas desde inventado el abecedario actual hasta la fecha. Ante tal coyuntura, el proyecto fue inmediatamente rechazado.
Las otras opciones no ameritaban el más mínimo de los cotejos.
5- Reemplazo denegado I
En vasta de que el conflacto se extendaa más de lo pensado; de que lo que habaa comenzado como un sample altercado entre el Ser Poderoso y el caentafaco de la oposacaón, debaó apelarse a otras anacaatavas. Para lo cual se barajaron, entre tantas, estas opcaones:
Pramero, una convocatoraa al resto de las vocales, que, luego de una asamblea cuatrapartata, la a, la e, la o y la u decadaeron (por tres votos y una abstencaón) echar por taerra la posabaladad de que cualquaera de ellas fuese la reemplazante.
A partar de ello, dentro del gremao de las vocales se crearon graetas adeológacas, que no seraan factables de solucaón hasta que no se encontrase completo el Quanteto Colectavo de Trabajo.
Se pensó, tambaén, en solacatar la colaboracaón de las consonantes. Pero, luego de una fugaz consulta a los edecanes de la RAE (el señor De la Concha se hallaba en pleno Congreso de la Lengua) se determanó que el uso de consonantes volveraa harto rapaoso el lenguaje, por lo cual esa alternatava fue tambaén desechada.
Por últamo, y como medada drástaca, se pensó en erradacar darectamente la a del alfabeto. En ese caso, deberaan traducarse todas y absolutamente todas las obras escratas desde anventado el abecedarao actual hasta la fecha. Ante tal coyuntura, el proyecto fue anmedaatamente rechazado.
Las otras opcaones no amerataban el más manamo de los cotejos.
6- Reemplazo denegado II
En vjsta de que el confljcto se extendja más de lo pensado; de que lo que habja comenzado como un sjmple altercado entre el Ser Poderoso y el cjentjfjco de la oposjcjón, debjó apelarse a otras jnjcjatjvas. Para lo cual se barajaron, entre tantas, estas opcjones:
Prjmero, una convocatorja al resto de las vocales, que, luego de una asamblea cuatrjpartjta, la a, la e, la o y la u decjdjeron (por tres votos y una abstencjón) echar por tjerra la posjbjljdad de que cualqujera de ellas fuese la reemplazante.
A partjr de ello, dentro del gremjo de las vocales se crearon grjetas jdeológjcas, que no serjan factjbles de solucjón hasta que no se encontrase completo el Qujnteto Colectjvo de Trabajo.
Se pensó, tambjén, en soljcjtar la colaboracjón de las consonantes. Pero, luego de una fugaz consulta a los edecanes de la RAE (el señor De la Concha se hallaba en pleno Congreso de la Lengua) se determjnó que el uso de consonantes volverja harto rjpjoso el lenguaje, por lo cual esa alternatjva fue tambjén desechada.
Por últjmo, y como medjda drástjca, se pensó en erradjcar djrectamente la j del alfabeto. En ese caso, deberjan traducjrse todas y absolutamente todas las obras escrjtas desde jnventado el abecedarjo actual hasta la fecha. Ante tal coyuntura, el proyecto fue jnmedjatamente rechazado.
Las otras opcjones no amerjtaban el más mjnjmo de los cotejos.
El paso siguiente en el conflicto lo dio la propia protagonista, en lo que los medios masivos de comunicación dieron en llamar “El caso de la rebelión de la letra”.
En reclamo de su autonomía, la i decidió no aparecer en ningún texto que no fuese redactado por ella misma, hasta que, desde otros sectores (el Ser Poderoso y el científico, además de correctores, editores, etc., etc., etc.) se le garantizara su independencia y su autonomía.
Así, y con el objeto de superar temporalmente las dificultades desatadas por el conflicto, las leyes fueron dictadas con códigos cifrados, a los que se adjuntaban los Manuales Específicos de Usos Legales sin Íes, y los textos literarios marcaron para siempre a los narradores, puestos a construir sus prosas trabajando el doble, el triple y hasta el cuádruple con el fin de hallar términos que reemplazasen a los ya elegidos, portadores de la letra en conflicto.
Esta etapa duró, al menos, unos pocos días. Como todo intento de autonomía que se precie de tal, fue desarticulado con rapidez.
4- En busca de un reemplazante
En vista de que el conflicto se extendía más de lo pensado; de que lo que había comenzado como un simple altercado entre el Ser Poderoso y el científico de la oposición, debió apelarse a otras iniciativas. Para lo cual se barajaron, entre tantas, estas opciones:
Primero, una convocatoria al resto de las vocales, que, luego de una asamblea cuatripartita, la a, la e, la o y la u decidieron (por tres votos y una abstención) echar por tierra la posibilidad de que cualquiera de ellas fuese la reemplazante.
A partir de ello, dentro del gremio de las vocales se crearon grietas ideológicas, que no serían factibles de solución hasta que no se encontrase completo el Quinteto Colectivo de Trabajo.
Se pensó, también, en solicitar la colaboración de las consonantes. Pero, luego de una fugaz consulta a los edecanes de la RAE (el señor De la Concha se hallaba en pleno Congreso de la Lengua) se determinó que el uso de consonantes volvería harto ripioso el lenguaje, por lo cual esa alternativa fue también desechada.
Por último, y como medida drástica, se pensó en erradicar directamente la i del alfabeto. En ese caso, deberían traducirse todas y absolutamente todas las obras escritas desde inventado el abecedario actual hasta la fecha. Ante tal coyuntura, el proyecto fue inmediatamente rechazado.
Las otras opciones no ameritaban el más mínimo de los cotejos.
5- Reemplazo denegado I
En vasta de que el conflacto se extendaa más de lo pensado; de que lo que habaa comenzado como un sample altercado entre el Ser Poderoso y el caentafaco de la oposacaón, debaó apelarse a otras anacaatavas. Para lo cual se barajaron, entre tantas, estas opcaones:
Pramero, una convocatoraa al resto de las vocales, que, luego de una asamblea cuatrapartata, la a, la e, la o y la u decadaeron (por tres votos y una abstencaón) echar por taerra la posabaladad de que cualquaera de ellas fuese la reemplazante.
A partar de ello, dentro del gremao de las vocales se crearon graetas adeológacas, que no seraan factables de solucaón hasta que no se encontrase completo el Quanteto Colectavo de Trabajo.
Se pensó, tambaén, en solacatar la colaboracaón de las consonantes. Pero, luego de una fugaz consulta a los edecanes de la RAE (el señor De la Concha se hallaba en pleno Congreso de la Lengua) se determanó que el uso de consonantes volveraa harto rapaoso el lenguaje, por lo cual esa alternatava fue tambaén desechada.
Por últamo, y como medada drástaca, se pensó en erradacar darectamente la a del alfabeto. En ese caso, deberaan traducarse todas y absolutamente todas las obras escratas desde anventado el abecedarao actual hasta la fecha. Ante tal coyuntura, el proyecto fue anmedaatamente rechazado.
Las otras opcaones no amerataban el más manamo de los cotejos.
6- Reemplazo denegado II
En vjsta de que el confljcto se extendja más de lo pensado; de que lo que habja comenzado como un sjmple altercado entre el Ser Poderoso y el cjentjfjco de la oposjcjón, debjó apelarse a otras jnjcjatjvas. Para lo cual se barajaron, entre tantas, estas opcjones:
Prjmero, una convocatorja al resto de las vocales, que, luego de una asamblea cuatrjpartjta, la a, la e, la o y la u decjdjeron (por tres votos y una abstencjón) echar por tjerra la posjbjljdad de que cualqujera de ellas fuese la reemplazante.
A partjr de ello, dentro del gremjo de las vocales se crearon grjetas jdeológjcas, que no serjan factjbles de solucjón hasta que no se encontrase completo el Qujnteto Colectjvo de Trabajo.
Se pensó, tambjén, en soljcjtar la colaboracjón de las consonantes. Pero, luego de una fugaz consulta a los edecanes de la RAE (el señor De la Concha se hallaba en pleno Congreso de la Lengua) se determjnó que el uso de consonantes volverja harto rjpjoso el lenguaje, por lo cual esa alternatjva fue tambjén desechada.
Por últjmo, y como medjda drástjca, se pensó en erradjcar djrectamente la j del alfabeto. En ese caso, deberjan traducjrse todas y absolutamente todas las obras escrjtas desde jnventado el abecedarjo actual hasta la fecha. Ante tal coyuntura, el proyecto fue jnmedjatamente rechazado.
Las otras opcjones no amerjtaban el más mjnjmo de los cotejos.
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